Friday, March 15, 2019

LGBT: Viajando con mi Jefa




Esa tarde estaba en mi casa preparando la cena, cuando me llamó Bárbara, mi Jefa de la oficina. Se la oía un poco preocupada y me dijo que necesitaba mi ayuda. Debía hacer un viaje urgente esa misma noche a una ciudad un poco apartada, donde había surgido una emergencia en una de las sucursales de la empresa. Era tarde para conseguir un pasaje aéreo y por eso me pedía si yo podía acompañarla en un viaje nocturno en su propio auto, para compartir manejo; ya que a primera hora tendría una importante reunión.

Le dije que contara conmigo y ella muy contenta me lo agradeció, diciendo que pasaría a buscarme por mi casa a medianoche. Armé una pequeña valija como para estar fuera de casa un par de días y le conté todo a mi adorado esposo; quien se sintió feliz de poder quedarse solo en casa un rato…

Después de cenar arrastré a Víctor a nuestra cama y lo cabalgué hasta dejarlo seco. Sabía que mis tres mejores amigas Helena, Camila y Miriam estarían solas en esos días y esperaba que mi fiel maridito no fuera corriendo a cogerse a ninguna de esas tres perras…

Puntualmente a medianoche mi Jefa estacionó en la puerta. Me dio un tremendo beso de lengua y me agradeció otra vez mi esfuerzo en acompañarla.
Le dije que empezaría manejando yo y ella accedió.

Una hora después, ya en medio de la autopista algo oscura, mientras me concentraba en la cinta asfáltica adelante, pude sentir la mano de Bárbara deslizándose por mis pantalones de jogging.

Me hice la distraída; sabiendo que mi Jefa era una lesbiana declarada, pero al mismo tiempo la idea de que esa perra estuviera caliente conmigo, comenzó a excitarme un poco.
Entonces su pequeña mano se detuvo en mi entrepierna y presionó un poco, obligándome a abrir mis muslos. Seguramente sintió el calor que emanaba directamente de mi concha en llamas.
Para viajar más cómoda, no me había puesto una tanga.
De repente su mano subió por mi vientre y se deslizó dentro de mis joggings. Tuve un ligero sobresalto, pero enseguida sentí que sus dedos ya rozaban mi labia afeitada y eso me relajó totalmente.

Bárbara seguía con su mirada perdida en el horizonte oscuro, hacia adelante, igual que yo.

Pronto uno de sus dedos comenzó a acariciar mi clítoris y eso me hizo remover en el asiento. Traté de concentrarme en el manejo…

Pude ver que mi Jefa sonreía, todavía mirando hacia adelante.

Sus largos dedos siguieron adelante y dos de ellos se sumergieron hasta el fondo de mi vagina húmeda y ardiente. Tuve que gemir; ya no podía disimular más…

Bárbara sonrió y me dijo que quería lamerme, además de tocarme.
Levanté mi cola del asiento y ella me deslizó los joggins hasta mis rodillas.

Su aliento cálido pronto cubrió mi pubis y casi sin darme cuenta, ya estaba su lengua lamiendo mi clítoris. Comencé a gemir mientras trataba de concentrarme en el camino.

Su sedosa lengua giró alrededor de mi clítoris un poco más y eso fue demasiado para mí. De repente sentí un volcán estallando dentro de mi cuerpo y mi pubis se lanzó hacia adelante, contra los labios de mi Jefa. Acabé gimiendo como una perra y ella se incorporó sonriendo satisfecha.

Mientras mi corazón recuperaba su ritmo normal, llegamos a una estación de servicio. Nos detuvimos para tomar un café y comprar unas gaseosas para el camino.

Bárbara me dijo entonces que conduciría un rato ella; así yo podría descansar un poco.

Me tomó una media hora animarme a deslizar mi mano entre sus torneadas piernas enfundadas en nylon.
Nerviosamente deslicé mis dedos sobre sus muslos y con algo de sorpresa, descubrí que esa perra no llevaba puesta ropa interior. Mis dedos tocaron directamente sus suaves labios vaginales, humedecidos y perfectamente depilados.

Pude verla sonreír mientras parecía estar concentrada en el camino. Su clítoris de repente se endureció entre mis dedos y escuché un suave gemido que escapaba de sus labios.

Bárbara levantó sus caderas apenas, para que yo pudiera enrollar su falda alrededor de su cintura. Después me incline sobre su vientre y comencé a lamer esa dulce concha.

Cuando mi lengua encontró su clítoris inflamado, Bárbara me susurró al oído que eso podría ser peligroso, porque cuando ella acabara, seguramente cerraría los ojos y aullaría como una perra tirando su cabeza hacia atrás. Entonces podríamos tener un horrible accidente en medio de la autopista.

Entonces me incorporé y le dije que solamente jugaría con mis dedos dentro de su concha caliente. Ella aceptó eso sin dudarlo.

Lubriqué mis dedos con mi saliva y fui insertando primero uno, luego dos y finalmente tres en esa concha en llamas. Bárbara dio un salto en el asiento, pero no tuvo problema en seguir manejando.

Cuando acabó entre mis dedos, ya estaba saliendo el sol.
Un rato después llegamos a la entrada de la ciudad y enseguida al hotel donde nos íbamos a alojar.

Apenas hicimos el control de entrada, me desnudé y me deslicé sobre la cama, sin tocar las sábanas.
Estaba por entregarme a mi merecido descanso, cuando escuché que la puerta de entrada se abría sin hacer demasiado ruido.

Unos segundos después, un cuerpo desnudo se deslizaba en la cama reptando suavemente sobre el mío y unas delicadas manos me hacían abrir las piernas.

Al sentir el aliento cálido sobre mi todavía humedecida labia, supe que ese viaje urgente y a las apuradas, iba a ser algo bastante placentero después de todo.


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