Si alguna lectora desea comentarme lo que le pareció este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad (yanine35sum@hotmail.com).
Por Yanine
Mi nombre es Lorena, tengo 19 años, vivo
en Aranjuez, (Madrid)… Mi vida sexual ha empezado maravillosamente bien a
diferencia de otras chicas que no tuvieron tanta suerte… Producto de tal
situación puedo deciros que soy lesbiana y que lo seré por el resto de mis
días… Me gustan con locura las mujeres.
Soy rubia, alta, tengo ojos verdes, mis
medidas son 92 - 62 - 92, y aunque suene feo que lo diga yo, me siento una
jovencita atractiva.
Estudiaba piano y me preparaba para el
examen de sexto año en la casa de mi profesora, a quien llamaba Srta. Elsa, una
mujer que por aquel entonces tenía unos 30 años… Era morena, de ojos marrones,
con un cuerpo espectacular… Se preocupaba mucho de broncearse e ir al gimnasio
a diario.
Como Elsa vivía frente a mi casa, sólo
debía cruzar la calle para ir hasta su casa... Las clases eran de las 4 a las 5
de la tarde, los lunes, miércoles y viernes.
Elsa casi siempre a esa hora estaba
tomando sol en el fondo de su casa cuando yo llegaba, y me recibía con su traje
de baño de dos piezas, y mientras se cambiaba de ropa, yo empezaba a practicar
las lecciones.
Siempre me recibía muy bien y me decía que
yo era la reina porque era la más bonita de todas.
Una tarde que hacía muchísimo calor, fui a
clase con una mini de tela fina, una camiseta corta y sandalias… Elsa me
recibió quejándose del inmenso calor que hacía ese día, (cerca de los cuarenta
grados), y vi que la parte de arriba de su traje de baño estaba desatada.
Solamente se había tapado los pechos para
abrirme la puerta.
Me sorprendió cuando me preguntó si no me
moría de calor con el sostén puesto, a lo que le respondí que no… Me aconsejó
no usar sostén a ese edad porque era malo, y más con mis pechos que estaban
crecidos un poco más de la cuenta.
No le di importancia al comentario de
Elsa, y como en todas las clases me senté en la butaca del piano a practicar
las partituras que luego de memoria debía tocar en el examen.
Esa tarde Elsa no se cambió y no puso su
silla al lado de la butaca del piano para corregirme posibles errores como lo
hacía siempre... Tampoco se sentó al lado mío, sino que se tiró a escuchar mi
práctica en un sofá que tenía en el living.
Como me equivoqué un par de veces porque
tenía las manos sudadas por el inmenso calor, me riñó y me pidió que me
concentrara más en la lectura de la partitura… Al volverme a equivocar vino
hasta el piano y me pidió que me sentara más delante de la butaca, casi en el
borde, y ella se sentó atrás mío separando bien sus piernas.
Evidentemente no había lugar para las dos,
así que Elsa quedó con su sexo pegado a mis nalgas, incluso me dijo que me sentara
más atrás que iba a caerme y terminé prácticamente sentándome en su pubis…
Recuerdo que mis nalgas encajaban perfectamente en su entrepierna.
Pasando sus brazos por debajo de los míos,
se puso a tocar la partitura y me dijo que estuviera atenta y que lo hiciera
luego igual que ella… Yo miraba atentamente sus manos porque quería seguir el
ritmo de la música que ella me enseñaba a tocar... Prácticamente me tenía
abrazada.
En cuanto terminó de tocar unos acordes,
rozó mis pechos con sus antebrazos, y sin yo darme cuenta, estaba mirándome los
pezones que se me habían puesto duros y se notaba... Ella me dijo:
- "Lorena, ¿qué te ocurre que tienes
los pezones tan duros?
Yo me quedé muda… No sabía qué decirle y
lo único que atiné fue a tapármelos con ambas manos, con un poco de vergüenza
lo confieso.
Con voz de estar dándome una orden me dijo
que el sostén me quedaba pequeño, y que así no podía estar tocando el piano,
por lo cual me levantó la camiseta por detrás, me lo desabrochó y me lo quitó.
Me llamó la atención cómo había empezado a
respirar agitadamente, me estaba respirando fuerte en la nuca y yo sentía el
viento de su aliento que me producía una cosa extraña en el cuello que hacía
que mi piel se erizase como la piel de una gallina.
Apoyó sus manos en mis pechos, y empezó a
acariciarme los pezones que estaban verdaderamente duros… Me preguntó si me
dolían y le dije que sí... Me dijo que no me asustara, que era porque estaba
creciendo y ya era toda una mujer.
Yo no sabía entonces qué me ocurría, pero
me estremecí cuando corrió mi pelo largo hacia un costado y empezó a pasar la
punta de su lengua por mi nuca y mi cuello.
No conforme con pasar su lengua, empezó a
darme pequeños mordiscos en el cuello, y me pedía por favor que siguiera
tocando. Yo a esa altura entre la confusión, el calor y la partitura no sabía
que estaba tocando.
Empezó a masajearme los pechos más fuerte
y noté como refregaba su sexo entre mis nalgas... Yo dejé de tocar y ella dejó
mis pechos y puso sus dos manos en mis muslos… Luego sentí como su mano derecha
se apoderaba de mi entrepierna y sin darme cuenta, apoyé con firmeza mis
piernas en el suelo hasta quedar casi de pie... Se sorprendió al sentirme tan
mojada y me dio vergüenza de ello.
Luego de pasar unas cuantas veces su mano
por entre mis piernas y empezar a lamerme la espalda haciendo que se me pusiera
la piel más erizada todavía, metió el dedo por debajo del elástico de mis
braguitas y empezó suavemente a recorrer mi sexo y pronto tuve un orgasmo
impresionante.
Con su mano izquierda me levantó la mini y
empezó a besarme en las nalgas, mientras su dedo de la mano derecha seguía
jugando con mi clítoris al ver que me desmoronaba en una catarata de placer.
Elsa se paró, me dio vuelta en forma
brusca y me metió la lengua en la boca mientras me cogía las nalgas con ambas
manos y me las palpaba.. No tuve más remedio que abrazarla por el cuello, sino
corría el riesgo de caerme.
Me llevó a su cuarto, siempre abrazada a
mí mientras me tocaba todo lo que me pudiese tocar y ya no me besaba sino que
me lamía la cara, el cuello, los pechos, todo lo que pudiera lamer por el
camino... Me tiró de espaldas en la cama y vi cómo se quitaba su bikini quedando
totalmente desnuda frente a mí.
Me cogió la camiseta, me la quitó y empezó
a lamerme desde el cuello hasta los pechos… Con ambas manos apretó mis pechos
como si quisiera juntarlos y empezó a lamer mis pezones de forma frenética...
Los lamía en círculos recorriendo la aureola y dándome pequeños mordiscos en
los pezones que parecían que iban a salirse de su sitio.
Yo sentía pequeñas convulsiones entre mis
piernas… Estaba tremendamente mojada y bañada en sudor por el calor que hacía y
por el calor que me transmitía el cuerpo de Elsa arriba mío.
Dejó de chuparme los pechos, y fue con su
lengua lamiéndome la barriga, el ombligo y me tiró de la mini hacia abajo, la
que pudo sacarme sin problemas porque sólo tenía un elástico.
Empezó a darme besos sobre mis braguitas y
al apartarlas y ver mi coño me dijo que ya era hora de depilarme… Yo seguía en
la cama boca arriba y debo confesar que lo que me hacía Elsa me gustaba pero me
daba mucho miedo... Mi corazón latía a mil por hora.
Mi sexo estaba empapado… Ya había tenido
dos orgasmos… Era una gran sensación de placer y cada vez que lo alcanzaba
quería más.
Siempre fui de masturbarme mucho y de
hecho lo hacía con frecuencia... Muchas noches intentaba correrme y si podía,
más de una vez.
Elsa se puso de rodillas al borde de la
cama, levantó mis piernas arqueando mis rodillas, y empezó a lamerme los
muslos… Luego fue bajando, lamiendo mis piernas, hasta volver nuevamente a mi
sexo.
A esta altura mis jugos vaginales salían
de mi vagina hacia abajo, pasaban por mi ano, seguían por la hendidura de mis
nalgas y empapaban la sábana... Estaba dejando un buen charco en la cama.
Elsa separó con mucho cuidado mis labios
vaginales. Con su mano izquierda separó los labios que recubren el clítoris y
empezó a darme pequeños toques con la punta de su lengua... Recuerdo que yo
saltaba de placer... Tanto saltaba que Elsa me pidió que me quedara quieta...
Que no me moviera tanto.
Tomó mi clítoris con el labio inferior de
su boca mientras que con la lengua lo levantaba y lo acariciaba… Luego tomó mi
clítoris entre ambos labios y los apretó, como si quisiera mordérmelo, y en
forma frenética empezó a mover su lengua de izquierda a derecha a una velocidad
alucinante… Tres veces seguidas me corrí.
Empecé a retorcerme en la cama cada vez
que me corría… Elsa seguía jugando con su lengua y me acomodaba a su gusto y
antojo para seguir chupándome.
El calor era insoportable, la sábana
estaba empapada con mi sudor y mis jugos, así que Elsa decidió que me pusiera
de rodillas, mirando hacia la pared.
Esta vez fue Elsa la que se acostó en la
cama boca arriba, y metió su cabeza entre mis piernas… Me tomó de la cintura y
me dijo que bajara mi sexo hasta su boca... Nuevamente me tomó el clítoris
entre los labios y empezó a jugar con su lengua y yo segregando jugos sin parar
y teniendo más orgasmos.
Sentí como con un dedo de su mano derecha
se puso a acariciar mi ano como si quisiera metérmelo, aunque no lo hizo.
Me pidió que empezara a hacerle las mismas
cosas que ella me hacía a mí… Así que me di la vuelta, apoyé mi sexo nuevamente
en la cara de Elsa, y ella con sus manos empujó mi cabeza hasta su sexo.
Con su mano izquierda pude ver como se
separaba la carne para que su clítoris quedara al descubierto... Con su mano
derecha empezó a acariciarse y me dijo que así debía hacerle yo con mi
lengua... Pude ver que su jugo era blanco y espeso y estaba tanto o más mojada
que yo.
Torpemente puse mi cabeza tratando de
cogerle el clítoris con mi boca, y recuerdo que hundí mi nariz en su sexo lo
que me aterró porque con sus jugos se me tapó la nariz y no podía respirar… Sé
que Elsa tuvo un orgasmo, y lógicamente yo tuve otro.
Estando así, sonó el teléfono y ambas nos
asustamos... Eran las 5:10 de la tarde, y era mi madre que llamaba para ver por
qué no iba a casa.
Elsa le dijo que hoy me quedaría una hora
más a practicar, porque había estado fallando... Yo aproveché a ir al baño a
hacer pis y Elsa vino conmigo y ambas nos lavamos... Me pidió encarecidamente
que no le contara a nadie nada de todo eso.
Hace un mes que yo había cumplido los 18
años y ya era toda una mujer, y que entre mujeres siempre había secretos que no
se le contaban a nadie, ni siquiera a nuestras propias madres… Elsa me dijo que
estaba fascinada con mi cuerpo.
Aún en el baño, empezó a palparme las
nalgas... Luego se puso de rodillas en el suelo, y con su lengua recorría la
hendidura que separa las nalgas, mientras me las mordisqueaba.
Me llevó de nuevo a su cuarto, y tras
apartar a un costado la sábana húmeda, me dijo que me acostara boca abajo… Me
preguntó si me masturbaba mucho y yo recuerdo que tímidamente le dije que sí.
Entonces cogió una almohada y me la puso a
la altura de mi pelvis... Me dijo que metiera mi mano entre mis piernas y que
me tocara… Yo sabía bien lo que tenía que hacer, sólo que me dio vergüenza.
Empecé a masturbarme, mientras sentía como
Elsa me separaba las nalgas y empezaba a jugar de nuevo con mi agujero del
culo... Elsa dobló la almohada a la mitad para que mi culo quedara aún más
arriba y así separaba mis nalgas con mucha facilidad y su lengua me la metía y
sacaba dentro de mi ano.
Y así, la hora se nos pasó volando.
Elsa, asustada mi dijo que fuera al baño a
lavarme rápido… Trajo mi ropa, me ayudó a vestirme y me peinó… Volvió a decirme
que lo que había ocurrido era un secreto entre nosotras y que ni siquiera mi
madre debía saberlo… Y que me depilase el coño.
Esa misma noche Elsa le habló a mi madre y
le dijo que debía empezar a ir todos los días a practicar, y que no nos
cobraría más por eso, dado que yo era su mejor alumna y quería que aprobase.
Esto nos vino bien porque era nuestra
oportunidad de estar juntas porque a partir de ese momento disfrutamos como jamás
me imaginé… Ella me ha marcado para toda mi vida y todavía compartimos nuestras
vidas… No necesito buscarme a otra mujer… Con ella tengo bastante y a pesar de
los 12 años de diferencia de edad entre nosotras, me agota y me deja sin
fuerzas.
F I N
No comments:
Post a Comment