Saturday, September 15, 2018

Entrega total




Por viagramanusa@yahoo.com.mx

Relájate un momento y piensa que estoy detrás de ti. Sientes una sensación de escalofrío por la energía que emana mi cuerpo.

Se escucha una música suave y romántica que invade el lugar donde estamos. Te ciñes a mí,  nos empezamos a besar profunda y largamente.

Bailamos por un momento y mis manos empiezan a desvestirte lentamente. Tú me quitas la camisa y yo tu blusa y tu sostén. nuestras pieles se pegan una con la otra.

Destapo una botella, sirvo dos copas, brindamos por nuestro encuentro. Caminamos juntos en círculos armoniosos al ritmo de la música,

-       Amor, no me sueltes, abrázame así, me dice.

-       ¿Cómo dices? Le pregunto. Y como si fuera algo pronosticado, se escucha está canción romántica…


Bailamos pegaditos, y al mirarte te digo y dedico estas palabras que tenía guardadas en mi corazón.

-       Cuando veo tus fotografías,
-       las únicas que me has dado,
-       te desnudo con la mirada.
-       Al ver tu rostro en el celular,
-       te desnudo con la mirada.
-       Al caminar recordándote
-       te desnudo con la mirada.
-       Te observo en mi mente y
-       te desnudo con la mirada.
-       Al pensar en ti, te desnudo con la mirada.
-       Al acercarme a ti, te desnudo con la mirada
-       Al verte a los ojos, te desnudo con la mirada.
-       Al hablarte, al pensar en tocar tu mano,
-       al querer abrazarte,
-       al desearte estrechada entre mis brazos…
-       te desnudo con la mirada.

Nuestras manos se deshacen de nuestras vestimentas, teniendo nuestros cuerpos ya completamente desnudos y con el calor invadido por el sabor del vino, la canción nos acompaña hasta la recamara, te recuesto boca abajo y con mis manos recorro todo tu cuerpo.  Descubro el fuego que llevas dentro.

Preparo una porción de aceite aromatizante para que tu cuerpo sea más receptivo a mis caricias. Te froto desde arriba hasta la punta de tus dedos. Luego, mis besos y caricias inundan tu cuello, tu espalda, tus senos, tu ombligo, tus piernas, tus pantorrillas, tus tobillos y los dedos de tus pies, lamiéndolos uno por uno.

Te volteas boca arriba, para partir desde la punta del pie hacia arriba, masajeando las rodillas, las piernas, llego a tu torso y extiendo mis manos y brazos para recorrer en círculo tus pechos cuyos pezones están bien paraditos.

Tomo un plumaje y cerrando tus ojos te dejas llevar por la sensación al recorrer tu cuerpo, por toda tu columna, tus piernas y en medio de tus glúteos. Esto provoca que levantes tu trasero y rozo con delicadeza tus dos orificios.

Después acomodo tu cabeza en una almohada. Coloco tres almohadas sobre tus asentaderas para ver ampliamente sus partes íntimas.

Masajeo el abdomen, los muslos y los pechos. Lubrico el montículo de tu vagina con una pequeña cantidad de aceite o lubricante. Lo masajeo de forma suave y los labios externos de tu vagina.


Con suma delicadeza, tomo el labio exterior con el pulgar y el índice, casi sin presionar, con mucha suavidad y recorro todo el largo de los dos labios vaginales, en forma ascendente y descendente. También masajeo tu clítoris

Introduzco mi pulgar dentro de tu vagina. Con mucha delicadeza, sobo suavemente su interior. Aumento la velocidad pero no enloquecidamente.
Mi dedo meñique explora el orificio de tu recto, y respondes positivamente por lo que lo lubrico con mi lengua subiendo y bajando hasta tu vagina.

Es aquí donde tienes tu primer orgasmo, con varias descargas. Bebo tus jugos y consigo que tengas tu segundo orgasmo

Después de las convulsiones orgásmicas, te pido que te pongas en cuatro, para que mi dedo índice entre en tu hoyito trasero. Mi lengua trabaja para dilatar tu culito. Te retuerces, pides más dedos, llegando hasta mi puño entero. Llegas a tener tu tercer orgasmo. Quedas exhausta bien dormida.

En este tipo de encuentro momentos, no puedo dejar de pensar, maldiciendo mi infortunio de no disponer de una buena condición sexual, como la de mis buenos tiempos para disfrutar plenamente el momento.

Mientras duermes voy al baño para asearme y refrescarme en la regadera. Regreso a la habitación, totalmente desnudo. Tú ya despierta ves mi verga flácida, sin asomo de una deseada erección. Como ya conoces mi problema no te sorprendes mirar mi miembro alicaído.



Te levantas, vas a mi maletilla y sacas pastillas de viagra y me dices...

-       No las vas a necesitar, ya que yo te ayudaré a destapar la olla de presión que traes dentro.

Comienzas una felación desde la base del tallo de mi pene hacia arriba lentamente. Giras tu cabeza de lado y simulas morderme suavemente colocando tus dientes en mi carne.

Tu mano izquierda está tocando mis testículos, que están grandes, llenos de leche, ya añejada por la falta de alguien que tome el tiempo y la dedicación de hacerme explotar.

Arañas mis testículos y con tus dedos estimulas mi perineo, produciendo una reacción en mi verga, que necesito a mi edad.

Continuas con los balanceos hacia arriba con tu lengua, desde la base del mástil al borde del capullo, no te detienes, continúas tu larga y húmeda lamida sobre la punta de mi verga, succionas como si fuera un popote. Estrujas el tallo y miras cómo brota líquido pre seminal. Una delicia de aguamiel en tu paladar.

Al gemir permites que te meta toda mi verga en tu boca. Haces movimientos variados hasta que ya no soporto más y empiezo a derramarme. Recibes mis disparos de leche a borbotones en tu garganta. Es asombroso cuánta leche descargo. La saboreas, la exprimimes hasta la última gota. Sacas mi pene de tu boca. Me la dejas muy limpia y al sacar mi verga de tu boca, me dices…


-       "Cógeme".

 Te montas arriba de mí, agarras mi verga y la diriges hacia tu culo y tu vagina, jugueteando entre los dos agujeros. Logras encararla en tu vagina, sin soltarla, haces que mi verga entre poco a poco sin llegar a la flacidez. La aprietas, haciendo que la sangre fluya a mi pene. Siento dureza y al sentir que se pone dura,  la  voy metiendo lentamente dentro de tu cueva de placer y una vez estando tan ardiente, cabalgas hasta que logras tener otro orgasmo.

Mi verga se mantiene dura, crecida, erecta, como en mis mejores tiempos. Me dices que aprovechando que la tenía larga, parada y dura pues que intente cogerte por atrás. Saco mí verga, me la limpias completamente con tu boca.

Acomodo tus piernas sobre mis hombros y mi pene a la altura de tu ano y lentamente te penetro, primero una cuarta, una mitas, tres cuartas y hasta dentro. Entro en un buen ritmo de meter y sacar hasta que cambiamos de posición y te acomodas en cuatro con las nalgas hacia arriba, sentándome para poder cabalgar.

Mi verga entra con mucha facilidad en tu cola. Y ahora sí, te doy lo más duro que puedo, lo que dan mis fuerzas y me pides mi leche, y reviento sintiendo chorros ardientes dentro de tu trasero. Alcanzas así otro orgasmo.

Quedamos los dos cansados. Logro sacar mi verga. Nos acostamos y nos acomodamos en un 69 hasta que nos quedamos dormidos bien satisfechos.


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