Sunday, October 6, 2019

LGBT: Doña Lola



Sinopsis: Una viuda aplaca sus ardores con su criada.


Por yanine35sum@hotmail.com

Doña Lola se levantó de su cama empapada de sudor… No podía
dormir… El calor era pegajoso y constante durante la noche... Quiso
abrir más las ventanas de su habitación pero estaban al límite.
La doña, como la llamaba Rosita, la criada que tenía, era una mujer
de unos 47 años, viuda hacia tres…. Una mujer de iglesia y pendiente
del que dirán, la cual hacía difícil que se le acercara algún hombre
con, al menos, buenas intenciones hacia ella.
Desde la muerte de su esposo su cuerpo no había probado ningún
contacto físico más que el de ella misma… Cuando en noches como
estas su cuerpo se ponía excitado, sus partes más íntimas solían
rebelarse y no la dejaban dormir durante algunas horas, a pesar de
que muchas veces trataba de aplacar esos deseos ella misma
acariciándose, sobando sus pechos y su clítoris, que la calentaban
tremendamente, hasta lograr correrse y así relajarse.
Las nalgas de una mujer eran una de las partes que ella más le
gustaba… Muchas veces se masturbaba pensando que acariciaba
alguna de las nalgas de las mujeres del pueblo con las que iba a la
iglesia o a Concha, su vecina más cercana, o Pilarín, la hija del dueño
de la panadería… Pensar en esos culos la calentaban muchísimo.
Y mientras que en esos momentos se calentaba pensando en esto,
escuchó el sonido de agua en el patio de la casa… Se extraño de que
a esas horas de la noche pudiera haber alguna actividad en el patio,
pues la única otra persona en la casa era Rosita, la nueva muchacha
que le habían mandado del campo para entrar a su servicio.
Extrañada, salió de la habitación y se acercó a la ventana de la
cocina… La abrió sólo un poquito para poder mirar y se sorprendió al
ver a Rosita, completamente desnuda, echándose agua con la
manguera... Iba a abrir la puerta para decirle algo pero vio las
tremendas nalgas de la joven mulata, brillando a la luz de la luna y el
contraste del agua con su cuerpo.
Quedó fascinada mirando sus nalgas… Eran como a ella le gustaban,
sólo que no las había imaginado de este color, pero eran imponentes,
llenas, firmes y sobresaliendo con una gran curvatura del resto del

cuerpo… La muchacha se movió en ese momento y le mostró una
panorámica de sus pechos que eran tan imponentes como sus nalgas.
En ese momento Rosita comenzó a sobar sus pechos con las dos
manos… Cogía uno en cada mano y acariciaba sus pezones, los cuales
se mostraban duros e hinchados… Sus ojos estaban cerrados y en su
cara había una expresión de placer que produjo una sofocación en
Doña Lola, la cual sin pensarlo, comenzó también a acariciar sus
pechos, al mismo ritmo que Rosita... Oía como los quejidos de Rosita
salían de su boca, cada vez más constantes y sofocados.
Entonces la muchacha se detuvo, cogió una toalla que había sobre
una silla y comenzó a secar su cuerpo… Luego hizo un movimiento en
dirección a la cocina, que era el paso obligado para ir a su habitación.
Doña Lola entendió que no podía quedarse en el sitio para no ser
vista y se fue hasta el pasillo… Allí espero a que Rosita entrara,
desnuda en la cocina y entonces ella también entró, encendiendo la
luz, cómo que iba hacia la nevera a buscar agua.
Rosita al verla se asustó y soltó la toalla, quedando desnuda frente a
su señora… Doña Lola también se detuvo, mostrando sorpresa y
diciendo:
- Que susto me has dado, Rosita… ¿Qué haces levantada a estas
horas y desnuda?;
- Oh!, Doña, es que hacía tanto calor y no podía dormir!
- “Hija mía, yendo así te vas a resfriar”, dijo Lola, acercándose a
Rosita, encantada con sus pechos, mirándolos sin poder disimular su
deseo y excitación… Sin poderse resistir comentó:
- Pero que lindas tetas tienes, nena!;…
Y comenzó a tocarlas sin más ni más… Rosita no sabía como
reaccionar y antes de darse cuenta sólo atendía al placer que le
daban los dedos de la Doña sobre sus pezones.
- “Aaah, doña… ooh… Pero, doña, que me hace!... Aaah….”
- “¿Te gusta, Rosita?
- “Siiii… Oooh, doña… Me gusta mucho… Aaah…”
Doña Lola no se podía contener… Aquello era un regalo que no quería
perderlo... Nunca había tocado los pechos de otra mujer, pero
entendía que su autoridad sobre esta joven le daba permiso para dar
rienda suelta a tanto morbo acumulado y el deseo se le salía
incontenible por todo su ser.
Rodeo con sus brazos la cintura de Rosita y agarró con sus dos
manos las dos nalgas casi esféricas de Rosita… Este contacto tanto

tiempo soñado, casi le produjo un orgasmo instantáneo… Un gemido
profundo salió de su garganta excitando a Rosita tremendamente.
- “Oooh, Rosita, estas nalgas las quiero para mí.”
- “Aaah, doña… Está bien… Son suyas… Oooh”, gemía Rosita.
Doña Lola entonces agachó su cabeza y tomo en su boca uno de los
pechos de la morena muchacha, impulsada por una atracción
incontrolable que ella misma no entendía y comenzó un proceso de
mamar aquellas tetas maravillosas, con devoción y lujuria.
Mamaba, chupaba, mordía, lamía, trataba de entrarlos por entero en
su boca, tomaba el pezón en sus labios y lo mamaba como una bebé.
A Rosita nunca otra persona le había tocado sus pechos y el impacto
de sentir aquella boca succionando de sus senos le empezó a producir
una serie de gemidos, gritos, jadeos, sollozos… No sabía si aquello
era dolor o exceso de placer, pero no quería que terminara... Sentía
entre sus piernas como manaba un líquido caliente que le encendía
su sexo de una manera bestial.
Como si Doña Lola lo adivinara, llevó su mano a la entrepierna de la
muchacha y la untó de este líquido al comenzar a acariciar su clítoris
con los dedos… Rosita sintió como se le aflojaban las rodillas y pensó
que se caería si Lola no la agarra firmemente por las nalgas y con sus
brazos, por la cintura.
- “Ven… Vamos a mi cama”, le dijo Lola, olvidándose del Doña.
Y la llevó suavemente hacia su dormitorio... La acostó en la cama,
boca arriba, mientras ella dejaba resbalar la bata hasta el suelo,
quedando también desnuda… Subió a la cama, sobre Rosita, se
introdujo entre sus piernas, como si fuera un hombre para poseerla,
y comenzó a frotar su sexo contra el de la muchacha que se retorcía
de placer, temblorosa e incontrolable.
De pronto, Lola empezó a bajar su cabeza sobre el cuerpo de Rosita…
Comenzó de nuevo otra serie de mamadas en sus pezones lo cual
hacía retorcer y gemir a Rosita.. Estos gemidos le aceleraban el pulso
a Lola, que ya no creía que pudiera elevar más su nivel de excitación
y lujuria.
Decidida, descendió hasta el sexo de Rosita, haciendo realidad el
sueño de mamarle el coño a otra mujer… Tomo el clítoris de Rosita
como si fuera uno de sus pezones y comenzó a mamarlo con la
misma devoción, al tiempo que metía sus manos por debajo de las
nalgas de Rosita y se las apretaba y sobaba, llena de placer a su
contacto.

Buscó el punto medio de las nalgas y sintió un respingo de Rosita al
tocar la superficie de su ano... Un gemido más profundo que los
demás le indicó que su dedo índice lo sentía entrar en su ano.
Rosita comenzó a mover sus nalgas buscando ser penetrada... Lola
mantuvo el dedo metido mientras seguía mamando el clítoris de
Rosita sin ninguna compasión ante los gemidos y gritos de la
muchacha, la cual movía más las nalgas buscando que ese dedo tan
torturador se lo metiera lo más profundo posible en su ano.
Y es ese mismo instante Lola sintió que estaba teniendo una corrida
larga y profunda por las vibraciones del cuerpo de la joven mulata.
- “Aaah, doña… Qué bueno, por Dios… Oooh, que corridaaaa… Aaah.”
Lola sentía como sus propios jugos fluían de su interior y como su
clítoris parecía que explotaría de un momento a otro.
Aprovecho el momento de alta excitación de Rosita y subió hacia
arriba, colocando uno de sus generosos pechos en la boca de Rosita,
diciéndole:
- “Ven, mi bebé… Ahora le toca a doña… Mama las tetas de tu doña!
- “Ay, si, doña”, decía Rosita con uno de esos enorme senos en su
boca y comenzó a mamarlos como había sentido en los suyos.
- “Así, Rosita… Mámamelos mucho… Aaah, que bien me los mamas…
Sigue así.”
Y Rosita mamaba, chupaba, mordía, lamía, y sentía que eso era tan
bueno como cuando su señora se lo hizo a ella.
Luego, Lola siguió subiendo su cuerpo y colocó una pierna a cada
lado de la cabeza de Rosita, diciéndole:
- “Ahora, mámale el coño a tu doña, Rosita… Mámaselo!”
Y sintió como Rosita se pegaba a su clítoris como una ventosa y la
mamaba de una manera total, abarcando con su gran boca toda el
área del coño de Lola, incluyendo su clítoris y sus labios enteros.
Rosita se afanaba por abarcarlo todo y succionaba de una manera
salvaje, constante, sin darle un respiro… Era increíble como aquella
boca le estaba extrayendo todos estos años de deseos en una sola
mamada.
Lola jadeando, presionó al frente de Rosita para apartarla de su coño
porque ya no podía más, pero al mismo tiempo la atraía más hacia su
coño porque estaba a punto de correrse y le apretaba sus blancos
muslos en los lados de la cara de la criada para que no se detuviera.
Lola pensó que perdía el conocimiento cuando le llegó este gran
orgasmo jamás sentido en su vida… Fue poderoso, constante,

seguido… Parecía que no se acababa nunca porque Rosita no paró su
succión y la presión de sus labios sobre aquel coño que Lola pensaba
que iba a perder.
Al correrse, su cuerpo se tensó como un arco, sus pechos apuntaron
al techo de la habitación, duros, firmes e inmensos… Su cara se
crispo y de sus labios salió un grito al mismo tiempo que de su coño
salía un torrente de líquidos que inundaban la boca incansable de
Rosita, que seguía succionando de su interior y ahora tragando todo.
Cuando ya no pudo más, Lola se desplomó al lado de Rosita y por un
rato no hablaron entre ellas… Estaban agotadas y necesitaban
recuperar fuerzas.
Luego, Lola le dijo a la joven Rosita:
- “Que tremenda eres, Rosita… Quiero que te quedes aquí conmigo y
lo volvamos a hacer todas las noches.”
- “Sí, doña… Todas las noches lo haremos y cada vez nos exigiremos
más cosas para que el placer sea máximo… Creo que hemos tenido
unas corridas impresionantes y debemos seguir así.”
Y se fundieron en un apasionado beso, al que le siguió muchos más,
antes de quedarse dormidas por agotamiento… Mañana sería otro día
y quizás lo comenzaran igual que terminaron esa noche… ¿Quién
sabe?

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