Por Liz Martínez
PREFACIO
Glodomiro y Pánfilo son dos jóvenes adolescentes y estudiantes
preuniversitarios descendientes de inmigrantes de piel oscura, que habitan una
región del mundo tan multicultural y multirracial como la ciudad frontera donde
viven. Ellos son los protagonistas de esta nueva historia que ahora os ofrezco
y cuya estructura básica sigue conteniendo el mismo sello de mis anteriores
escritos.
Glodomiro es un joven con un perfil de marcada timidez, quién como
compensación cuenta con un acuse de altas notas escolares y gran aprecio por la
lectura, y es por ende la parte pensante y relatora de esta historia. Es quien
razona y profundiza cada parte de la lectura, siempre en una narrativa de
primera persona que conduce al lector como si fuera un guía que le ayudará a transitar
y comprender los sentimientos de un adolescente en pleno despertar de su
sexualidad cuando a éste la vida lo somete a un inesperado encuentro con una de
las más extrañas realidades de este mundo.
En contraposición, tenemos a Pánfilo, quién en ausencia de un aporte
mental de profundidad, tiene la virtud de ser la parte imprudente y temeraria
de esta historia. Es el clásico primo que no siente miedo, y cuya misión parece
ser la de servir como el escudo de protección que brinda la seguridad que Glodomiro
necesita para tomar decisiones.
Ambos se encuentran inmersos en el ilusorio mundo de la diversión
juvenil. Ambiente en el que poco les importa su innegable origen afro debido a
que se han desarrollado en una cultura multirracial en la cual como todo
adolescente sueñan con las aventuras amorosas que tanto las diosas de la
propaganda televisiva como las de las películas de acción establecen como el
casi imposible estándar de belleza femenina. Fantasías que como tal, lucen
inalcanzables para ellos, sobre todo en un mundo donde la imagen es la segunda
moneda de cambio.
Sin embargo, lo que están por experimentar en la vida es que
casualmente todo puede dar un giro modificando radicalmente la realidad que les
tocó vivir. No obstante, con ello aprenderán que la vida no regala nada, y que
cuando esto sucede; hay que pagar el precio, pues todo tiene un costo y un
balance, de lo contrario nada podría existir.
Y desde luego que hay un tercer y verdaderamente oscuro personaje en
esta historia, el cual se irá desenvolviendo a modo de suspenso y sorpresa a
través de cada evento relatado. Siempre como parte de los más íntimos deseos de
estos adolescentes cuya incontrolada furia emocional ha logrado mover un
comando de la realidad que los llevará hasta el nivel pesadilla.
CAPÍTULO 1
ANGY … ÁNGEL O DEMONIO
Las casualidades no existen. Tu eres el mundo que percibes, todo lo
que hay afuera de ti; eres tú mismo, y todo se encuentra bajo tu comando. Aun y
cuando no estés consciente de ello … Aun y cuando no tenga s ni idea de cómo se
ejecuta es a función de la mente .
Tras ponerle el mejor antivirus a esa computadora portátil que
adquirimos a buen precio, nos fuimos al garaje de la casa y empezamos a ver
todo lo que nos interesaba, centrando nuestra atención en esas páginas web
prohibidas, hasta que finalmente encontramos la que buscábamos y que tanto nos
habían recomendado otros compañeros del colegio. Era bastante organizada, con
un servicio de chat donde curiosamente no restringían la edad, aunque como bien
sabíamos eso no es más que un protocolo de protección para quienes administran
la web.
En ese sitio todos ofrecían un relato como pantalla para ingresar.
Relato que normalmente era algún cuento sobre una aventura erótica para
disfrazar el verdadero objetivo de la página, que era la oferta de servicios
sexuales. Así que el primer día solo asistimos como observadores viendo con
morbo que eso parecía ser, o mejor dicho era un mercado, donde gente adulta
compraba servicios sexuales de menores según la oferta o la demanda. Lo único
que pedían era qué si queríamos pertenecer a ese club y poder obtener una
oferta real, debíamos colocar fotos reales y no una ficticia. Esas fotos no
necesariamente eran de rostros sino de ciertas partes del cuerpo, o en su
defecto; cuerpos donde se ocultaba el rostro, pero todas con su etiqueta clave
de oferta, y desde luego que para conocer esas claves nos enviaron una lista
desde un correo anónimo.
Por ejemplo, una chica de 14 años que ofertaba sexo oral sin protección
colocaba en su foto la etiqueta: M 14 S.O. (SC) seguida de un bonito cuento
donde relataba como fue iniciada en eso por tal o cual familiar, sacerdote,
maestro, o violador anónimo en algún callejón, y rápidamente hacía una subasta
contactándose con el mejor postor, y por supuesto que las “M V” ofertaban esa
“V” a un costo mucho mayor. Todo ello sin faltar desde luego el score de
calificación de los consumidores, tal y como lo hace cierto sitio de videos,
con el símbolo de manita arriba para “like” y manita abajo para “dislike”
En esa forma toda transacción era administrada por la página,
simulando con eso la compraventa de esas fotos, obteniendo desde luego su
jugosa comisión con cada operación. Un bonito juego en el que todos ganaban,
excepto cuando las agencias policiacas capturaban infraganti a la pareja en esa
ilícita relación.
Pero curiosos como éramos, navegamos por el mapa geográfico de la
página hasta ubicarnos exactamente en nuestra ciudad para saber cuánta
actividad de esa página había en ella, y quedamos realmente sorprendidos.
Parecíamos ser el monte Everest de esa actividad a nivel mundial. Cosa que sin
duda se debía a la laxitud legal que la oficialidad de nuestra ciudad siempre
ha padecido.
En esa área la oferta y la demanda eran de tal nivel que se
agrupaban en secciones o grupos según su preferencia, por lo cual, y gracias a
la magia tecnológica de la filtración, decidimos internarnos en el de mujeres
adultas que quisieran tener relaciones con adolescentes de piel oscura como
nosotros, grupo por cierto muy reducido, pues solo había cerca de diez mil, de
las cuales en el pequeño grupo de mil ciento cincuenta que calificaban con
optima referencia según los consumidores de nuestra región, una de ellas
parecía ser la más exigente, pues había rechazado ya varias ofertas, y de
inmediato nos interesó saber que era lo que quería, para lo cual recurrimos a
su chat privado.
Su mensaje era muy claro, y lo podríamos resumir así: mujer adulta
busca relacionarse con adolescentes preuniversitarios en nuestra ciudad
frontera, tipo preferente, nativos de la región, piel oscura, buena condición
física, dispuestos a seguir mis instrucciones durante un mes; tiempo que me
tardaré en visitar la ciudad. Oferta: S.O. en algún lugar de la localidad, sin
compromisos de ningún tipo. Y cuando decía sin compromisos, se refería a que no
ofrecía ningún tipo de remuneración a cambio. Pues ella no compraba ni vendía,
solo quería una relación de tipo amistoso.
Interesados como estábamos en ese tipo de oferta, seguimos tecleando
para preguntarle cómo era ella, y nos dijo que era rubia y de aspecto físico
bastante aceptable, pero que cuando visitaba nuestra ciudad usaba un arreglo de
pelo artificial de otro color sobrepuesto sobre su rubia cabellera, lo cual
tenía por objeto mantener un bajo perfil para no ser tan llamativa con ese
aspecto de extranjera, y así poder lucir como una más de nuestras compañeras
preuniversitarias.
También nos aclaró que su segunda exigencia era que la orientación
sexual de quien contactara con ella fuera cien por ciento heterosexual, con un
marcado gusto por las mujeres de tipo caucásico, como lo era ella. Lo cual caía
exactamente en nuestra preferencia, pues a pesar de ser negros como el carbón,
teníamos gran pasión por todas esas películas de acción con mujeres blancas y
de sensual personalidad, siendo nuestras favoritas las tenebrosamente malas o
villanas, esas peligrosas chicas que liquidaban rápido y sin clemencia a sus
rivales durante las escenas de acción, de entre las cuales teníamos frente a
nosotros en ese garaje el poster de la que casi considerábamos nuestra diosa,
apuntando y disparando hacia el frente con ese revolver que era tan letal como
su felina mirada.
Pero volviendo al tema de nuestro contacto en esa página. Ella no
quería aportar imágenes en ese sitio debido al alto perfil profesional de su
trabajo, razón por la cual solo mostraba una imagen móvil de su oferta.
Pero como insistimos en conocer su cuerpo como lo hacían en esa
página, accedió a enviarnos imágenes de su cuerpo a través de un correo
anónimo, siempre que le enviáramos lo mismo de nosotros, y que ella nos diría
si nos aceptaba de acuerdo con lo que viera.
Y el primer correo llegó, mostrando una imagen móvil que nos dejó en
silencio, mientras veíamos como lentamente acariciaba sus perfectos senos, al
tiempo que sentíamos esa tremenda cosquilla que hacen los testículos cuando un
impacto visual presiona la producción de semen.
Unos segundos después llegó otro correo con una imagen más, en la
que veíamos como arqueaba su espalda, evidenciando la perfecta estructura de un
femenino y juvenil cuerpo, como los que solo habíamos visto en algunas revistas
de cine o modelaje.
Quedamos boquiabiertos con las imágenes. Esa mujer parecía estar
diseñada para montarse en ella y no bajar nunca hasta morir. Pero asumiendo que
tanta belleza era una broma de la gente que asiste a ese sitio Web, decidimos
contestar con uno de nuestros juegos, y una vez que nos pusimos de acuerdo,
decidimos responder a esa comunicación enviándole un video donde le mostrábamos
nuestros cuerpos de la cintura hacia abajo, ejecutando la funcionalidad
completa de una masturbación lanzada al lente de la cámara, diciéndole que eso
era lo que había provocado con sus imágenes, y que queríamos que nos evaluara y
nos calificara según su gusto. Y para nuestra sorpresa nos respondió diciendo
que éramos exactamente lo que ella buscaba.
Luego, nos dijo que estando en la página Web donde la contactamos,
debíamos tener claves especiales de comunicación una vez que nos diéramos de
alta en ese sitio, pues había agencias federales de varios países rastreando
las comunicaciones de esa página, razón por la cual, una vez que entráramos
debíamos trasladarnos a una sección de esa Web que usaba una tenebrosa obra de
la tecnología llamada: “ No me mientas Pinocho ”. La cual servía como detector
de mentiras con una confiabilidad del 97% de acierto, siempre que las preguntas
fueran precisas, y las respuestas: Si o No.
Solo había que poner una mano sobre la pantalla táctil, y de
inmediato aparecía la clave que nos identificaba en ese sitio Web, después de
eso, todo lo que escribiera la otra mano en el teclado virtual de esa pantalla
sería evaluado como verdad o mentira según la pregunta. No había forma de hacer
truco o cambiarse por otra persona, pues el sistema reconocía si tanto la mano
colocada como la que tecleaba era de la misma persona. En esa forma podíamos
hacerle preguntas, y que ella nos las hiciera también, para lo cual, ella se
identificaba con el nombre clave: VLT 1970 Pero prefería que le dijéramos
“Angy”. Por nuestra parte, nosotros elegimos las claves: “Gansito” para mi
primo, y “Burrito” para mí.
Así que enseguida nos preguntó si estábamos listos para empezar.
También nos advirtió que si decíamos mentiras seriamos rechazados, y ya no
podríamos volver a entrar a ese sitio que podía identificarnos como usuarios no
confiables.
— !Pánfilo! … Tengo miedo … Esto ya se puso serio. — Le dije a mi
primo. — Que tal si es una trampa para secuestrarnos y llevarnos como esclavos
al medio oriente. Esa página web tiene fama de estar controlada por los
iluminatis, los MKU o como se llamen.
— !Hay Glodomiro! No seas ridículo — Me dijo mi primo. — Para eso no
necesitan tanto rollo, solo tienen que agarrar al primer pazguato que vean en
la calle … y como casi no hay.
— !Pánfilo! … También puede
ser una alienígena, y vamos a terminar como comida de extraterrestres. — Le
dije a mi primo.
— !Otra vez! … De seguro estuviste viendo esas películas para niños
tontos. — Me dijo mi primo. — Esos solo se llevan cosas buenas. El único negro
al que agarraron los extraterrestres no les gustó para nada, y no han vuelto a
secuestrar otro.
Pero atendiendo a mi paranoia, mi primo volvió a teclear, poniendo
como condición qué si éramos aceptados por ella después de las preguntas, la
cita debía ser en un lugar público y seguro, y que iríamos los dos o no habría
trato. Después de todo estábamos jugando a ser unos duros negociadores con la
parte que necesitaba de nosotros. Así que luego de esperar un rato que nos
pareció una eternidad recibimos la respuesta:
— Condición aceptada.
Con algo de temor nos decidimos, y una vez que nos dimos de alta en
ese sitio Web, empezamos, siendo mi primo Pánfilo el primero en preguntar.
— ¿Eres alguna modelo de revistas o televisión? — No. — Respondió
ella. — ¿Aeromoza? — No. — Respondió ella. — ¿Deportista? — Si. — Respondió
ella. — ¿Famosa? — No. — Respondió ella. — ¿Continente americano? — No. —
Respondió ella. — ¿Europa? — Si. — Respondió ella.
Al no ocurrírsele otra pregunta a Pánfilo, tuve que continuar yo, y
desconfiado como soy, decidí hacerle preguntas más difíciles de cubrir con
mentiras.
— ¿Eres realmente tú la de las imágenes que enviaste? — Si. —
Respondió ella. — ¿Tiene alguna mala intención tu comunicación? — No. —
Respondió ella. — ¿Perteneces o has pertenecido a organizaciones criminales? —
No. — Respondió ella. — ¿Te excitas con adolescentes de piel oscura? — Si. —
Respondió ella. — ¿Y con adultos? — No. — Respondió ella. — ¿Quieres que te
demos una malteada como la del video? — Si. — Respondió ella. — ¿Aparte de S.O.
También haces S.A. — … Si. — Respondió ella, tardando un poco. — ¿Tienes mucha
experiencia en hacer todo eso? — Si. — Respondió ella. — ¿Sientes vergüenza o culpa en tu actividad?
— No. — Respondió ella. — ¿Nos estas engañando en alguna forma con tus
respuestas? — No. — Respondió ella.
Y tras hacer mis preguntas, llegó el turno de ella.
— ¿Estarían dispuestos a abstenerse de esa actividad que vi en el
video durante todo un mes, hasta el día de nuestra cita? — Nos preguntó ella, a
lo cual nos tardamos un poco en responder, pues ni Pánfilo ni yo dejábamos de
hacerlo a diario. Hasta que respirando hondo nos pusimos de acuerdo
respondiendo. — Sí. — Y el
detector brincó a Rojo: (Falso) … con ambos.
Derrumbados y pensando que habíamos arruinado nuestra mejor
oportunidad … Luego de un rato que nos pareció una eternidad, recibimos otro
mensaje:
— Les voy a dar otra oportunidad chicos … Pero será a mi manera, … y
es como sigue: — Nos dijo ella.
Luego de cancelar la falla que habíamos tenido en nuestra respuesta,
nos dijo que dentro de un mes estaría en nuestra ciudad, y qué al llegar, nos
preguntaría de nuevo con ese detector de mentiras si habíamos cumplido con su
encargo. Además, había otra condición especial que debíamos cumplir, y era la
de tomar cierta bebida nutricional, cuya información encontraríamos en
Internet, y que una vez preparada no tenía ningún mal sabor. La cual serviría
para energizar el cuerpo y enriquecer las hormonas que producían las acciones
del video que le enviamos. Mientras tanto, nos dijo que podíamos platicar con
ella por escrito, de computadora a computadora, pero tendría que ser
exactamente a las 3:00 AM hora local de nuestra ciudad, siempre a través de ese
canal seguro que ofrecía la página, y solo por un máximo de cinco minutos.
Fuera de ese rango de tiempo no era seguro.
Pronto nos dimos cuenta de que con ella podíamos platicar de casi
cualquier cosa. Astronomía, ciencia, tecnología, literatura, historia medieval
europea, datos de nuestra región de los que no teníamos ni idea, propiedades
medicinales de las plantas, psicología, aeronáutica y hasta recetas de cocina …
Siempre tenía respuesta para todo, como si fuera el mismo Internet el que nos
respondiera, pero en forma personal … Así que paranoico como soy, por un
momento empecé a pensar que se trataba de una inteligencia artificial, como la
que presumiblemente tenían en esa página web, cosa que no le mencione a mi
primo para evitar otra reprimenda.
CAPÍTULO 2
( EL ENCUENTRO )
L os deseos que aparentan ser regalos de la vida, casi siempre
vienen envueltos en espinas.
* * *
Y el gran día llegó, y contra todo pronóstico, hicimos lo que nos
pidió, aunque realmente no teníamos ni idea de la fuerza de voluntad que se
requería para lograr esa hazaña. Pues al tercer día la ansiedad era punto más
que insoportable, supongo que como cualquier adicción, por lo cual solo
encontrábamos alivio al bañarnos con agua fría, aunado a ejercicios mentales y
de respiración, como ella nos lo indicó en sus escritos. Y una vez que nos
confirmó que su vuelo había llegado al aeropuerto nos dirigimos al lugar que
habíamos seleccionado para la cita en la hora pactada. Esta vez estábamos
decididos a no fallar el interrogatorio con ese infalible detector de
mentiras.
El lugar que elegimos para la cita era en la biblioteca de la
ciudad. Un lugar público y perfectamente vigilado por ser parte del consulado
norteamericano de la frontera, y donde los cubículos privados para clientes que
lo requerían estaban cerrados por un cancel de vidrio que impedía cualquier
interrupción o molestia del exterior, y persianas que a discreción impedirían
la vista hacia el interior. El lugar era perfecto para negocios o clases
particulares, y en nuestro caso para sentirnos seguros y empezar a conocerla.
La señal que nos dio era que estaría en uno de esos cubículos privados con unos
enormes lentes y un saco oscuro, el cual se quitaría en cuanto nos viera para
colocar un lápiz de color negro en sus labios.
El mes que pidió nos había parecido eterno, sobre todo por las
condiciones que nos impuso. Por nuestra parte, habíamos hecho nuestras propias
apuestas acerca de su país de origen. Estábamos casi seguros de que era de
España, pero por el tipo de escritura y preguntas que nos hacía sobre nuestra
cultura, no parecía ser de ahí, tampoco de Argentina u otro lugar de América. Y
cuando llegado el día nos comunicamos para decirle que podía hacer sus
preguntas en el detector de mentiras, solo respondió escuetamente que las haría
cuando nos viéramos a la hora pactada. Pero una vez que llegamos a la
biblioteca, y después de esperar como cinco minutos estábamos impacientes.
— !Pánfilo! … Ya esperamos casi cinco minutos y no parece que sea
ninguna de las que vemos. Vamos a preguntarle por el chat de esa página si ya
llegó. — Le dije a mi primo.
— !No Glodomiro! — Me dijo mi primo — Ya sabes cómo son las mujeres.
Nunca están listas a la hora acordada. Además, recuerda lo que nos dijo acerca
de que no nos comunicáramos por ningún motivo, pues estamos muy cerca de la
frontera norteamericana, y hay agentes de la policía rastreando las
transmisiones de los clientes de esa página web … y buscar u ofrecer estas
relaciones está tipificado como delito mayor. Si nos agarran son cien años de
calabozo.
Angy (una historia para adolescentes)
10
Pero después de esperar y esperar nos decidimos, y usando su clave
de cliente en esa página que la conectaba directamente a su móvil, nos
comunicamos en código secreto:
— Lobo Lobito, ¿ya estás aquí? … — Le preguntamos por el chat.
— !Si! … Ya los vi calabazas. — Nos respondió por el chat. — Les
dije que no hablaran. Quédense en la biblioteca, estoy terminando algo y les
doy la señal para que se acerquen … y ya no hablen, o tendremos que abortar la
operación. Ellos están en todas partes … son como el “agente Smith” de esa
película que me platicaron … y solo necesitan tres transmisiones para
triangular nuestras coordenadas GPS.
Así que para hacer tiempo simulamos buscar un libro mientras
husmeábamos cerca de los cubículos, pues según acordamos, ella llegaría para
ocupar uno de esos exclusivos lugares, y suponiendo que ella ya estaba en uno
de esos lugares transitamos por ese corredor hasta que de pronto, quedamos
impactados con la alucinante imagen que vimos a través del cancel de vidrio de
uno de esos cubículos privados.
Continuará en la próxima sección de Grandes Relatos de ENCUENTROS.
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