Tuesday, September 25, 2018

LGBT: Con un ranchero





Por Salmaerika

Esa noche fui a bailar hasta aquel bar de la carretera frecuentado por los admiradores de chicas como yo, y ahí pude ver en vivo y en directo varios traileros y rancheros de cuerpos fuertes, con aspecto rudo y dominante … y buscando ligar. Eran una verdadera invitación al placer, y muchos de ellos me resultaban muy atractivos, pero mis ojos se fijaron especialmente en un moreno maduro de estatura mediana, velludo y de manos fuertes y callosas que lucía especialmente sensual, además y para ser sincera, el volumen que tenía en su entrepierna era notoriamente impresionante. 
Como toda mujer, yo había fantaseado hasta el cansancio con tener sexo con un hombre super dotado, era una de las fantasías más recurrentes que siempre había tenido. Los hombres dotados de penes grandes y muy gruesos me fascinan … no sé, me despiertan mucho morbo y un pene así es dinamita para mí. Me encanta chupar y lamer hasta el cansancio un rico miembro … y más si es enorme, grueso y cabezudo.
Con movimientos provocativos y miradas sensuales le coquetee a aquel hombre para hacerle saber mi atracción por él, y no paso mucho tiempo hasta que él estuvo sentado a mi lado. Él era un ranchero serio y con una voz encantadoramente masculina que acabó de derretirme, y después de conversar y coquetearnos un rato, me sorprendió con su franqueza al decirme al oído: -¡Chiquita, me gustas mucho y si tú quieres, puedo hacerte todo lo que quieras a cambio de un regalito!
Mi cabeza a esas alturas ya estaba llena de fantasías, y no podía apartar de mí la idea de tener esa noche un hombre como aquel a mi disposición. Siguiendo el hilo de mis fantasías le respondí: -¿Y a qué tipo de regalo te refieres? El sonrío y muy suelto me contestó nuevamente al oído: -¡Mira güera, si no fuera porque ando muy corto de dinero a alguien como tú le haría de todo por nada … pero paga mi cuenta y dame algo más para la cena … es todo lo que te pediría! No lo podía creer, por un pequeño gasto podía hacer realidad, todas mis fantasías con un recio macho que me hacía sentir ilusionada. Intentando controlar mi lujuriosa sonrisa, le dije: -¡Bueno, está bien … podríamos ir a un motel, pero sólo traigo $600 para pagar una habitación, la cuenta de los dos y lo que sobre seria lo de tu cena ... como ves? El aceptó y saliendo del bar nos dirigimos en mi auto al primer motel que encontráramos, donde al llegar me dijo que el esperaría a que yo me instalará y me dio su número de celular para que le llamara y le diera el número de la habitación cuando estuviese lista.

Apenas entre a la habitación, me sentí tan excitada, que mi pantaleta se mojó aún más con toda la húmeda prueba de mi calentura. Después de llamar a “mi macho”, decidí retocarme el maquillaje, arreglar mi cabello y acomodar mis medias para gustarle lo más que pudiera. Estaba terminando cuando el tocó … y nerviosa corrí a la ventana para cerciorarme que fuera él. Le abrí ...y ahí estaba frente a mi mirándome y me dijo: ¡Que buena estas güerita … te voy a dar todo lo que necesitas!

 Avanzó hacia mí, cerrando la puerta de la habitación y me abrazó besándome en los labios. Me tenía atrapada entre sus brazos, mientras con sus manos recorría mis nalgas lascivamente. En medio de los besos y caricias él se fue desprendiendo rápidamente de sus ropas y me quitó la falda. Ahí estaba yo de pie frente a un hermoso macho casi desnudo … su miembro estaba absolutamente erecto, apuntando amenazante hacia mí a través de su trusa blanca … me impresionaba el tamaño y sin resistir la curiosidad me acerqué para liberarlo … era una hermosa verga gruesa de 23 cms, pero sobre todo me excitaba su color, el tronco era muy negro y la cabezota relucía en un intenso color púrpura. No había visto un pene así, y todo en el me excitaba, tamaño, forma, color …
Él se agarró el miembro con una mano y comenzó a refregársela, eso fue demasiado para mí y me acerqué hincándome frente a él … y sintiendo su intenso olor a macho. Se la aferré con mi mano y sentí su calor y textura, fue tan divina la sensación que me pareció casi como si por primera vez en mi vida agarrara una verga. Increíblemente su aparato reaccionó, creciendo aún más entre mi mano … la besé y empecé a lamer el tronco hasta que me la metí en la boca para chuparla suavemente , disfrutándola al máximo, pero de repente fui atraída hacia esa estaca morena obligándome a tragármela hasta donde podía. Sofocada me la saqué de la boca y m*****a le dije: -¡Ay que bárbaro … me ahogas … déjame hacértelo despacio, ¿sí?
Yo pensaba que por el hecho de gustarle y que además le pagaba, era yo quien manejaría la situación, pero me equivoqué rotundamente, ya que en ese mismo instante él me agarró de los brazos levantándome casi en vilo y me dijo: -¡Mira putita, yo sé lo que les gusta a las perras como tú! … y acto seguido me aventó sobre la cama para de inmediato jalarme y hacerme que me hincara en el suelo frente a él. Al instante sentí su enorme verga acomodándose en mi boquita y sin darme tiempo de protestar me metió la cabezona haciéndome sentir que él mandaba. Su reacción a****l me sorprendió, pero a la vez me calentó al máximo, era sentirme usada a pesar de que yo misma había contratado su servicio. El siguió enterrándome su verga hasta que casi me ahogaba, y ajeno a mi voluntad empezó prácticamente a cogerme por la boca, mientras me decía: -¡Te gusta chupar mi verga pinche güera! -¡Seguro que tu boquita de puta nunca había mamado una como esta! 


La verdad no sé si era su inmenso miembro el que me hacía gozar tanto, o era la manera como él me trataba. Yo era su puta de verdad y el me humillaba con briosas embestidas, metiendo su miembro hasta donde podía, para luego retirarlo casi hasta sacármelo, y entonces jalarme mi cabeza por la nuca para embutírmelo otra vez. Mi única reacción fue cooperar abriendo mi boca para darle paso … pero sentía que me ahogaba y mis rodillas flaqueaban sin que el cesara de humillare cogiendo mi boca de aquella manera.
Rogándole por fin lo convencí de que me dejara gozar su inmenso miembro de una manera más suave y en medio de gemidos y jadeos se la empecé a lamer y mamar intercalando besitos y mordiditas, excitándome yo misma cada vez más, hasta que sin poder soportar más comencé a acariciar mi “clítoris” como una loca, pero en ese momento y para mi sorpresa, el macho me sacó su verga y tomándome de los cabellos puso su oscuro aparato sobre mis labios y casi al instante comenzó a explotar en sucesivas descargas sobre mi rostro, intentando apuntar los sucesivos chorros de semen dentro de mi boca.
Mi boca, lengua, labios y todo mi rostro fueron recibiendo uno a uno los potentes chorros de su blanco semen, que saltaban sin cesar sobre mí. En un acto lujuria le agarré el miembro con mi mano y mientras se lo refregaba, metí todo el glande entre los labios y chupé igual que una tragona enamorada de aquel inmenso y azabache miembro. No me detuve hasta que por mi garganta corrían sin cesar los flujos de sus oscuros testículos. Cuando el terminó de eyacular, quede totalmente encremada con su esperma y el me miraba con una expresión da lascivia incontenible, mientras me decía: -¡Ya sabía yo que eras muy puta! -¡Y te voy a dar lo que mereces perra!
Recién en ese momento caí en cuenta que a pesar de la terrible chorreada que me había pegado, su miembro seguía totalmente enhiesto. Sobre la púrpura cabezota y el negro tronco de su verga, aún chorreaban restos de esperma mezclados con mi saliva, pero lo que más me sorprendió fue la mirada lujuriosa que sus profundos ojos me daban mientras yo como podía me limpiaba la cara e iba hacia el baño para lavarme. Cuando regres
é, sin darme tiempo acercó su rostro al mío y besó mi boca, mientras yo sentía como mi clítoris erecto me dilataba incitando a mi macho a manosear mis piernas y mis nalgas.  
La visión de sus oscuras manos contrastando con la blancura de mis piernas me provocaba una irrefrenable y morbosa excitación, y entreabrí mis piernas, para permitirle que sus dedos entraran aún más profundamente, él no tuvo reparos en avanzar y en un instante me tenía clavados dos de sus gruesos dedos en mi culito, refregándomelos deliciosamente. Cuando a él le pareció que ya me había dedeado lo suficiente, me volteó y bruscamente me empinó sobre la cama para acariciarme y nalguearme a su antojo, antes de ordenarme que me quitara la pantaleta y nuevamente empinarme para acomodarse entre mis nalgas y comenzar a refregarme la dura protuberancia de su glande, justo a la entrada de mi ano, me frotó deliciosamente mi gruta y por momentos daba algunos pequeños enviones había adelante insertando toda la cabezota de su aparato para enseguida sacármelo y volver a cargar haciendo movimientos de coito.
Aquello le dio el resultado que deseaba haciéndome aullar de placer, y en un instante dirigió su potente verga justo sobre mi ano que palpitaba ansioso. Era obvio que me iba a coger, y ¿Quién era yo para impedírselo? Tomó mis nalgas con sus fuertes manos abriéndolas y dejando mi culo totalmente expuesto y en posición para acomodar el brillante glande justo sobre mi agujero y comenzó a golpetearlo en un rítmico y lascivo movimiento. En mi cabeza fluían ardientes y desafiantes ideas, "dame más mi rey, quiero sentirla entera en mi colita" a lo que, sin detener sus preparativos, me hizo voltear la cabeza para mirarme y decir:
-¿Es lo que quieres, ¿no? Que te de la cogida que andas buscando desde que naciste perrita, ¿verdad? Pues te la voy a clavar hasta llenarte todo el culo.
Aguantando mis temores sentí como me agarro por la cintura, y colocaba otra vez su bestial miembro justo en mi abertura anal. Yo solo estaba a la expectativa, pero algo me decía que me aflojara y lo dejara hacer sin resistirme a lo inevitable … y cerré los ojos para esperar el ataque decisivo, intentando prepararme para resistir sus embestidas, que buscaban encajar el oscuro glande en mi pobre anito. Entonces dirigió su ataque justo al medio de mi trasero y poco a poco empezó a introducirme el inmenso aparato entre mis nalgas, mientras sonreía con una lujuriosa expresión en su rostro. Finalmente separó mis nalgas con sus manos y terminó de ensartarme por completo, y con vehemencia introdujo la totalidad de su estaca entre los pliegues de mi sodomizado trasero.
Comenzó a darse el gusto, empujando decididamente y proporcionándome una cogida a fondo. Solté un irreprimible quejido y mis nalgas se tensaron en un vano intento por ofrecer resistencia al voluminoso invasor, pero lo único que logré al apretar mis glúteos, fue aumentar el placer que él sintió, pues la unión se hizo aún más estrecha. El desgraciado totalmente ajeno al dolor que me pudiera provocar comenzó a bombear en mi culo, intentando llenar todo mi recto en cada embestida. Mi macho se sentía feliz y lo reflejaba en su rostro, era obvio que estaba gozando a mares mientras su terrible aparato cogía a fondo mi trasero … y me decía:
-¡Tengo que reconocer que tienes un culito delicioso! -¡Tienes las carnes deliciosas y tu culito se ajusta muy bien a mi verga … me la estruja!
Siguió taladrándome el culo que indefenso cedía al paso de tan impetuoso visitante. Pasada la primera impresión, comencé a cooperar moviendo lo que podía mis caderas, mientras él seguía embistiendo con fuerza, y me decía: -¡Eso es putita, mueve el culo para que te coja como se debe! -¡Te lo voy a enterrar hasta sacártelo por la garganta!
No puedo explicar cómo, pero la verdad es que de pronto comencé a estremecerme en un infinito orgasmo. Me tensé de una manera incontrolable, y me consumí en un terrible clímax. Mi cuerpo se curvo hacia el macho permitiendo que su estaca profundizara aún más en mi recto, en un gesto que parecía que deseaba fundirme con él. Cuando él percibió que yo me estaba corriendo, me siguió cogiendo mientras comentaba: -¡Te estas meando de gusto putita rica! -¡Ah, como me la aprietas! ¡Eres una puta de primera!


Sus penetraciones se hicieron más lentas, pero mucho más profundas, cargando hasta el fondo; mi macho sudaba a raudales, bañando mis nalgas con su transpiración. Era una cogida a****l donde yo lo único que tenía que hacer era soportar sus apasionadas arremetidas, que golpeaban con fuerza mis nalgas, haciendo estremecer mis entrañas. Desde mi posición podía apreciar en un espejo, como me lo metía dejando apenas sus huevos afuera, me costaba aceptar que esa tremenda verga se pudiera enterrar en toda su extensión en mi culo, pero la realidad de lo que veía, era que eso era cierto. A esas alturas me sentía como hechizada por la lujuria de ese macho de ébano que me estaba dando con toda su pasión. Todo mi pelo púbico se hallaba mojado de caldos eróticos, y mi abertura anal rezumaba de manera increíble, haciendo deslizar por entre mis nalgas un constante hilillo de jugos, en tanto sus vaivenes eran cada vez más contundentes, y sus manos se aferraban a mis esponjosas nalgas, arremetiendo sin cesar en mi culo. En los pocos segundos y aunque parezca increíble, la lujuria se apodero de mí, y muy pronto otra vez mi clímax me consumió y me corrí febrilmente en un segundo orgasmo, que me hizo gritar, gemir, putear y revolcarme totalmente fuera de sí. Justo en ese momento, sentí que el macho empujaba todo su terrible miembro en mi culo y lo revolcaba en mis entrañas, mientras comenzaba a correrse. Pude sentir nítidamente las sucesivas erupciones de semen que me inundaban entera por dentro. Se refregó dentro de mi ano, hasta que vació hasta la última gota de su espeso esperma, y sólo entonces, me lo sacó para todavía alcanzar a bañar mis nalgas con los últimos chorros. Con aire satisfecho se me quedó mirando y me dijo: -¡Esta deliciosa chiquita! -¡Me encantaría quedarme para seguirte gozando, pero no puedo!
Se dirigió al baño y mientras yo intentaba recuperarme, todavía tirada sobre la cama, oí como él se duchaba. En seguida salió radiante del baño comenzó a vestirse y mientras conversaba animadamente, de pronto me dijo: -¡Dame lo que falta de mi regalo! Me sentí mal, pero no me quedó otra que buscar mi cartera y sacar los $250 pesos que me quedaban y se los entregué mientras él me daba unos cuantos manoseos a las nalgas y me decía: -¡Cuándo quieras más verga ya sabes dónde encontrarme! Me besó otro par de veces y salió satisfecho de haberme cogido.

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