Por KarenN
Mi nombre es Karen, tengo 22 años, vivo
con mi marido, tengo 1 año de casada, tal vez se pregunten porque me casé tan
chica, nos enamorados bastante y pasó, pero creo es lo que menos importa.
Soy de México, Guadalajara, mido 1.60, mi
piel es clara, dicen que tengo unos ojos muy lindos, soy de pelo negro hasta la
mitad de mi espalda, me gusta ir al gym de vez en cuando, así que tengo buen
cuerpo, aparte creo es por genética, tengo mis bubis crecidas, ni muy grandes
ni tampoco tan normales, cintura delgada y tengo una colita muy bien formada,
paradita y redondita, lo que hace que todo hombre volteé a verme mis nalgas.
Como dije, sucedió hace unas semanas, mi
esposo Carlos, y yo (él es 6 años mayor que yo), siempre hemos sido muy
abiertos en cuestión del sexo y hace meses, mientras platicábamos a donde
iríamos de vacaciones cuando a él le dieran permiso de descansar, surgió la
idea de ir a una playa, ¡pero nudista!
Jamás había pensado en ir a una, porque
estaría desnuda y probablemente muchos hombres se me quedarían viendo, cosa que
no me molestaría jajaja pero estar con mi marido y saber cuál sería su
reacción, era algo en lo que me ponía a pensar.
Total, llegaron sus vacaciones y nosotros
ya habíamos planeado a que playa ir, a donde llegar y cuantos días estaríamos
ahí, empacamos nuestras maletas y nos fuimos en el carro.
Sólo de pensar en lo que podría pasar me
excitaba y a la vez estaba ansiosa por llegar.
Llegamos a un hotel y la playa (no diré
como se llamaba jaja) estaba a 10 minutos de ahí, estaba alejada de todos, así
que podrías ir a disfrutar sin ningún problema.
Primero fuimos a visitar algunos lugares y
fue hasta el día siguiente, que decidimos ir a la playa nudista.
Llevamos una sombrilla, comida y algunas
cositas personales, me vestí con un short de mezclilla corto, una blusa blanca
de tirantes y quise llevar mi bikini abajo, aunque sabía que después me lo
quitaría jajaja, un sombrero café, lentes oscuros y sandalias.
Dejamos el carro y bajamos a la playa, se
veía muy tranquila, había algunas parejas acostadas en sus toallas y otras
debajo de sombrillas, algunos hombres acostados en sus toallas, imagino que,
viendo a las muchachas, todos estaban separados, las personas no estaban muy
juntas, estaban algo esparcidos, parecía que todos se respetaban.
Mi marido colocó la sombrilla, yo tendí
las toallas y dejé nuestras cosas, por un lado.
Fue cuando me dijo, pues es hora cariño,
fuera ropa.
Estaba sonrojada creo y dije al mismo
tiempo.
Ambos nos empezamos a quitar nuestra ropa,
el quedó en ropa interior y yo en bikini, entonces me dijo ahora a quitarnos lo
que falta, se quitó su bóxer hasta quedar sin nada, yo me quité primero la
parte de arriba, dejándola caer a mi toalla y luego con la parte de abajo, me
la empecé a quitar lentamente hasta quedar sin nada.
Volteaba alrededor para ver si alguien nos
observaba, pude ver que a la derecha de dónde estábamos, un hombre como de 50
años, se nos quedaba viendo, alcancé a ver que él estaba desnudo acostado sobre
su toalla, reposando sobre sus codos, al principio me sentí un poco incómoda de
que el me estuviera viendo pero después me sentí bien y hasta le sonreí, el me
respondió de la misma manera, mi marido no vio, estaba volteando hacia el otro
lado.
¿Fue cuando me dijo Karen, mira por allá,
y podía ver a lo lejos a una pareja teniendo sexo sobre la playa, él estaba
arriba de ella y le dije a mi marido, haremos lo mismo? Dijo tal vez jaja
después de bañarnos un rato.
Nos metimos al mar a bañarnos un rato y
después volvimos a la sombrilla a comer y después sólo nos sentamos a platicar.
Después mi marido empezó a bostezar y dijo
que tenía sueño, que tomaría una siesta, se acostó y se puso su camisa sobre la
cara.
Entonces decidí ir al mar una vez más a
mojarme de nuevo, no quise ir a caminar a otro lado por si mi marido despertaba
y no me veía se pudiera molestar.
Me dio sed y volví a la sombrilla a tomar
agua, en eso pasaba un hombre como de 30 años, me vio de arriba a abajo, yo
sólo me quedé inmóvil y me dijo muy buenas tardes, en un tono coqueto, le
respondí de la misma manera y seguí caminando.
Quise estar un rato en la sombrilla y
volver a mojarme, cuando estaba a punto de entrar al mar, se me acercó por mi
lado derecho un hombre, recordé que era el que se nos había quedado mirando
cuando llegamos.
Me saludó y se presentó sonriendo, le
respondí de la misma manera.
Me dijo, sabes, desde que te vi pude ver
que eras una hermosa mujer, con un muy buen cuerpo, eres sexy, buena, tu novio
es un afortunado, sentí que le sonrojaba cuando me decía eso mientras me miraba
todo mi cuerpo, le dije muchas gracias señor.
Empezamos a platicar un poco en la orilla
de la playa de dónde veníamos y me volvió a decir cosas, dijo tienes unos senos
muy preciosos, disculpa el atrevimiento, pero es que no siempre se ven mujeres,
así como tú.
Después me dijo, me gustaría poder tocar
tus pechos, sentirlos y agarrarlos con mis manos, por favor, tu novio no se enterará
y además está dormido, volteé a verlo y ahí estaba, profundamente dormido, creo
sólo una ola a punto de ahogarlo podría despertarlo.
He hecho cosas que no debí hacer porque
soy casada, pero el hecho de que mi marido pudiera despertar y ver como un
viejo de 50 años manosea los pechos de su esposa, eso sin duda lo pondría
furioso, pero a la vez me excitaba el sentirme manoseada por un extraño a la
vista de todos y con el temor de que mi marido viera.
Le dije al señor está bien, puede hacerlo,
pero no por mucho.
El viejo dijo gracias mamacita, desde que
te vi quise tocar tus ricos pechos.
Me empezó a agarrar con ambas manos mis
pechos, los apachurraba una y otra vez, se veía su cara de excitación y yo
estaba volteando a ver a mi marido por si despertaba.
Después me empezó a pellizcar mis pezones suavemente,
los apretaba y jalaba un poco, decía que ricos pezones mi amor, de seguro tu
novio te los chupa diario cuando te lleva a la cama.
Todas esas palabras que me decía hacían
que me excitara y el cómo me agarraba, sentía ya como mi vagina se humedecía,
tenía la sensación de querer acariciarme.
Cuando menos lo pensé el viejo me estaba
frotando mi vagina por encima, sin ni si quiera preguntarme, sólo volteé a verlo,
pero no me dijo nada, y yo tampoco le dije algo, el cómo me lo hacía hizo que
no le dijera nada al respecto, sentía muy rico.
Empecé a soltar unos ligeros queridos y
entrecerrar los ojos cuando me empezó a meter dos de sus dedos, los metía y
sacaba suavemente, mientras seguía pellizcando mis pezones con su mano derecha.
No podía creerlo, un viejo extraño me
estaba manoseado frente a mi marido, y frente a otras personas que pudieran
pasar, pasó un tipo como de 30 años y se nos quedó viendo, detuvo su pasó y se
quedó un momento a ver, se acarició el miembro y siguió caminando, seguro disfrutó
el espectáculo pensé.
Era excitante lo que estaba pasando,
mientras el viejo me manoseaba sentía como las olas mojaban mis pies y fue
cuando me comentó el señor, quiero que me la chupes.
Puso su mano derecha sobre mi cabeza, de
manera que hizo que poco a poco me fuera arrodillando.
Y sin pensarlo dos veces comencé a chupar
su verga, gruesa y larga, se sentía mojadita y muy rica, ni me importó quien me
pudiera ver o si mi marido despertaba, estaba muy excitada y quería seguir
disfrutando.
Estuve así por un rato hasta que el viejo
me dijo, me voy a venir, quiero que te la tragues toda, saborea mi leche
putita.
Esa palabra hizo que me excitara más y le
comenzara a chupar la verga como loca, hasta que me detuvo y dijo abre la boca,
empezó a sacar mucha leche, comencé a tragarla como una puta, como una
profesional del porno.
Después el viejo me ayudó a ponerme de pie
y me dijo, muchas gracias, me la chupaste muy rico, espero que cuando te vuelva
a ver pueda hacerme de esa cola tan buena que tienes, le dije muchas gracias y
que espero lo haya disfrutado.
Me metí al mar a mojarme de nuevo y
regresé a la sombrilla a acostarme, un rato después despertó mi marido y dijo
que como estaba.
Le dije muy bien amor, está muy tranquilo
todo, tu sigue durmiendo.
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