Por dulces.placeres@live.com
El cine Apolo no era un cine más, era un sitio
especial, lejos de las complejas y modernas salas de cines actuales, este lugar
era una edificación levantada por los años cincuenta, sesenta, esas viejas sala
con techos altísimos, espacios enormes y butacas incómodas y ruidosas, de
paredes gastadas por los años, con ese típico aroma a rancio que produce la
humedad contenida en años y años de vida.
Está
emplazado en la zona céntrica de mi ciudad, y es un sitio muy conocido,
especialmente por una particularidad, cuando terminó la dictadura militar y
llegaron los años de democracia, y con ello los nuevos aires liberales, el cine
Apolo comenzó a emitir películas pornográficas, fue el primero y el único, y en
esos primeros años de liberación fue toda una novedad, algo desconocido, un
éxito seguro.
Hoy
en día es un clásico, el único que está en el rubro de emisiones de porno, y
seguro se preguntarán, en este presente, con tanta pornografía en la web,
gratuita, de fácil acceso, con tantas empresas que se dedican a proyecciones de
categoría, como puede ser que un bodegón maloliente siga teniendo éxito?
La
respuesta es simple, ese lugar se trasformó en un sitio de encuentros
clandestinos, las películas son casi una excusa, el que paga una entrada para
el cine Apolo, en verdad solo está pagando un tique para tener un poco de sexo
casual…
Y
cuál era la especialidad? Cine gay… obviamente este pequeño mundo degradado no
es lo que busca una chica que quiere una noche de placer…
Podría
contarles muchas aventuras que viví ahí, pero elegí una con un final tal vez
triste, algo que no estaba en mis planes…
Llegué
como siempre cuando ya había empezado la proyección, busqué un lugar en el que
siempre solía ubicarme, miré al azar mis posibilidades, y vi un tanto retirado,
por lo poco que veía un joven que parecía estar solo.
Me
senté a su lado, un moreno de gruesos labios, carnosos, de pelo moteado cortado
casi al ras, un aro dorado en su oreja brillaba en la poca luz que dejaba la
proyección, alcancé a notar un sweater adherido al torso que lo hacía notar
bastante fornido, su brazo izquierdo descansaba sobre el apoyabrazos que
separaba su butaca de la mía, lo miraba discretamente, el mantenía la vista
fija al frente, concentrado en la proyección que estaban pasando.
Puse
mi brazo derecho sobre su brazo, el dejo que lo hiciera, y comprendí que había
comunicación, así funcionaban las cosas en el cine Apolo…
Ya
con menos discreción observé su entrepierna, su mano libre acariciaba
insistentemente ese sitio, y al notar que yo acariciaba su brazo libre, se las
ingenió para librear su verga de entre las ropas, empezó a masturbarse
lentamente…
Fue
mi oportunidad, estiré entonces mi mano y ocupé su lugar, su verga estaba tibia
y dura, empecé a tocarlo muy rico, lo miré, pero él no me devolvía la mirada,
seguía con su rostro fijo al frente, me sentí tan caliente…
Busqué
escabullirme entre las filas de butacas y el poco espacio que quedaba, fui al
piso y el me facilitó el acceso, solo quería mamársela…
El
muchacho en cuestión tenía una rica verga, la tomé entre mis labios desde el
glande y me la fui comiendo toda lentamente, puse mis manos en sus piernas, es
que no quería usar mis manos, solo mi boca, empujé profundo, noté que ya estaba
empapada en jugos, evidentemente la excitación lo tenía al límite…
Empecé
a chupar con esmero, usando mi lengua para acariciar esa pija hermosa, el me
empujaba la cabeza más y más abajo, esto me demandaba un trabajo extra para no
ahogarme, para poder respirar, pero soy tan puto que me encanta ahogarme con
carne… que rico!!!
Fue
muy loco, muy erótico, perdido entre las butacas le chupaba la verga con
esmero, mis sentidos se concentraban en eso, pero mis oídos se llenaban del audio
de la sala, gemidos porno que me excitaban, mi pija dura escondida entre mis
prendas, mis manos fijas en los apoya brazos, mi boca golosa en esa hermosa
pija, poniendo todo mi esmero, cambiando ritmos, velocidades, intentando que no
escapara de mis labios, el muchacho se iba relajando sobre la butaca, siempre
acariciando mi cabeza, cada vez más abajo, mas, y más…
Lo
sentí llegar, y no hay nada que me excite más que beber los jugos de
desconocidos, en situaciones improvisadas, como la que estaba viviendo, empecé
a sentir en mi boca eses rico sabor, las primeras gotas de semen que no podía
contener, empecé a gemir, apuré el ritmo, de repente una catarata de leche
caliente exploto en mi boca, me contraje solo seguí, lo degusté y lo tragué lentamente,
perfecto, exquisito, hasta la última gota…
Me
incorporé en silencio, con una dureza mortal entre las piernas, con el culito
latiendo en deseo, aun paladeando el sabor que perduraba en mi boca, me senté a
su lado nuevamente, por primera vez presté atención a la proyección de la
pantalla, un chico rubio era sometido por una jauría de hombres musculosos, por
todos lados, esperaban uno a uno su turno par a penetrarlo, me acerqué al oído
del morocho y le susurré
Lo
que daría para ser el rubio ese…
Él
se acercó y me devolvió unas ricas palabras a mi oído
Tengo
un par de amigos, si quieres los llamo y probamos, salgamos de este antro y
vemos que hacemos, si?
No
lo pensé dos veces, me levanté y me dispuse a salir de la sala, asegurándome
que el siguiera mis pasos, llegamos a la vereda, estaba oscuro y había
refrescado, tomó su celular al tiempo que me dijo
Soy
Alejandro, encantado, llamo a un par de chicos y vemos que hacemos…
Alcancé
a decirle mi nombre, pero no supe si me escuchó, él ya estaba concentrado en
hablar con sus amigos.
Después
de unos minutos todo parecía encaminado, acordamos que mi casa sería un buen
punto de encuentro, ambos estábamos en coche, así que cada uno por su lado
partimos en busca de placer.
Llegamos,
lo hice pasar, me pidió ir al baño, luego fui yo, esperábamos que llegaran sus
amigos así que mientras él bebía una cerveza yo fui a producirme para la
ocasión, es que en estos casos disfruto mucho vestirme de nena.
Fui
a mi cuarto, me desnudé y busqué ponerme linda, ya saben, medias de red negras,
caladas, una tanga infernal que enterré en mi cola y donde me costó trabajo
meter mi verga dura dada la excitación que tenía, me puse un vestido corto
turquesa que tengo para estas ocasiones, me pinté los labios y los ojos, obvio
me puse peluca, tengo un fetiche con las pelucas…
Me
miré al espejo por última vez, solo faltaban mis zapatos tacos altos…
Al
volver, Alejandro ya estaba con sus dos amigos que me comieron con la mirada,
estaba hecha una putita y el culito me latía incontrolable en deseo de verga…
Solo
me tomé unos minutos para ver lo que me había tocado en suerte, Sebastián,
silueta promedio, de ojos grandes y hundidos, mirada recia, calvo con barba de
unos días prolijamente recortada, lucía informal con una remera blanca con
inscripciones en celestes, un jean oscuro pegado al cuerpo y zapatillas de
marca, muy prolijas.
Marcos,
por su lado un tipo más grandote, de contextura digamos obesa, con esas panzas
un tanto prominentes, de voz ronca, castaño con peinado raya al medio, tenía
una camisa cuadriculada apenas abrochada, y pantalón bermudas y chancletas, lo
que le daba un toque hasta vulgar. Unos tatuajes llamativos decoraban sus
antebrazos y sus pantorrillas, por lo que intuí que seguramente bajo las ropas
tendría algunos más.
La
verdad me sentí un tanto desilusionado, mis ‘modelos’ distaban bastante de los
chicos musculosos y pijudos que había visto poco tiempo atrás en la pantalla
del cine Apolo.
Y
ya estábamos en el juego, me preguntaron que me gustaba hacer a lo que sin
dudar les respondí
Quiero
que me hagan de todo, quiero que me violen, que no me tengan piedad…
Porque
así soy yo, soy más mujer que muchas mujeres…
Solo
me vi de rodillas, entre tres tipos que se pelaban por meter su sexo en mi boca
y yo me desvivía por esas vergas hermosas, que me rodeaban, agarraba una,
chupaba otra, ellos me pegaban con sus pijas en mi rostro y eso me excitaba
demasiado, sentí como mi pija dura había escapado a un costado de la tanga, me
sentía hervir, más cuando una de las manos de Marcos se deslizó bajo el
vestido, y buscó encerrar entre sus dedos la parte trasera de mi cola lees para
empezar a tirar una y otra vez hacia arriba haciendo que se enterrara más y más
entre mis nalgas, al punto de afiebrarme en deseo el esfínter en deseo ya
incontenible de ser penetrado, y realmente no pude aguantar más…
Los
dejé a un lado, fui a mi masa de luz, traje preservativos y se los aventé como
si fueran caramelos, parte de la fiesta, también un poco de lubricante para que
no me doliera la colita…
Me
acomodé sobre la mesa del comedor, apoyando los codos, sacando culito sobre mis
tacos altos y los apuré
Bien?
quien será el primero?
Parecieron
correr una carrera, Alejandro con premura se colocó el preservativo en su pija
y tomó la iniciativa, vino decidido sobre mí, levantó el vestido hizo la tanga
a un lado e intentó penetrarme, reaccioné contrayéndome en dolor.
Despacito!
No seas bruto… no vez que me haces doler?
Mi
reclamo enfrió la situación, es que realmente había sido muy rápido y me hizo
doler la colita…
Entonces
untó sus dedos en lubricante y suavemente acarició mi agujerito haciendo una
pausada dilatación, ahora sí, volvió a intentar un poco más tranquilo y
dulcemente su verga se fue metiendo en mí ano.
Empezó
a moverse en mi interior, rompiéndome el culo, mi verga dura se refregaba
contra el borde de la mesa, pasaron nos minutos, mete y saca, luego dejo su
lugar a Marcos, y luego a Sebastián, uno a uno se turnaban y pasaban por mi
culo llenándome de placer, me arrancaban gemidos, me daban nalgadas y me decía
puta, por la posición era inevitable que mi sexo rozara en la mesa, más y más,
me sentí acabar, sentí mi semen explotar mientras me rompían el culo, caí
rendida…
Marcos
que era el más fornido de los tres me estaba cogiendo en ese momento, al ver lo
que sucedía me arrancó la tanga haciéndola crujir entre sus dedos, hizo que
girara para quedar frente e frente, mi rica y depilada verga seguí erguida, mi
pierna derecha y mi abdomen empapados de semen, el me levantó en el aire como
si realmente fuera una chica, me sostuvo de las nalgas los rodee con las
piernas por la cintura y con los brazos por el cuello, me dejó caer lentamente
hasta asegurarse que su pija volvía a penetrarme, entonces empezó a balancearme
en el aire, arriba, abajo, arrancándome gemidos de placer…
Alejandro
vino entonces por detrás, apenas bastaron unos segundos para que el también
metiera su verga en mi culo, dios… que rico… dos pijas al mismo tiempo,
entrando y saliendo me tenían ensartada como una rica puta…
Ellos
me decían groserías mientras me violaban, que era una puta, que me rompían el
culo, y que una cosa, y que otra, eso solo lograba que mi verga estuviera
rígida como un sable.
Alejandro
dio su lugar a Sebastián, ahora era el relleno del emparedado del gordo y del
calvo, y yo, todo depilado, aun con medias de red, tacos, peluca, era la reina
de la fiesta…
Terminamos
en el dormitorio, me tiraron sobre la cama, me levantaron las piernas y me la
volvieron a meter, toda hasta el fondo, mientras yo lamía las dos vergas
libres, se fueron turnando, me hicieron de todo…
Cuando
el final estaba próximo fui nuevamente a mesa de luz, a buscar a mi amigo,
tengo un hermoso juguete con forma de pene de caballo, es mi favorito, en
especial por el tamaño, es que soy muy goloso…
Yo
solo me lo metí por completo en el culo, tan largo y grueso, porque nada podía
ser tan bello como mi pene de caballo, metiendo y sacando, masturbándome al
mismo tiempo, mientras ellos ya desprovistos de preservativos también buscaban
el final sobre mi cuerpo…
Marcos
fue el primero, una andanada de semen llegó a mi cuerpo, a mi rostro, mi pecho,
ensuciando todo a su paso, Luego fue el turno de Alejandro casi al mismo tiempo
que yo lo hacía, entre gemidos de placer, su leche fue directo a mi abdomen y
pecho, donde se encontraba con la mía, mezclándose todo en uno.
Sebastián
fue el último, el que más tardó, el, observando que era en ese momento un
desastre de persona, solo apuntó hasta la última gota en mi boca, para beber
nuevamente una ración de rica y nutritiva lechita…
Todo
había acabado, solo fueron espectadores de lo que yo hacía, degustando aun el
semen en mi boca y lo que tenía esparcido en mi cuerpo, había dejado el enorme
pene de caballo a un lado y disfrutaba metiéndome los dedos en mi trasero,
excepto el pulgar todo estaba dentro…
Llegó
el momento de la despedida, ellos se habían vestido nuevamente, aunque yo
seguía hecha una puta sucia y olorosa, lo curioso y que me llamó la atención en
ese momento es que Alejandro intento darme un beso en la boca, pero yo me
retraje poniendo mi mano entre nuestros labios, no era la idea, no era el
momento, yo amaba esas relaciones locas, libres, sin compromisos, Él lo
comprendió, solo se despidieron.
No
tardaría mucho tiempo en asumir que había cometido un error, el moreno
realmente me había gustado, y arrepentí de no besarlo, la parte triste de la
historia…
Poco
después volví a pasar por el cine Apolo, en verdad hoy en día sigo pasando, en
busca de nuevas aventuras, de nuevos encuentros locos, en busaca de sexo.
Siempre con la esperanza de volver a encontrarlo, siempre mi vista se dirige a
esa butaca, a ese sitio donde comenzó todo, pero siempre sin suerte, pero no me
daré por vencido, sabes Alejandro, seguiré yendo, con la esperanza de
encontrarte…
Si
eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’CINE APOLO’ a
dulces.placeres@live.com
NO
a la pedofilia
NO
al amor filial
SOLO
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