Friday, August 11, 2017

En la playa bajo la luna y las estrellas



Por Larry Álvarez

Era una joven cercana a los 30 años, de origen filipino. La conocí en una reunión de abogados a la que me invitaron por ser integrante de la asociación de licenciados en un poblado del Sur de California de los Estados Unidos.
Noté que ella se fijaba mucho en mí. Y me extraño, ya que los filipinos en Estados Unidos, no tienen mucha relación con los chicanos, [estadounidenses de origen mexicano] y por lo regular se mantienen al margen de todo lo relacionado con latinos en este país.
Siempre fue muy amable, muy atenta, a lo que el licenciado [yo] necesitaba. Me imaginé que por ser una "figura pública" se desmayaba porque no me faltara nada durante las reuniones.
En una sesión le pasé una nota invitándola a almorzar. Se me hizo apropiado, de alguna manera, pues agradecerle personalmente sus finas atenciones.
Cuando salimos ella tenía muchas preguntas profesionales, las cuales fui contestando una por una.
Sucede que fue a la misma universidad en la que estudié leyes. Eso la emocionó bastante y la plática se centró de cómo fue mi vida en los dormitorios de la escuela. De con quién salía y hasta con quién dormí. Aunque no lo dijo, si quería saber cuál era mi estilo o que me gustaba hacer en la cama. Quería saber todos los detalles.
"Quiero saber que hay detrás del traje y la corbata de un famoso como tú", dijo con un todo familiar, que rompió el formalismo y el respeto de una persona como yo merecía en ese tiempo de mi vida.
Los detalles se los platiqué de una forma no morbosa, sino le dije que yo era el tipo de hombre, no machista, que disfrutaba dar placer, antes de recibirlo.
Le conté que crecí entre mujeres, y fueron mujeres maduras las que me enseñaron el arte de la sexualidad en todos sus ámbitos y por eso no fui muy buscador de un placer personal, sino el dar placer.
Me dio a entender que a ella le gustaba explorar todas las posibilidades en la sexualidad ya que durante sus años en la escuela se cansó de estar con jovencitos que solo fornicaban y eyaculaban precozmente dejándola insatisfecha. Le dije que ese no era mi caso.
"Lo sé", dijo. "Ya hice mi tarea sobre ti. Conocí con quienes estuviste y me platicaron de ti. Pero no sabía que vivías por aquí. ¡Qué alegría me da!, expresó.
Después de almorzar me dijo que si tenía tiempo de ir a una cena familiar entre filipinos. Le contesté que no había inconveniente, siempre y cuando no hubiera malas caras al ver llegar a un chicano a su hogar. Me dijo que ella se encargaba del asunto.
Dos días después, viernes por la tarde, llegué a su casa. Todos hablaban inglés y tagalo. Cuando me vieron llegar presumieron de algunas palabras en español, como si yo no hablara inglés. Les dije que era de Los Ángeles y que hablaba inglés.
Por fin cambiaron su actitud y la conversación fue mantuvo cordial. Su mamá presumía que sabía hacer comida afrodisíaca, por lo que tuviera cuidado ya que me veía muy guapo. Le dije que no se preocupara.
"Yo no me preocupo, sino por mi hija", dijo. "Ella es la que necesita de alguien que la haga sentir. Qué sepa lo que es ser amada".
No dije más. Terminamos de cenar y pedí entrar al baño. Fui y escuché como hablaban entre ellas tagalo. Ahora si comprendí lo que los sajones han de pensar cuando los chicanos hablamos español frente o cerca de ellos, ¿estarán hablando de mí? Me arreglé el cabello, me refresqué la cara. Ya eran casi las 10:30 pm. Ya es hora de irme a casa. Salí del baño y ella me esperaba. Le dije que ya me tenía que ir. Me despedí y di las gracias por todo y me fui a mi hogar, que era mi propia oficina. Tenía arreglado una de las oficinas como dormitorio. .
Como a la media noche, escuché que alguien tocaba la ventana de mi oficina-dormitorio. No hice caso y luego escuché que alguien tocaba la puerta de atrás de la oficina.
Pregunté quién era. Y para sorpresa mía era la chica filipina. Le abrí la puerta. Entró muy rápido y le pregunté qué hacía ahí tan tarde.
Su respuesta fue colgarse de mi cuello y puso sus piernas detrás de mí amarradas y me beso apasionadamente, como queriéndome devorar.
Acepté su gesto. Venía dispuesta a experimentar todo lo que sabía de mí.
"Ya sé de lo que era capaz y quiero que me hagas el amor a la luz de la luna y las estrellas", dijo.
Me quedé pasmado. Ella se quitó la blusa y se postró frente a mí sus pequeños senos, típicos de las mujeres orientales. No quiso esperar nada del masaje erótico, ni la masturbación anal ni vaginal que siempre doy en mis sesiones íntimas. Ya venía caliente, ardiente, estaba húmeda. Como que lo que sabía de mí y su fantasía de hacerlo bajo la luna y las estrellas la habían hecho que se mojara y escurría de las ganas.
Le empecé a tentar sus tetas y empecé a besar sus pezones de forma sensual. Ella tomó mi cara y empezó a dirigir movimientos rígidos, como si estuviera en lucha contra alguien mucho más fuerte que ella. Quería sentir dolor, dureza, fuerza, no tanto sensualidad.
Eso era su deseo, y como buen cumplidor que soy, participé en hacerle realidad su fantasía.
En la oficina succioné sus senos, su vagina su culo hasta hacerla gritar de placer.
¡Ahahahahahahahahahhahahahhahahhahhahhahahhahhahahhahah! ¡Chúpame toda! Gritaba. ¡Acábame!
Después mis dedos entraron casi en su totalidad en su vagina. Pedía rudeza. Pero ella no me tocó nada. Ella totalmente encuerada y yo en mis pijamas. Ya con erección. Era los tiempos en que mi impotencia todavía no se desarrollaba. Cuando ya casi se venía por segunda vez. Paró y se volteó y puso mi mano en su culo, y luego en su vagina y con rudeza ya manifestada dirigía cada movimiento para sentir placer. Me pedía un dedo, dos, tres o cuatro en cada orificio. El pulgar lo pedía en el culo todo el tiempo. Después se puso a lamer  toda mi mano, saboreando cada uno de mis dedos.
Una vez ya empapada de sudor por haber sido penetrada por delante y por detrás por mis dedos, me dijo:
"Lista para ir a la luna y las estrellas". Se vistió rápidamente y salimos de la oficina. Me aventó las llaves de su carro y manejé. Tomé la carretera hacia las montañas de Malibú, pasé una base naval de Point Magu, por la costera del Océano Pacifico y me acordé de una playa privada que a esas horas de la noche no había nadie. Entré al estacionamiento. Y se bajó del carro, disparada corrió hacia la arena y se paró frente a las olas.
El cielo totalmente estrellado. Ninguna luz de la ciudad se veía, ya que estábamos prácticamente frente a mar abierto. La luna llena era sólo nuestro único testigo.
Las luces de los pocos carros pasaban desapercibidas porque estábamos ya casi 300 metros de donde estaba la carretera que estaba arriba de nosotros. Una oscuridad era total.
Llegue a ella, y se aventó al paso de las olas. Quedando completamente empapada.
Se paró frente a mí y me metió una zancadilla. Se montó en mí y agarró mis manos y me las puso en sus senos. Empezó a frotar con su vientre mi verga. Empecé a quitarle la blusa empapada dejando a relucir sus pequeños senos.
Mis manos empezaron a masajear sus pechos, sus hombros. Se acomodó para que succionara sus senos uno por uno. Mordisqué sus pezones y ella gimió de dolor y placer. Logrando que pudiera alcanzar su pantalón el cual se lo pude desabrochar. Me tomó tiempo por estar empapado, ya que era de mezclilla y se pegaba a su piel.
Tuve que revolcarme, rodando sobre la arena, mientras que mis manos sacaban el pantalón de sus piernas. Estábamos como una lucha libre de campeonato por quitar el pantalón y pantaleta.
Por fin lo logré. Ya estaba completamente encuerada. Se paró, brincó de gusto. Una ola nos llegó y nos empapó a los dos.
Ella se montó sobre mí. Empezó a quitarme la ropa. Lo logró.
Me dejé llevar, ya que tenía contra mí lo húmedo de mi ropa y lo agresivo de sus movimientos.
Por fin estábamos los dos bien empapados. Ella empezó a mamar mi verga, salada por el agua de mar. Totalmente tiesa por lo fresco de la noche, lo frío del agua y la estimulación que ejercía con su lengua y sus mordiscos. Se acomodó para un 69 y empecé a succionar su panocha. A besar sus labios vaginales. Mis dedos pulgares empezaron a penetrar su ano. Dilataba su culo con lo mojado de su vagina Y mi saliva que lograba untar en ellos.
Ella sintió lo que estaba haciendo y empezó a lamer su mano, echándole saliva y me pidió que hiciera lo mismo para que ella misma me ayudara a dilatar su culo.
Ella no succionaba mi verga, simplemente la lamía. Y ella pedía que le succionara su vagina.
"Chúpame, absorbe, chúpame, absorbe corazón, sí, sí, sí, sí, sí, sí, méteme tus dedos en mi culo, rómpeme, absorbe, rómpeme, absorbe, rompe, absorbe., así, así, así, así, así, así, Ay, Ay Ay Ay, me vengo, ve vengo, me vengo, Ay, Ay Ay Ay Ay, sácame los jugos, así, así, así…………………………………. ¡AHAHAHAHAH AHAHAHHAH AHHAHAHA HHAH AHAHHAHAHAHHAHAHAHA HAHHAHAHAHAHAHAHHA!
Sentí en mis labios y en mi lengua sus ricos jugos cuando de repente una ola nos agarró y nos metió al mar.
Logré salir del mar nadando, totalmente encuerado. NO supe dónde quedo ella. Le grité, para saber dónde estaba.
No contestó, me preocupé, pero de repente sentí que se montaba sobre mi espalda y como lucha me tumbó al piso.
Tomo mi verga y se la metió en su vagina. Cabalgó por un buen rato. Después, se acomodó en cuatro y me dijo;
"Métemela por el culo. Vente dentro de mí…", me lamió la verga. Luego me acomodé, le lamí el culo que estaba lleno de arena y de agua salada. Le limpié con la lengua lo que pude. Con mis dos dedos pulgares tenté y sentí que ya estaba listo.
Acomodé mi verga y lentamente le empecé a penetrar.
"Ah papi, así, así despacito, y ahora más duro, más duro, más duro, ábreme, ábreme son toda tuya", gritaba. "rómpeme, rómpeme, rómpeme. Si, Sí, sí, sí, así así, empuja, empuja, empuja, empuja empuja………………………………………..
¡AHAHAHA HAHAHAHAHHAHA HAHHAHAHAHAHHAHAHAH HAHAHAHHAHAHAHH AHAHAHHAHHAHAHHAH!
Entró toda mi verga. Su culo muy apretadito, mantenía mi verga totalmente adentro.
Ella empezó a mover sus nalgas y yo empujaba y trataba de sacarla pero estaba como atorado. Ensartado. Por lo que mi verga empezó a ponerse muy caliente y ella lo supo por lo que empezó a menear sus nalgas en cuatro direcciones, y que cuando ya no me aguante.
"Ya me vengo, ahahahahahahah ahahhahahhahahhahahah", y mi verga empezó a echar chorros de mis jugos dentro de su culo. "Ahahahahahah hahahhahahhahah hahahhahahhahahhahah".
Ella siguió moviéndose muy rápido hasta que la última gota de semen se derramaba dentro de su trasero.
Quedé totalmente exhausto. Ella se acomodó boca pecho sobre la arena y yo encima de ella con la verga dentro. Paso un tiempo hasta que lentamente saque mi verga de su culo, me recosté sobre la arena. Ella se acomodó para acercar su boca a mi verga y la empezó a lamer, de una manera sensual y con una de sus manos tomaba el semen que salía de su culo y lo untaba en sus dedos. El cual lo lamía al mismo tiempo que lamía mi verga.
Así estuvimos hasta las 3:00 am.
Nos recuperamos y buscamos nuestras ropas ayudados con la luz de la luna.
Caminamos al carro y nos dispusimos a regresar a la ciudad.
Sólo una vez más se repitió la aventura pero esta vez fue en un lugar más al norte de California. Desde muy temprano hicimos el amor de manera tradicional y ya en la noche volvimos la playa bajo la luna y las estrellas. Y esa fue la última vez. Se mudó de ciudad y desde hace 25 años que no sé de ella.
Me gustaría repetir esa experiencia con alguien que se anime ir a la playa a ver la luna y las estrellas.
¿Quién quiere ser esa persona?


Wednesday, August 2, 2017

Impotencia y placer


Por Larry Álvarez

Llegué un día a casa. Tenía una cita con una chica que había conocido en internet. En esta ocasión no tomé la píldora del vigor que hace que se me pare mi intimidad con dureza y firmeza. Al ser un hombre preocupado y consiente de que a la mujer los hombres solo se la cogen y no la poseen, opte, desde el momento en que fui rechazado por tener disfunción eréctil, no ser egoísta y ser siempre el que diera primer dar placer, y una vez satisfechas, que se tomen su tiempo para darme lo que necesito, el placer oral y la eyaculación en su boca o en sus pechos o en su rostro o en los abismos de su intimidad.
Desde hace 20 años que soy impotente. He sido humillado, rechazado, y hasta dejado. Pero es esa ocasión llegué listo a complacer y ser complacido. Preparé la habitación con velas aromáticas, música suave, romántica, las luces a medio tono, las sábanas de color, una botella de vino, una buena ducha, y listo para el encuentro.
Ella llegó arreglada, con su ropa interior transparente. Nos miramos cada uno. Mi mirada iba más allá de lo que veía, la desnudaba completamente. Me acerqué a ella y empecé a acariciar su cabello, empecé a oler su rica piel. Un aroma exquisito. Me acerqué a sus oídos a su cuello, y empecé a besarla profundamente.
Le dije que se recostará y con mis manos empecé a masajear su cuerpo. Unté en ella una loción especial para que su piel se sintiera más sutil, y más fragante para sentir mi cuerpo. Fui recorriendo su espalda. Hasta su orificio trasero colocando mi dedo suavemente, gimió y no dijo más. Dilate su profundidad anal, entrando mis dedos con facilidad.
Masajee sus nalgas, unté más loción para sentirlas parte de su todo. Fui pierna por pierna, muslo por muslo, hasta llegar a los dedos, y empecé a lamerlos uno por uno. Le pedí que se volteara boca arriba. Empecé a besarla en la frente, en toda su cara y por supuesto en sus labios superiores e inferiores que estaban ardientes de mis caricias.
Me dirigí hacia su cuello y la besé tantas veces que ella mismo me dirigió hacia sus pechos. Sus pezones estaban a punto de reventar y uno por uno empecé a succionar. Gemía al sentir lo picoso de mi barba, una barba que me dejó crecer por uno o dos días para este tipo de ocasión.
Al tiempo mis manos se dirigen hacia el clítoris y mis dedos masajean esa parte tan sensual, tan delicada, tan hermosa de la mujer. Mis labios recorren todo su torso, sus senos, su pecho hasta bajar, pasando por el ombligo al cual también le toca lo suyo.
Al llegar al clítoris, el cual está esperándome. Mi lengua toca la puerta para entrar. Mientras que mis dos dedos pulgares sienten lo húmedo de su vagina. Lamía desde el clítoris hasta la entrada de su vagina la cual ya escurría de placer.
Empecé a succionar y ella pedía más y más y más y más. Sentí que temblaba y noté que empezaba a tener su primer orgasmo.
Así que aproveché y seguí lamiendo empecé a meter dedo por dedo hasta tener cuatro de ellos frotando su interior. Empecé a besar los lados de los labios de su vagina. Y ella pedía más, más, más, y más hasta que reventó con el primer orgasmo.
¡AHAHAHAHAHAHAHAHAHAH!
Se quedó semiparalizada, me pidió que esperara un momento y luego se dirigió a mi boca y empezó a besarme apasionadamente compartiéndole sus jugos que con placer me tomé de su interior.  
Le pedí que se acomodara en cuatro y mi dedo pulgar entró en su ano y mis cuatro dedos en su vagina y me pidió que fuera lento pero preciso ya que por el dolor necesitaba más lubricante. Mi lengua entró en acción, con saliva y puse nuevamente la loción en mis dedos para dilatarlo mucho más.
Hasta que empezó a gemir y sintió de nuevo un segundo orgasmo.
AHHHHH AHHHHHHAHHHAH AHHHHHHHHHHHAHHHHH.
La recuesto de espalda y mi lengua empieza a lamer su vagina y a tomar de sus ricos jugos, esperando que ella me dijera dame tu deliciosa verga. Pero no dice nada. La coloco para un 69 y continuó lamiendo todos los labios de su vagina, su culo, hasta que consigue un tercer orgasmo.
AHHHHH AHHHHHHAHHHAH AHHHHHHHHHHHAHHHHH.
Al quedar satisfecha, le pido que ordeñara la leche acumulada por mucho tiempo. Su respuesta, egoísta, fue besar la punta de mi verga, se incorpora, se viste, y sale de mi casa.  
La próxima vez tomaré Viagra.

La impotencia es como tener un carro lleno de gasolina, con el motor caliente y sin la llave para echarlo andar. Busco a quién pueda tener esa llave, con ganas de tomar su tiempo para satisfacer mi cuerpo caliente de las ganas de explotar encima de alguien o dentro de alguien que se anime y que le guste los desafíos. ¿Tienes tú la llave?

En nuestra habitación



Por Larry Álvarez

Relájate un momento y piensa que estoy detrás de ti. Sientes una sensación de escalofrío por la energía que emana mi cuerpo.

Volteas hacia mí y me miras fijamente como tratando de leer mi mente. Y yo te desnudo simplemente con la mirada.

Se escucha una música suave y romántica que invade el lugar donde estamos. Es tu melodía preferida. Te ciñes a mí con un abrazo y nos empezamos a besar profundamente y largamente.

Bailamos por un momento y mis manos empiezan a desvestirte lentamente. Tú me quitas la camisa y nuestras pieles se pegan una con la otra.

Una vez que ya estas sin nada tomamos una copa de vino y lentamente exploramos más nuestros cuerpos.

Mis manos caminan por tu espalda y en tus piernas, por tu cuello, por tus glúteos. Nos vamos a la ducha y nos bañamos juntos y limpio tu vagina y tu trasero con mucha delicadeza.

Al terminar el baño nos vamos a la recamara y te doy un masaje para relajar los músculos de tu cuello. Te volteo con la espalada a mi pecho. Mis manos te acarician. Descubro el fuego que llevas dentro. Mis dedos acariciarán todo tu cuerpo.

Preparo una porción de aceite aromatizante para que tu cuerpo sea más receptivo a mis caricias.

Froto suavemente tu cuerpo, desde arriba hasta la punta de tus dedos. Luego, mis besos y caricias inundan tu cuello, tu espalda, tus senos, tu ombligo, tus piernas, tus pantorrillas, tus tobillos y los dedos de tus pies, lamiéndolos uno por uno.

Te volteas boca arriba, para partir desde la punta del pie hacia arriba, masajeando las rodillas, las piernas, llego a tu torso y extiendo mis manos y brazos para recorrer en círculo tus pechos cuyos pezones están bien paraditos.

Tomo un plumaje y cerrando tus ojos te dejas llevar por la sensación.

La pluma recorre por toda tu columna vertebral, tus piernas y en medio de tus glúteos. Esto provoca que levantes tu trasero y rozo con delicadeza tus dos orificios.

Después acomodo tu cabeza en una almohada. Coloco tres almohadas sobre tus asentaderas para ver ampliamente sus partes íntimas.

Masajeo el abdomen, los muslos y los pechos. Lubrico el montículo de tu vagina con una pequeña cantidad de aceite o lubricante. Lo masajeo de forma suave y los labios externos de tu vagina.


Con suma delicadeza, tomo el labio exterior con el pulgar y el índice, casi sin presionar, con mucha suavidad y recorro todo el largo de los dos labios vaginales, en forma ascendente y descendente. También masajeo tu clítoris

Introduzco un medio dedo dentro en la vagina. Con mucha delicadeza, sobo suavemente su interior. Aumento la velocidad pero no enloquecidamente.
Mi dedo meñique explora el orificio del ano, y respondes positivamente por lo que lo lubrico con mi lengua subiendo y bajando hasta tu vagina.

Es aquí donde tienes tu primer orgasmo, con varias descargas. Bebo tus jugos más tarde alcanzas un segundo orgasmo

Después de las convulsiones orgásmicas, te pido que te pongas en cuatro, para que mi dedo pulgar entre en su ano y los otros cuatro en tu vagina.

De nuevo, mi lengua trabaja para dilatar tu culito. Mientras, mi otra mano toca tus senos tiernamente. Mi lengua y dedos laboran en tu vagina y en tu clítoris teniendo así tu tercer orgasmo.

En este tipo de encuentro momentos, no puedo dejar de pensar, maldiciendo mi infortunio de no disponer de una buena condición sexual, como la de mis buenos tiempos para disfrutar plenamente el momento.

Me paro de la cama, voy al baño para asearme y refrescarme en la regadera. Mi mente excitada, mi cuerpo caliente.

Regreso a la habitación, totalmente desnudo. Ella despierta y puedo ver mi verga flácida, sin asomo de una deseada erección. Como ya conocía mi problema no se sorprendió, solo miró tristemente mi miembro alicaído.

Ella se levanta, va a mi maletilla y saca pastillas de viagra y me dice que no las iba a necesitar ya que ella me ayudaría a destapar la olla de presión que traía dentro.


Asegurándose de que su lengua esta goteante de humedad, comienza en la base del tallo de mi pene y lo lame hacia arriba lentamente. Gira su cabeza de lado y simula morderme suavemente colocando tus dientes en mi carne.

Su mano izquierda está tocando mis huevos, quizás arañándolos ligeramente con sus uñas. Busca debajo y detrás de los huevos para encontrar esa área tan sensible justo antes del ano, o incluso meter un dedo en mi agujero muy suavemente, ya que el músculo que causa la erección comienza ahí atrás, esto producirá una reacción en mi verga, que necesito a mi edad.

Continua con los balanceos hacia arriba con su lengua, desde la base del mástil al borde del capullo, no se detiene, continúa su larga y húmeda lamida sobre la punta de mi verga, insistiendo en el agujero del centro. Estruja el tallo y mira como brota líquido pre seminal.

Muestra lo mucho que le gustan mis líquidos. Empiezo a gemir y mete tanta verga como pueda caber dentro de su boca. La chupa y prueba todos sus movimientos variados hasta que sepa que no puedo soportar más y voy a derramarme.

Recibe mis disparos de leche a borbotones en su garganta. Es asombroso cuanta leche sale. La saborea.

Toma su tiempo para exprimirme y después se va a asear. Yo quedo exhausto. Pero ella no ha quedado completamente satisfecha.

Me levanto me dirijo hacia ella y me dice:-"Cógeme". Yo estaba excitadísimo. Ella agarra mí verga entre sus manos y la dirige hacia su culo y su vagina, jugueteando entre los dos agujeros. Logro encararla en uno de los dos, la muevo suavemente, rozándome con el capullo los labios de entrada, notando como estaban húmedos. Ella excitadísima, dando suspiros de placer, muriéndome de ganas.

Yo no pude aguantar más, mi verga se puso dura, larga y la metí lentamente dentro de su vagina y ella estaba tan ardiente que empezó a tener otro orgasmo.

La sensación fue buenísima, aún no me había dado tiempo a recuperarme y ya estaba otra vez sintiendo placer, la miraba a través del espejo, y parecía excitarse más, mis manos se fueron a su pecho, y mientras mantenía mi verga dentro de ella, alcanzo a acariciar sus pechos y pezones, rozándolos, pellizcándolos suavemente. No dejo que sacara mi verga. Yo la empujaba, dándole piquetes hasta que logro tener un nuevo orgasmo.

Mi verga está crecida, como antes. Ella me pide que aprovechando que la tenía larga, parada y dura pues que se la metiera por atrás. Saco mí verga, ella me la limpia con su boca.

Acomodo sus piernas sobre mis hombros y mi pene a la altura de su ano y lentamente penetro, primero una cuarta, una mita tres cuartas y la empujo hasta dentro.

Las lamidas anteriores, el aceite ya habían surtido su efecto.

Me muevo al ritmo que ella me dice. Me pide que la empuje duro. Así estamos por un buen tiempo. Le pido que cambiemos de posición y se acomoda en cuatro con las nalgas hacia arriba, sentándome para poder cabalgar.

Mi verga entra con mucha facilidad en su cola. Y ahora sí, le doy lo más duro que puedo, lo que dan mis fuerzas y ella me pide mi leche, y reviento sintiendo chorros ardientes dentro de su trasero. Ella alcanza así otro orgasmo.

Quedamos los dos cansados. Logro sacar mi verga. Nos acostamos y nos acomodamos en un 69 hasta que nos quedamos dormidos bien satisfechos.


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