Tuesday, September 25, 2018

LGBT: A UNA EDAD TEMPRANA


Por Helgatrans

Ni bien comencé a tener un verdadero conocimiento de la vida y cada vez que me miraban los chicos, sabía que algo andaba mal. Más aún, al verme en el espejo y cuando salían a flote mis sentimientos, me confirmaban que algo no iba por buen camino. Cuando mamá se marchó de casa, al separarse de papá y viajar a otro país no se llevó nada. Su dormitorio era mucho más bonito y grande que el mío, así que decidí cambiar de cuarto, siendo hijo único, sólo me quedé con papá, quien por su trabajo casi siempre estaba fuera del país. El chofer y la ama, que era también cocinera eran los únicos que estaban conmigo en casa. La señora, ya muy adulta era de meterse temprano a su cabaña. Sólo en casa comencé a rebuscar en el closet de mamá y me encontré con un tesoro. Como éramos casi del mismo tamaño, no había problemas en ponerme cualquiera de sus ropas, vestidos, zapatos, botas, lencería y vestidos.

Todas las noches, hasta altas horas de la madrugada no dejaba de mirarme al espejo con diferentes ropas. Por otra parte, a la edad que tenía ya mis senos eran de nena y mi cuerpo igual, mientras mi pene no llegaba ni a los tres centímetros. Mi favorita era una minifalda banca trasparente, bien cortita, un hilo dental negro, unas botas rojas casi hasta la rodilla y una blusita que sólo tapaba mis tetitas de nenita. Rubia, usaba el cabello largo y era completamente lampiño. Me maquillé muy bien.

Una noche, sabiendo que era el día de descanso del chofer, un precioso negro bastante joven y que mi ama ya estaba durmiendo, sentí algo de sed, salí de mi dormitorio y bajé a la cocina en busca de una soda. Mi sorpresa fue mayúscula al ver a mi chofer en la sala viendo televisión y una película porno. Él no se dio cuenta que estaba allí, hasta que cerré el refrigerador e hizo un pequeño ruido y él volteó la cara. Tomó el control remoto y apagó de inmediato el televisor. Al verme cómo estaba vestida mi miró y me dijo que mi padre había llamado y le dijo que durmiera en casa para que no me quedara solo, pero yo no lo sabía. 





Se levantó, se acercó a mí y realmente no sabía que decir y menos que hacer, así que simplemente dije: "¿Qué estabas viendo?" Me contestó que una porno interracial. "A mí me encanan las rubias", dijo medio tartamudo, sin comentar nada de mi vestimenta. Realmente para mi edad y la ropa tan sexy me veía muy loquita. No tuve otra idea de decirle "¿Cómo me veo?" Y me dio una vueltita para que apreciara todos mis lados. "Perdón joven, no quiero faltarle el respeto, pero si no lo conociera diría que es una nena muy hermosa."

Le contesté que muchas gracias y le pedí para acompañarlo y ver la televisión juntos. “Pon lo que estabas viendo, tengo curiosidad." Me senté cerca de él en el sofá, prendió el vídeo y miraba cómo una jovencita rubia tenía un pene de un tamaño que no me imaginaría nunca que existiera en su boca y luego le entraba todita en su ano. Estaba cruzado de piernas, mientras observé al chofer, que estaba en short, que su pene casi se salía de él. Al verlo y ver la película simplemente perdí la razón y le dije que me iba a mi cuarto a ponerme mi pijama. Lo que hice fue ponerme un hilo dental rojo y una blusa que hacía el trabajo de minifalda.
Él ya había cambiado la película y puso una de un travesti con un negro. No me senté en el sofá. Me tiré a la alfombra de espaldas a él mostrándole ligeramente mis nalgas. Al voltear mi rostro para decirle algo, tenía su pene en su mano y se estaba masturbando. "Perdón joven, verlo a usted me ha excitado mucho y a mí siempre me gustaron los travestis y transexuales y no sé por qué.". "¿Y yo te gusto?" "Me moría por acostarme con usted", contestó. De inmediato me levanté, me quité la blusa y quedé solamente con el hilo rojo. Sin decirle nada me metí su verga en la boca y sin experiencia alguna comencé a mamársela, mientras gemía y me explicaba cómo debía hacerlo.

Cómo habrá estado de caliente, que no pasó ni un minuto y lanzó todo su chorro caliente dentro de mi boca y me gustó mucho su sabor y me lo tomé todo.




 Se levantó, me cargó en sus brazos y me llevó a mi dormitorio, mientras decía que me iba a hacer mujer y me enseñaría todo lo que debía saber para serlo. Lo que pasó enseguida se los contaré en mi próximo relato.

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