Friday, October 11, 2019

Mi Sobrino el Mecánico

- ¿Sobrino, estas ahí abajo trabajando? 
- Si tía. El tío me pidió que revisará los escapes de aceite del auto y tratara de repararlos. 
- Está bien mijo. No se le olvide comer, le dejo una torta y un jugo sobre la mesa. 
- Gracias tía. 
Emma se iba a retirar cuando noto que el chico llevaba un rato observándola. 
- ¿Se me estará viendo todo? La próxima vez debo tener cuidado, pero ya es tarde así que, si me vio las nalgas y la raja no hay nada que hacer. ¡Que lo disfrute! Y sonriendo pícaramente se alejó. 
Emma estaba en sus cuarenta y pico primaveras, pero gracias a su trabajo en el gimnasio y a pesar de tres hijos, la mayor de 14. mantenía una buena figura. Su pasión en el gimnasio era competir por la atención de los hombres con las mujeres diez años más jóvenes. Usaba atuendos de gimnasia a la última moda y una talla más pequeña de manera que sus senos pequeños pero turgentes se sostenían sin sujetadores desafiando la gravedad y su cadera se ampliaba como un guitarrón para sostener unas nalgas bien trabajadas que ocultaban una tremenda grieta que dejaban poco a la imaginación por la parte trasera, y por delante se marcaba de manera visible para beneplácito de los parroquianos. 
Desde chica Emma había disfrutado de la atención que despertaba sus exhibiciones camufladas de inocencia. Había refinado la técnica para sentarse con las piernas semiabiertas y a moverlas hasta que dejaba vislumbrar la abertura de su boca vertical cubierta por las pantaletas trasparentes. 
Su sobrino, el hijo de su hermana, de 17 años había llegado a su casa para asistir a la universidad a estudiar ingeniería mecánica y su esposo había estado de acuerdo en acomodarlo siempre y cuando ayudara en su taller de reparar autos que estaba en un galpón anexo a su vivienda. 
Cuando empezaba a alejarse, se dio cuenta que el chico la seguía con la mirada y entonces fingió que recogía algo del suelo para así darle una visión de sus largas y gruesas piernas que terminaban en ese par de nalgonas al que su marido dedicaba su total devoción. 
Un espejo que su marido usaba para ver debajo de los autos sin meterse debajo de ellos estaba reclinado en la pared y por coincidencia apuntaba hacia donde se encontraba el muchacho y vio que este sacaba la lengua como si quisiera lamerla allí entre las nalgas. 
Ella se detuvo unos segundos y abrió el compás de las piernas. Al hacerlo noto que el chico agitaba el brazo y se imaginó que la visión había destruido las barreras de contención del respeto a la hermana de su mamá y se estaba empezando a masturbar. 
- ¿Sobrino? ¿Aún está ahí? 
- Si tiita, respondió el chico con un jadeo de esfuerzo 
- ¿Me dejaría ver la maquina? 
Tras un silencio el chico que había detenido la manipulación de su pene, pregunto 
- ¿Como así tía? 
-Bueno, voy a bajar al puente para que usted me enseñe la maquina 
Y diciendo esto se devolvió y empezó a descender los escalones. 
Abajo el chico tenía una bombilla colgada de un gancho que, aunque no daba suficiente luz era potente como para ver los detalles del auto por debajo. 
Emma observó que su sobrino manipulaba la bragueta del overol y cuando se dio la vuelta se observaba un bulto que formaba una carpa. 
A Emma le hizo gracia, pero no quería darle tregua al joven. 
- A ver sobrino muéstreme el problema. 
- ¿El problema, tiita? 
- ¡Cual será! El del auto...o hay otro problema que quiera mostrarme, mirándole a los ojos y a la carpa que por segundos crecía. 
El chico nervioso se dio vuelta, descolgó la lámpara y apunto a las tuercas que dejaban escapar unas gotas. 
Emma sintió que su vagina también dejaba escapar un flujo que el puente de sus calzones no podía contener y que hacían que su raja se sintiera pegajosa. 
El joven también sintió el palpitar de su verga y que era urgente que se hiciera cargo de esa máquina antes de que se viniera allí mismo sin tocarse. 
- Tía tengo que ir al baño estoy que me orino. 
- Claro mijo, adelántese yo también tengo que ir, pero no es tan urgente. 
El chico salió adelante pero su tía lo detuvo 
- Sobrino apunte la lámpara hacia acá y deme la mano para salir. 
Emma acostumbraba a usar una blusa de pijama sin sostén que realzaba la forma de sus senos y que ahora el joven pudo observar. Los pezones morenos redondos como monedas de un dólar se trasparentan y se veían erguidos y uno de ellos se escapaba por encima al inclinarse hacia adelante 
La mujer observó que ahora la carpa había crecido y apuntaba hacia afuera y que el chico no podía ocultarla porque con una mano sostenía la lámpara y con la otra la mano de su tía. 
- Corra, corra mijo o no va a llegar le dijo mirándole fijamente a los ojos con 
una sonrisa maliciosa. 
El muchacho salió corriendo y ella lo siguió sin hacer ruido. Por una rendija que quedaba entre la puerta del baño y el marco y que le había pedido a su marido que arreglará mil veces y que por fortuna nunca hecho nada, pudo observar que el chico se lavaba las manos con jabón y usaba una crema suavizadora. Luego que rebuscaba entre el cesto de la ropa sucia hasta que encontró el objeto de sus deseos. 
Las pantaletas suyas de color carne que había dejado en la mañana. El muchacho procedió a abrirlas cuidadosamente como quien abre un tesoro hasta exponer el puente que estaba en contacto con sus dos agujeros y sin más se los llevó a la boca para lamerlo y olerlo. Ahora, con la otra mano se soltó la correa y los pantalones cayeron al suelo y la tienda de campaña se irguió como si empezará la 
función. La verga juvenil salto al contacto del chico y este tomo el calzón y lo empezó a frotar furiosamente hasta que en pocos segundos le empezó a convulsionar el cuerpo depositando su semen en el calzón. 
Sin detenerse, el chico rebusco en la cesta y encontró unos más pequeños, los de su prima de 14 años, y sin pensarlo más, se los coló sobre la cabeza de manera que mientras se manipulaba el pene con el calzón de su tía por segunda vez, aspiraba los humores almacenados en el panti de su primita. 
- ¡Que caliente son los jóvenes! También le gusta mi bebe. 
Emma hizo anotación mental para observar si su hija se había dado cuenta de lo que hacía su primo y tras esto no pudo más, se acarició la raja que con la humedad permitía que sus dedos se deslizarán desde el agujero fruncido que se escondía entre las montañas de sus nalgas hasta el vértice de su boca vertical como patinando sobre hielo. Cada vez más rápido hasta que la tembladera incontrolable de sus piernas y el flujo en sus dedos le indico que había tenido un pequeño orgasmo. 
Por fortuna llevaba falda, porque cuando su sobrino se movió hacia la salida apenas le dio tiempo para bajársela y correr a su cuarto en donde se encerró mientras sentía alejarse al muchacho. 
Luego se dirigió al baño e inmediatamente sintió el olor a legía que deja el semen fresco. Los calzones que su sobrino había usado estaban cuidadosamente enrollados en el fondo del cesto. Emma los saco, olio y luego procedió a colocárselos. La sensación de húmedo le trasmitió un corrientazo que casi la tumba, pero aguanto y salió tambaleándose hacia la sala. 
Su sobrino ahora conversaba animadamente con su prima. Ella acababa de llegar del colegio y estaba sentada en el sofá aún con la faldita de jean azul que usaba cotidianamente y que llevaba por encima de sus rodillas. Él estaba sentado en el piso y observaba sin perder movimiento como las piernas de su hija se abrían y cerraban nerviosamente. 
- Prima entonces como le fue en gimnasia. 
- Esa es mi asignatura favorita. La gimnasia rítmica. Hacemos movimientos al 
ritmo de la música de modo artístico. Usamos aros y cintas y pegamos brincos parándonos en la cabeza y volteretas de 360 grados. 
- Prima no sabía que era así de flexible. 
- ¿Quiere que haga una demostración? 
Y sin esperar respuesta abre las piernas un ángulo de 180 grados tocándose la punta de los dedos de los pies. La falda solo dejo ver brevemente unos calzones blancos. 
Y al sobrino, su tía lo observó que su carpa empezaba a tomar forma de nuevo. 
- ¿Y cómo es eso de pararse en la cabeza? 
Bueno una chica nos sostiene las piernas mientras nos paramos en las manos y luego lentamente tenemos que abrir las piernas y nos sostenemos en equilibrio paradas sobre la palma de las manos 
- ¿Puedo ver eso también? 
- Claro, a ver sosténgame las piernas. 
El chico se atragantó y corrió a hacerlo antes de que su prima se arrepintiera, pero su desilusión fue grande cuando vio que ella aún llevaba el maillot blanco de gimnasia puesto y este cubría todo sin dar ninguna pista de como seria la rajita de su prima. La chica al ver la cara de desilusión y se mató de la risa. 
- Ay primo, creías que sólo llevaba los calzoncitos que tanto te gusta ver. 
¡Que cochino eres! Te voy a pedir que no sigas jugando con ellos. No sé qué haces con ellos, pero desde que te ha dado por jugar con ellos están siempre tiesos como almidonados y todos desjarretados, los tengo que lavar a menudo y después me quedan flojos y se me sale la rajita, por un lado. ¿Ok? 
La madre de la chica que había visto y oído la conversación en silencio desde el corredor de entrada quedo sorprendida. Su hija sabía lo que su primo hacía con sus calzones. Su hija sin ningún entrenamiento había heredado las artes de su mama y eso la lleno de confusión, orgullo, celos pues vio en su hija una 
competidora a la que derrotar. Llena de la estamina que le invadía en el gimnasio se acercó a la sala haciendo el mayor ruido posible. 
- ¿Hija, sobrino dónde están? 
El adolescente soltó las piernas de su prima y esta de un brinco quedo sentada en posición de flor de loto en el sofá. Su primo se tiró al suelo y se puso un cojín sobre las piernas. 
- Aquí mamá, en la sala. 
- Ah, ahí están. ¿Qué hacen? 
- Haciéndole demostraciones de las figuras de gimnasia artística al primo. 
- Me imagino que lleva el maillot puesto, ¿verdad? 
- Ay claro mamá. ¿Usted cree que soy una exhibicionista? 
Emma se sentó con las piernas semiabiertas. 
- Claro hija yo sé, pero como eres tan inocente. 
- Bueno mamá el que pierde es el que mira. 
- ¿Y usted primo que piensa? El joven se había quedado ensimismado 
mirando detenidamente los movimientos de las piernas de su tía. Ella al notarlo le dijo 
- ¿Sobrino y ese cojín? ¿Le duele algo? 
- Bueno sí, me dieron un balonazo en los bajos y me duelen. 
- Pero a qué hora hace un rato estaba bien y no le dolía nada. 
La tía abrió las piernas para acomodarse mejor las pantaletas humedecidas con el semen del chico. 
El chico se quedó embobado mirando la juntura de las piernas de la tía, tratando de adivinar el color de los calzones. Definitivamente, no eran los rojos de antes sino unos de color piel. Los labios gruesos de la vagina madura y los bellos abultaban la juntura como si se tratara de una fruta que cubría el agujero de su tía. 
La chica se dio cuenta y disimuladamente le llamo la atención a la madre para que cerrará las piernas. 
- Ay sobrino que pena ya me vio todo. 
- Tranquila tía no vi nada y estamos en familia. 
- Pues si tiene razón. A mí no me afecta y como dice Adrianita el que pierde es el que mira. En todo caso no quiero contribuir a que le dé más dolor. Esto lo dijo en forma seria, pero tratando de ocultar la sonrisa maliciosa. 
- Ay mamá como habla así! 
Bueno las cosas claras, los jóvenes de hoy día siempre están calientes y hasta con oler unos calzones sucios de mujer se excitan. 
- Ay mamá, pero mi primo no es así. Él es muy respetuoso. 
- Bueno, en fin, no se preocupe que eso se pasa. ¿Sabe cómo se quita eso? 
Con una ducha fría y una bolsa de hielo. ¡Vaya hágalo! 
El muchacho se puso en pie y pálido se dirigió al baño de nuevo. Lo habían descubierto. Ahora su tía hablaría con su tío y su mamá y lo pondrían en la calle. 
Emma sabía que su marido estaba a punto de llegar así que se dirigió al baño de su cuarto y se cambió. Su marido salió ganando porque ella siempre estaba húmeda y la verga corta pero cabezona de su marido se deslizaría como con mantequilla por su raja. Esa noche dejaría la puerta un poco ajustada para que fácilmente su sobrino los pudiera ver teniendo sexo. 


No comments:

Post a Comment

ENCUENTROS - EROTISMO EN CANTO-RELATO-POESIA

  A todos los poetas eróticos, se les invita que envíen sus poemas grabados a Radio Nuestra America, en su programa Encuentros. Una radio al...