Monday, October 14, 2019

LGBT: Mi profesora de piano



Si alguna lectora desea comentarme lo que le pareció este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad (yanine35sum@hotmail.com).



Por Yanine


Mi nombre es Lorena, tengo 19 años, vivo en Aranjuez, (Madrid)… Mi vida sexual ha empezado maravillosamente bien a diferencia de otras chicas que no tuvieron tanta suerte… Producto de tal situación puedo deciros que soy lesbiana y que lo seré por el resto de mis días… Me gustan con locura las mujeres.
Soy rubia, alta, tengo ojos verdes, mis medidas son 92 - 62 - 92, y aunque suene feo que lo diga yo, me siento una jovencita atractiva.
Estudiaba piano y me preparaba para el examen de sexto año en la casa de mi profesora, a quien llamaba Srta. Elsa, una mujer que por aquel entonces tenía unos 30 años… Era morena, de ojos marrones, con un cuerpo espectacular… Se preocupaba mucho de broncearse e ir al gimnasio a diario.
Como Elsa vivía frente a mi casa, sólo debía cruzar la calle para ir hasta su casa... Las clases eran de las 4 a las 5 de la tarde, los lunes, miércoles y viernes.
Elsa casi siempre a esa hora estaba tomando sol en el fondo de su casa cuando yo llegaba, y me recibía con su traje de baño de dos piezas, y mientras se cambiaba de ropa, yo empezaba a practicar las lecciones.
Siempre me recibía muy bien y me decía que yo era la reina porque era la más bonita de todas.
Una tarde que hacía muchísimo calor, fui a clase con una mini de tela fina, una camiseta corta y sandalias… Elsa me recibió quejándose del inmenso calor que hacía ese día, (cerca de los cuarenta grados), y vi que la parte de arriba de su traje de baño estaba desatada.
Solamente se había tapado los pechos para abrirme la puerta.
Me sorprendió cuando me preguntó si no me moría de calor con el sostén puesto, a lo que le respondí que no… Me aconsejó no usar sostén a ese edad porque era malo, y más con mis pechos que estaban crecidos un poco más de la cuenta.
No le di importancia al comentario de Elsa, y como en todas las clases me senté en la butaca del piano a practicar las partituras que luego de memoria debía tocar en el examen.
Esa tarde Elsa no se cambió y no puso su silla al lado de la butaca del piano para corregirme posibles errores como lo hacía siempre... Tampoco se sentó al lado mío, sino que se tiró a escuchar mi práctica en un sofá que tenía en el living.
Como me equivoqué un par de veces porque tenía las manos sudadas por el inmenso calor, me riñó y me pidió que me concentrara más en la lectura de la partitura… Al volverme a equivocar vino hasta el piano y me pidió que me sentara más delante de la butaca, casi en el borde, y ella se sentó atrás mío separando bien sus piernas.
Evidentemente no había lugar para las dos, así que Elsa quedó con su sexo pegado a mis nalgas, incluso me dijo que me sentara más atrás que iba a caerme y terminé prácticamente sentándome en su pubis… Recuerdo que mis nalgas encajaban perfectamente en su entrepierna.
Pasando sus brazos por debajo de los míos, se puso a tocar la partitura y me dijo que estuviera atenta y que lo hiciera luego igual que ella… Yo miraba atentamente sus manos porque quería seguir el ritmo de la música que ella me enseñaba a tocar... Prácticamente me tenía abrazada.
En cuanto terminó de tocar unos acordes, rozó mis pechos con sus antebrazos, y sin yo darme cuenta, estaba mirándome los pezones que se me habían puesto duros y se notaba... Ella me dijo:
- "Lorena, ¿qué te ocurre que tienes los pezones tan duros?
Yo me quedé muda… No sabía qué decirle y lo único que atiné fue a tapármelos con ambas manos, con un poco de vergüenza lo confieso.
Con voz de estar dándome una orden me dijo que el sostén me quedaba pequeño, y que así no podía estar tocando el piano, por lo cual me levantó la camiseta por detrás, me lo desabrochó y me lo quitó.
Me llamó la atención cómo había empezado a respirar agitadamente, me estaba respirando fuerte en la nuca y yo sentía el viento de su aliento que me producía una cosa extraña en el cuello que hacía que mi piel se erizase como la piel de una gallina.
Apoyó sus manos en mis pechos, y empezó a acariciarme los pezones que estaban verdaderamente duros… Me preguntó si me dolían y le dije que sí... Me dijo que no me asustara, que era porque estaba creciendo y ya era toda una mujer.
Yo no sabía entonces qué me ocurría, pero me estremecí cuando corrió mi pelo largo hacia un costado y empezó a pasar la punta de su lengua por mi nuca y mi cuello.
No conforme con pasar su lengua, empezó a darme pequeños mordiscos en el cuello, y me pedía por favor que siguiera tocando. Yo a esa altura entre la confusión, el calor y la partitura no sabía que estaba tocando.
Empezó a masajearme los pechos más fuerte y noté como refregaba su sexo entre mis nalgas... Yo dejé de tocar y ella dejó mis pechos y puso sus dos manos en mis muslos… Luego sentí como su mano derecha se apoderaba de mi entrepierna y sin darme cuenta, apoyé con firmeza mis piernas en el suelo hasta quedar casi de pie... Se sorprendió al sentirme tan mojada y me dio vergüenza de ello.
Luego de pasar unas cuantas veces su mano por entre mis piernas y empezar a lamerme la espalda haciendo que se me pusiera la piel más erizada todavía, metió el dedo por debajo del elástico de mis braguitas y empezó suavemente a recorrer mi sexo y pronto tuve un orgasmo impresionante.
Con su mano izquierda me levantó la mini y empezó a besarme en las nalgas, mientras su dedo de la mano derecha seguía jugando con mi clítoris al ver que me desmoronaba en una catarata de placer.
Elsa se paró, me dio vuelta en forma brusca y me metió la lengua en la boca mientras me cogía las nalgas con ambas manos y me las palpaba.. No tuve más remedio que abrazarla por el cuello, sino corría el riesgo de caerme.
Me llevó a su cuarto, siempre abrazada a mí mientras me tocaba todo lo que me pudiese tocar y ya no me besaba sino que me lamía la cara, el cuello, los pechos, todo lo que pudiera lamer por el camino... Me tiró de espaldas en la cama y vi cómo se quitaba su bikini quedando totalmente desnuda frente a mí.
Me cogió la camiseta, me la quitó y empezó a lamerme desde el cuello hasta los pechos… Con ambas manos apretó mis pechos como si quisiera juntarlos y empezó a lamer mis pezones de forma frenética... Los lamía en círculos recorriendo la aureola y dándome pequeños mordiscos en los pezones que parecían que iban a salirse de su sitio.
Yo sentía pequeñas convulsiones entre mis piernas… Estaba tremendamente mojada y bañada en sudor por el calor que hacía y por el calor que me transmitía el cuerpo de Elsa arriba mío.
Dejó de chuparme los pechos, y fue con su lengua lamiéndome la barriga, el ombligo y me tiró de la mini hacia abajo, la que pudo sacarme sin problemas porque sólo tenía un elástico.
Empezó a darme besos sobre mis braguitas y al apartarlas y ver mi coño me dijo que ya era hora de depilarme… Yo seguía en la cama boca arriba y debo confesar que lo que me hacía Elsa me gustaba pero me daba mucho miedo... Mi corazón latía a mil por hora.
Mi sexo estaba empapado… Ya había tenido dos orgasmos… Era una gran sensación de placer y cada vez que lo alcanzaba quería más.
Siempre fui de masturbarme mucho y de hecho lo hacía con frecuencia... Muchas noches intentaba correrme y si podía, más de una vez.
Elsa se puso de rodillas al borde de la cama, levantó mis piernas arqueando mis rodillas, y empezó a lamerme los muslos… Luego fue bajando, lamiendo mis piernas, hasta volver nuevamente a mi sexo.
A esta altura mis jugos vaginales salían de mi vagina hacia abajo, pasaban por mi ano, seguían por la hendidura de mis nalgas y empapaban la sábana... Estaba dejando un buen charco en la cama.
Elsa separó con mucho cuidado mis labios vaginales. Con su mano izquierda separó los labios que recubren el clítoris y empezó a darme pequeños toques con la punta de su lengua... Recuerdo que yo saltaba de placer... Tanto saltaba que Elsa me pidió que me quedara quieta... Que no me moviera tanto.
Tomó mi clítoris con el labio inferior de su boca mientras que con la lengua lo levantaba y lo acariciaba… Luego tomó mi clítoris entre ambos labios y los apretó, como si quisiera mordérmelo, y en forma frenética empezó a mover su lengua de izquierda a derecha a una velocidad alucinante… Tres veces seguidas me corrí.
Empecé a retorcerme en la cama cada vez que me corría… Elsa seguía jugando con su lengua y me acomodaba a su gusto y antojo para seguir chupándome.
El calor era insoportable, la sábana estaba empapada con mi sudor y mis jugos, así que Elsa decidió que me pusiera de rodillas, mirando hacia la pared.
Esta vez fue Elsa la que se acostó en la cama boca arriba, y metió su cabeza entre mis piernas… Me tomó de la cintura y me dijo que bajara mi sexo hasta su boca... Nuevamente me tomó el clítoris entre los labios y empezó a jugar con su lengua y yo segregando jugos sin parar y teniendo más orgasmos.
Sentí como con un dedo de su mano derecha se puso a acariciar mi ano como si quisiera metérmelo, aunque no lo hizo.
Me pidió que empezara a hacerle las mismas cosas que ella me hacía a mí… Así que me di la vuelta, apoyé mi sexo nuevamente en la cara de Elsa, y ella con sus manos empujó mi cabeza hasta su sexo.
Con su mano izquierda pude ver como se separaba la carne para que su clítoris quedara al descubierto... Con su mano derecha empezó a acariciarse y me dijo que así debía hacerle yo con mi lengua... Pude ver que su jugo era blanco y espeso y estaba tanto o más mojada que yo.
Torpemente puse mi cabeza tratando de cogerle el clítoris con mi boca, y recuerdo que hundí mi nariz en su sexo lo que me aterró porque con sus jugos se me tapó la nariz y no podía respirar… Sé que Elsa tuvo un orgasmo, y lógicamente yo tuve otro.
Estando así, sonó el teléfono y ambas nos asustamos... Eran las 5:10 de la tarde, y era mi madre que llamaba para ver por qué no iba a casa.
Elsa le dijo que hoy me quedaría una hora más a practicar, porque había estado fallando... Yo aproveché a ir al baño a hacer pis y Elsa vino conmigo y ambas nos lavamos... Me pidió encarecidamente que no le contara a nadie nada de todo eso.
Hace un mes que yo había cumplido los 18 años y ya era toda una mujer, y que entre mujeres siempre había secretos que no se le contaban a nadie, ni siquiera a nuestras propias madres… Elsa me dijo que estaba fascinada con mi cuerpo.
Aún en el baño, empezó a palparme las nalgas... Luego se puso de rodillas en el suelo, y con su lengua recorría la hendidura que separa las nalgas, mientras me las mordisqueaba.
Me llevó de nuevo a su cuarto, y tras apartar a un costado la sábana húmeda, me dijo que me acostara boca abajo… Me preguntó si me masturbaba mucho y yo recuerdo que tímidamente le dije que sí.
Entonces cogió una almohada y me la puso a la altura de mi pelvis... Me dijo que metiera mi mano entre mis piernas y que me tocara… Yo sabía bien lo que tenía que hacer, sólo que me dio vergüenza.
Empecé a masturbarme, mientras sentía como Elsa me separaba las nalgas y empezaba a jugar de nuevo con mi agujero del culo... Elsa dobló la almohada a la mitad para que mi culo quedara aún más arriba y así separaba mis nalgas con mucha facilidad y su lengua me la metía y sacaba dentro de mi ano.
Y así, la hora se nos pasó volando.
Elsa, asustada mi dijo que fuera al baño a lavarme rápido… Trajo mi ropa, me ayudó a vestirme y me peinó… Volvió a decirme que lo que había ocurrido era un secreto entre nosotras y que ni siquiera mi madre debía saberlo… Y que me depilase el coño.
Esa misma noche Elsa le habló a mi madre y le dijo que debía empezar a ir todos los días a practicar, y que no nos cobraría más por eso, dado que yo era su mejor alumna y quería que aprobase.
Esto nos vino bien porque era nuestra oportunidad de estar juntas porque a partir de ese momento disfrutamos como jamás me imaginé… Ella me ha marcado para toda mi vida y todavía compartimos nuestras vidas… No necesito buscarme a otra mujer… Con ella tengo bastante y a pesar de los 12 años de diferencia de edad entre nosotras, me agota y me deja sin fuerzas.

F I N

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