Wednesday, December 12, 2018

LGBT: De cancaneo en la ciudad.





Me fue llevando por la mano, hasta donde había un barco pequeño que estaba en reparación, allí me agarró el cinturón y fue desabrochando hasta que consiguió desabrocharlo todo, para empezar a desabotonarme el pantalón, e irlo bajándolo junto al slip.
Hoy se llama cancaneo o cruising, a la práctica homosexual que se hace en lugares públicos, y puede haber mirones, voyeristas, o no.
En mis comienzos de practicar esta manera de relación homosexual, en la ciudad en la que vivo, no tenía idea de dicho nombre a esta práctica sexual. Lo que sí sabía es que era excitante, arriesgada, y que podías ser visto o encontrado realizando el sexo, en cualquier momento.
Yo lo he hecho en lugares insospechados, y la mayoría de las veces en el centro de la ciudad en que vivo. Unas veces era en el vestíbulo de un comercio mirando el escaparate, o en la entrada de algún banco, el cual tenía una entrada amplia, otras veces en entradas a algún portal o garaje, etc.
Con la persona que solía tener dichos encuentros sexuales, era bastante más mayor que yo, rondaría los 60 años, y siempre le gustaba darme por el culo, en lugares públicos y como digo imprevisibles. Yo la verdad, era que al principio me ponía muy nervioso, y prefería hacerlo en cualquier otro lugar. Pero poco a poco, la excitación que sentía al ser follado en tales circunstancias me hizo seguir y dejarme ser enculado en estos lugares.
La primera vez que conocí a mi maduro enculador, fue una noche de un día de primavera. Estaba saliendo de los jardines del centro de mi ciudad; jardines de Méndez Núñez; en los que había ido para ser follado o lo que surgiera.
Salía en dirección a la dársena, iba sin prisas ya que aún era algo temprano, sería al rededor de las 11 de la noche. Cuando me dí cuenta que estaba siendo seguido por una persona. Al llegar a la dársena, seguí en dirección al hotel Finisterre, pero pegado a la dársena, ya que dicho camino llegaba hasta la pared de la Solana; complejo deportivo y recreativo; ahí lo que había eran unos astilleros de los barcos de basura o del día; hoy es esa parte el paseo marítimo, Francisco Vázquez. De vez en cuando miraba hacia atrás y veía que él venía siguiéndome. Cuando llegué al final, había que dar vuelta y volver por donde había venido. Cuando llegué a la altura de él, mei fijé y comprobé que era una persona madura, que estaría rondando los 60 años. Se me acercó, no recuerdo de que me habló, pero al rato de estar hablando ya me estaba echando mano a mi paquete y acariciando el culo.
Me fue llevando por la mano, hasta donde había un barco pequeño que estaba en reparación, allí me agarró el cinturón, y fue desabrochando hasta que consiguió desabrocharlo todo, para empezar a desabotonarme el pantalón, e irlo bajando junto al slip, mientras no cejaba de manosearme metiéndome mano.
Yo estaba nerviosísimo, ya que allí cualquiera que pasase por la parte de arriba de la calle; era el paseo del parrote, o avenida de la dársena; nos vería sin ninguna dificultad, ya que no había nada delante que nos pudiera servir de refugio de las miradas. Incluso no sabía si había vigilantes en el barco o en aquellos astilleros artesanales.
Parecía un lobo con su presa tierna y jovencita, al que no daba tregua. Ya me tenía con los pantalones y slip por los tobillos, cuando empezó a abrazarme, agarrar mi polla y huevos, mientras con su boca buscaba la mía, cosa que consiguió, metiendo su lengua en mi boca saboreando mi lengua, morderme los labios, luego seguir por la cara, orejas y cuello, hasta hacerme gemir.
¡Dios! No me daba tregua, yo estaba todo nervioso mirando para todas partes. Estaba como un flan, y una excitación que me hacía temblar las piernas.
-Aquí no, aquí nos pueden ver, le decía yo.
-Calla, calla, me susurraba él, mientras no paraba de abrazarme, metiéndome mano por todas partes. Tranquilo, que por aquí no pasa nadie, me decía sin soltar su presa. Cuando empezó a acariciar mi polla, bajando la piel del prepucio, mientras me seguía hablando, ¡ooohhh Que bueno estás! Tu tranquilo, ya verás que aquí no nos van a molestar.
Cuando de pronto empezó a subirme la camisa hasta el cuello, mientras entre jadeos me decía, ¡ooohhh putito que bueno estás! Que culito y pezoncitos tienes, ¡ufff! Que duritos los tienes, mientras con su mano, me pellizcaba los pezones, ¡ooohhh que cosita más rica!
Mientras tanto yo con los nervios y el tembleque que tenía, le fui sacando la polla del pantalón para empezar a acariciarla, bajando la piel del prepucio y sobarle los huevos. Le bajé un poco el pantalón y slip, cuando él me sujetó la mano y me dijo, deja que, si no me voy a correr, y quiero disfrutar de este culito tan rico que tienes.
¡Bufff! Putito, me tienes a mil, joder que bueno estás.



Empezó a meterme un dedo en el culo mientras con su boca iba mordiendo el cuello, para ir bajando hasta mi polla, y meterla en la boca. ¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Suspiré mientras agarraba su cabeza para apoyarme ya que temblaba como un corderito cuando acaba de nacer. Notar aquella húmeda boca chupar mi polla y su dedo entrando en mi ano abriendo mi culito, me había dado un inmenso placer, haciéndome temblar aún más y que abriera más las piernas.  
Vamos para otro sitio le pedía yo, mientras suspiraba del gusto que me estaba haciendo sentir, ¡ooohhh ohhh! Gemía agarrado a su cabeza sin que mis piernas dejaran de temblar.
-Aquí nos pueden ver, le decía.
Pero él no estaba dispuesto a soltar aquella presa, era como un lobo con su presa en la boca, y no había manera de hacerle soltar aquella presa; un jovencito caliente y excitado, listo para ser follado y por encima estaba para comerlo todo. Que culito tenía, era un culito divino. Aquella presa no se le iba escapar, por supuesto que no.
Y por supuesto que no me escapé de aquel lobo que estaba dispuesto a comerme, y que ya estaba de vuelta de la vida.
Me fue dando la vuelta y tan pronto enfiló mi culito, me agarró por la espalda los huevos y polla, y echando su cuerpo encima de mi espalda, para que así me curvara el cuerpo, me fue metiendo su rica polla en mi jovencito y tierno culito. ¡Bufff! Ya me la tenía metida toda en el culo.
Ya la tienes toda dentro putito, ¡aaahhh que gustito me estás dando! ¡aaahhh que calentito se siente putito!
Empezó con un suave movimiento de cadera, mientras con sus manos, me sujetaba los huevos y con su cabeza y cuerpo, me hacía estar inclinado haciendo que mi culito fuese tragando su polla. ¡Ohhh dios! Que gusto y nervios tenía.
El maduro aquel, me estaba follando en plena calle donde podíamos ser vistos en cualquier momento, pero realmente me estaba gustando y me tenía excitadísimo, me tenía a mil. Y como disfrutaba, ¡ooohhh! Joder que morbo sentía, no tardaría mucho en correrme si aquello no terminaba pronto.
Ahora ya me agarraba por mis estrechitas caderas y me daba con toda su fuerza, mientras yo estaba casi en ángulo recto, mientras el lobo, jadeaba y me decía, ¡ooohhh! Quédate así, que así te entra mejor, ¡ooohhh que gusto! Que culito, mmm.
La verdad es que sí acabó pronto, ya que el lobo aquel era de gatillazo fácil, y después de unas rápidas y profundas estocadas, me dejó toda su leche dentro de mi tierno y jovencito culito. ¡aaahhh ya me vengo! Ya me vengo, gritaba el lobo, mientras enculaba aquel jovencito.
Sacó su polla de mi culito después de haberse corrido dentro, dejándome su esperma en lo más profundo de mis entrañas. Cuando de pronto sacó un papel de su bolsillo, se limpió la polla para luego pasármelo por el ojete de mi culito, y cuando terminó de limpiarme, se lo guardó en el bolsillo de su pantalón.
Cuando los dos nos compusimos y estábamos listos para seguir camino, nos fuimos de allí los dos. Me fue hablando, me dijo que nunca me había visto, que él vivía allí a lado; era en Riego de Agua; que yo estaba muy bueno y que le había gustado mucho, que me había visto salir de los jardines de Méndez Núñez, me siguió, ya que le gustaba, y le parecía buena persona. Me dio la mano, se presentó, para luego invitarme a fumar, y en que ya quedaríamos otra vez, que él solía andar por el centro, pero que no solía entrar en los jardines.
Él se quedó donde vivía, yo seguí camino hacia los jardines, ya que estaba más caliente que cuando me estaba dando por el culo. Ahora llevaba el culo abierto, llenito de leche, así que lo tenía bien lubricado para que lo siguieran follando.
A partir de ahí, cada vez que lo veía sabía que iba ser follado por él. Solía pasear por la calle Real, Cantones, Durán Loriga, San Andrés, Alameda, etc. Esa solía ser su ruta de caza.
Cada vez que me veía, o yo lo veía, sabía que ese día me iba follar. Siempre me dejaba más caliente que cuando me empezaba a follar, ya que no duraba mucho sus enculadas, desde la primera vez, que es la que he contado, hasta la última que recuerdo.
Siempre me follaba en el centro de la ciudad, una vez en Durán Loriga, en la entrada al banco Banesto, otra vez en la entrada al garaje al edificio de la Xunta, en la plaza de Pontevedra; ahí nos vieron en plena función, un conductor, que entraba con su coche;  solamente recuerdo que me follara una vez en un lugar más resguardado, y fue en su coche, era un Ford fiesta, me llevó hasta el monte de la Zapateira, bajando por la pista forestal, hacia Vilaboa, allí me folló dentro del coche, haciéndome poner en pelota picada. Me quitó toda la ropa, me mandó pasar a los asientos de atrás, donde levantándome las piernas y ponerlas en sus hombros, me la metió en el culo.
Fue tan rápida la follada, que quedé con más ganas de que me dieran por el culo, que cuando monté en el coche. Ni siquiera me sacó del vehículo, así totalmente desnudo como estaba, y haberme dado por el culito en aquellos parajes. O haberme dejado que le chupara la polla, o que me hubiera meado el cuerpo, en fin, que fue una follada de aquí te pillo, aquí te mato.



Aquel día fue el único día que lo pude ver totalmente desnudo, pero fue tan rápido la follada, que la verdad es que no valía la pena ir tan lejos para acabar tan pronto. Lo excitante de ser follado por él, era hacerlo en el centro de la ciudad, y ser follado en donde solía rondar a sus presas. No solo lo hacía conmigo, ya que lo tengo visto hacer con otros mariconcitos.
Otra de las folladas que me dio, y que recuerdo con agrado, fue en la calle huertas; es la calle que va desde Durán Loriga, hasta San Andrés. Ahí me folló en la entrada a un portal, después de haberlo intentado en otros lugares.
Aquel portal, tenía a su derecha la entrada al garaje al edificio, y antes de entrar al edificio, antes de llegar a los timbres, había un pequeño rellano. Pues allí después de hacerme de todo, consiguió bajarme los pantalones por detrás, ya que yo me los sujetaba por delante, para que no me cayeran hasta los tobillos.
Antes de llegar hasta este punto, ya me había metido un dedo en mi culito, me había comido con su boca las orejas, cuello, mordido los labios, y haberme morreado y meterme la lengua hasta lo más profundo de mi garganta.
Por supuesto que yo andaba más salido que una manada de perras en celo, y necesitaba una polla en mi culito, para que lo calmaran.
Aquel día, yo estaba más nervioso que nunca, y es que había bastante gente por el centro de la ciudad, y a los lugares que habíamos ido, no paraba de pasar gente. Así que los dos estábamos salidos a más no poder, y tan pronto el lobo, consiguió tener mi culito al alcance de su polla, no dudó en metérmela toda dentro.
¡Dios! Ya me había enculado el muy cabrón, mientras yo sujetaba los pantalones para que no me cayeran a los tobillos, y eso que le dije que allí no, que era una temeridad. Joder, méteme mano, y si quieres te la chupo, pero es que aquí ya ves que no paran de pasar coches, e incluso gente.
Tan pronto me descuidé, ya me tenía enchufada la polla en el culo. ¡Bufff! Ya la tienes toda dentro, me dijo, no te muevas, espera un ratito así, mmm, suspiraba el lobo.
Joder, que terminé pronto, pensaba yo para mis adentros, mientras con una mano me sujetaba los pantalones. Inclinaba el cuerpo para permitirle bien la entrada en mi culito, mientras la cabeza la asomaba por ver si venía alguien, mmm, que rico se sentía aquello, pero temblaba de nervios, y seguro que de caliente que estaba.
¡Ufff! Que nervios y excitación tenía. Mi polla empezaba a gotear, y mi culito, pedía más y más polla.
¡Ahhh aaahhh! Ya me vengo, ya me vengo susurró él, ¡aaaahhh! Me vengo, me vengo, cuando empezó a llenarme el culito con su rica leche.
¡Bufff! Ya no podía más con aquellos nervios, y por encima, ahora estaba más caliente y salido que cuando me había metido su polla en el culito.
Me dijo si quería que me pajeara, pero le dije que no, que estaba nervioso, y además quería que me siguieran follando.
Que maricón y putito estás hecho, te gusta el rabo más que un caramelo a un niño. Tienes un culito de muerte, pero es bien vicioso y putito  ese culito.
Sacó un papel, nos limpiamos y como hacía siempre, se lo metió en su bolsillo, para decir a continuación, hay que ser limpitos y curiosos, y no dejar restos de lo que se hace, así no sabrán que aquí estuvimos follando.
Una vez colocada la ropa y compuestos, nos fuimos paseando, él se marchó hacia Riego de Agua que era donde vivía, y yo a la altura del Banco Pastor, crucé hacia los jardines para ver si encontraba quien me siguiera follando aquella noche. Aunque tuviera que ir a urgencias; es una zona de los jardines que así le llamábamos; esa noche no lo dudaría en entrar allí para ser follado, la primera polla que me encontrara, bingo, podía cantar el dueño de la misma, ya que yo no dudaría en poner mi culito a su entera disposición. Y si quería la boca, pues también la tendría, y si viene con un perro, pues hasta el chucho me podría meter la polla en el culo. y si son varios, pues mejor, ya pediría tregua mi culito y boca si es que la usaban.
Otra follada que recuerdo fue el día que me dio por el culo en la entrada al garaje del edificio de la Xunta. Esta entrada queda en la plaza de Pontevedra, justo al final de la calle Orzán.
Aquel día no recuerdo como llegamos hasta allí, solo sé que después de haberlo intentado en varios lugares, no fue capaz de darme por el culo, hasta que llegamos allí. Yo intentaba que fuésemos hasta los baños públicos de la plaza de Pontevedra, pero él no quería, así que me fue arrimando a la entrada al garaje, yo pensaba que tendría allí el coche; pero no, tan pronto me arrinconó en una de las esquinas de la entrada, se lanzó a por mí pantalón, y agarrando el cinturón, casi me lo arranca a la fuerza. Una vez me había soltado el cinturón, me bajó los pantalones y slip, yo con una mano los aguantaba, para que no me cayeran a los tobillos; ¡dios! que nervios tenía. Aquello parecía más una violación, que una follada consentida.
¡Ay! Grité cuando me estaba metiendo su polla en el culito. Y es que, con los nervios y las prisas que ese día tenía el maduro cazador de putitos, yo no estaba lo suficientemente dilatado y me había hecho daño aquella envestida.
Espera, espera, le pedí yo. Pero él sacó la polla de mi culito para volver a meterla sin contemplaciones, ¡aaahhh! Ahora sí, ahora ya me la había clavado toda mientras con sus manos, me sujetaba para que no escapara.
¡Ahhh! Ya está, ¡aaahhh! Ya te la he metido toda, mmm. No te muevas que ya verás que bien se siente.
Empezó a mover sus caderas mientras no dejaba de gemir, ¡ooohhh mi putito! Que ganas tengo hoy, te voy a dejar el culito llenito de leche, mmm.
La verdad es que ahora me estaba gustando aquella follada. Los nervios me hacían estar excitado a más no poder, y estaba gozando con aquella verga dentro de mi culo.
Estaba ya a punto de acabar de darme por el culo, cuando de repente entraba un coche en el garaje. Estoy seguro de que el hombre que iba dentro, además de vernos perfectamente, se debió llevar una sorpresa descomunal. Pero él no dejó de darme por el culo, y es que estaba empezando a soltar toda la leche dentro de mi culito, mmm, que cosa más excitante y que morbo sentía en aquellos momentos. Una vez terminó de correrse dentro de mi culito, salimos escopeteados de allí.
Joder, íbamos acomodando la ropa por el camino. Yo sujetando los pantalones, mientras trataba de abrocharme con una mano los mismos.
Aquello me había puesto caliente como un burro, y además ahora iba con el culo abierto y derramando leche. Ya que notaba como me escurría por las piernas el semen de aquel maduro cazador, al cual le gustaba dar por el culo a jovencitos como yo, en las situaciones más comprometidas.
Otra follada que me dio, y sin duda alguna fue la mejor, fue un día que lo encontré a eso de las 2 de la madrugada en el Cantón Grande, fue a la altura del cine avenida. en ese edificio, hay como unas galerías, que rodean lo que es el portal al edificio, quedando al fondo la entrada al cine, así como otros comercios.
Cuando lo vi, lo que hice fue entrar en esas galerías y quedarme mirando la cartelera, mientras daba la vuelta a esa especie de galerías.
No dudó él en seguirme, ya que me había visto perfectamente. Tan pronto estuvo a mi lado, se abalanzó sobre mí, abrazándome con sus manos para con su boca, empezar a morderme el cuello, siguiendo hasta alcanzar mi boca. Cuando se apoderó de mi boca, me metió su lengua saboreando como un loco. Metió tan adentro su lengua, que creo que ese día me llegó hasta las amígdalas. Tenía cara de lujuria, parecía un loco salido, deseoso de sexo.
¡Dios! Era como un pulpo que me abrazaba con sus tentáculos. No paraba de abrazarme, comerme con su boca y ya empezaba a querer sacarme los pantalones allí mismo. Por suerte lo pude parar, y es que allí no era buen sitio, ya que solía ser muy concurrido y era muy fácil que nos pillaran en plena función.
Por suerte me hizo caso, pero sin soltarme salimos de allí, me llevaba hacia el Cantón Pequeño. Al poco de salir, nos cruzamos con uno de los vigilantes que solían rondar por esa zona, ya que vigilaban los comercios de la zona. Al cruzarnos lo que me sorprendió, es que ambos se saludaron como si se conocieran de toda la vida, o como si fueran grandes amigos. No te preocupes, es amigo, me soltó el viejo lobo.
Seguimos andando hacia el Cantón Pequeño, cuando al poco de cruzarnos con el vigilante, yo disimuladamente, me giré a ver para donde iba el vigilante, cuando me fijé que el se había dado la vuelta también y nos quedaba observando. Le comenté el detalle al viejo lobo, y me respondió que estuviera tranquilo que, con ese vigilante, no habría problemas, era amigo.
La verdad es que iba caminando, e iba pensando del porqué no habría problemas con ese vigilante, iba sospechando que seguramente, sabría lo que solía hacer el viejo lobo. Vamos que sabría de sus andanzas. 
Al llegar a la altura de la calle Alameda, nos metimos por dicha calle, para salir en la calle Durán Loriga, mientras el viejo lobo, iba sobándome cada vez que tenía ocasión.
Como no encontrábamos un lugar adecuado, me fue llevando hasta la entrada al Banco Banesto. Allí nos paramos y el muy zorro, empezó a acorralarme, empezando a meterme mano por todas partes, hasta conseguir desabrocharme el cinturón, y desabotonarme parte del pantalón.
Joder, era como un pulpo metiendo sus tentáculos por todas partes. Hasta llegó a meterme un dedo en el culo, mmm, cómo estás putito, me decía, mientras yo además de nervioso y excitadísimo, le repetía que allí no, que allí no podía ser. Además, hasta puede haber cámaras de vigilancia. pero poco o nada parecía importarle. Tranquilo putito, que no pasa nada, ay que calentito tienes el culito, me decía. Cuando por la otra acera de enfrente, pasaba una persona. Fue entonces cuando paró y saliendo de allí, seguimos camino a la calle Santa Catalina.
Al llegar a dicha calle, subimos hacia San Andrés, haciéndolo por la acera de la derecha. Justo antes de llegar a la calle San Andrés, había un viejo comercio que solía estar siempre sin luz en el escaparate, y la entrada hacía como una l, justo por donde tenía la entrada al viejo edificio; en ese lugar ya lo había visto en varias ocasiones con otros putitos.
Allí me metió, y tan pronto me acorraló justo a la entrada del edificio, que era donde hace la l, ya no había manera de sujetarlo. Era como una caldera en ebullición. Me subió la camisa y chaqueta de punto que llevaba, hasta los hombros. Más que subir, casi me los arranca.
De esta manera empezó a morderme los pezones, haciéndome gemir, ¡aaahhh! Espera, le decía yo. Pero él en esos momentos era un lobo con su presa, y la lujuria que se le veía daba miedo.
Con sus manos empezó a desabrochar el cinturón, para seguir con el pantalón. Tan pronto lo consiguió, me agarró los slips, y de un manotazo me los bajó hasta los tobillos.
¡Dios! Ya me tenía en sus manos, y listo para hacer conmigo lo que quisiera. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía yo mientras como pude le fui sacando su polla del pantalón.
¡Ay Putito! Ay como me tienes hoy, estoy que reviento, me estaba diciendo cuando una persona se quedó parada en la entrada al viejo comercio. Se quedó allí mirando, hasta que empezó a entrar al vernos allí a nosotros.
El cabronazo venía en busca del viejo, ya que sabía por donde buscarlo, y al vernos allí, se dio perfecta cuenta de lo que estaba sucediendo. Y es que era otro putito con los que el viejo lobo solía ir a follar.
Era mayor que yo el maricón, y estaba claro que no se iba ir sin aprovecharse de la situación. el viejo al verlo siguió con lo que estaba, diciéndome que tranquilo, que era otro maricón y que seguro quería participar.
El viejo me giró, y dejándome frente al maricón que ahora nos observaba, se colocó detrás mía, y ordenándole al recién llegado que pasase y me aguantara mientras él me iba dar por el culo.
Me hizo agachar y poner mi culito a su disposición, mientras el nuevo maricón, me agarraba la cabeza y con sus manos me acariciaba el cuerpo; ¡joder que bien lo estáis pasando!, soltó el maricón, mientras me acariciaba. Mientras el viejo, ya me estaba metiendo dos dedos en mi culito, y gemía, mmm, putito, ya estás todo mojadito. Hoy te voy llenar el culito de leche putito, ¡Joder! como me tienes hoy.
Yo estaba tan excitado y caliente, que solamente podía gemir, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Mientras el viejo lobo me metía los dos dedos en mi culito y el otro maricón, me sujetaba la cabeza.
Dios, no sé cómo, pero el maricón ya tenía su polla de fuera, y tenía la punta de la polla toda babosa. Le estaba chorreando semen. Le agarré la polla con las manos, y sin pensarlo me la metí en la boca, ¡ooohhh ohhh maricón! Soltó este al notar como metía su polla en mi boca.
Mientras yo me aplicaba en chuparle la polla al maricón, el viejo lobo, ya me había sacado los dedos del culito y al momento, empezó a meterme la polla por el culo que estaba chorreando, y deseoso de que le metieran una polla.    ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía el viejo al meterme la polla en el culo, mmm, que calentito tienes el agujerito putito.
Clavó sus dedos en mis caderas y empezó a follarme sin compasión, mientras yo cada vez tragaba más polla del maricón que me sujetaba. Ahora el maricón con sus manos me pellizcaba los pezones, y decía así, así putito.
Poco duró el viejo follándome, ya que como siempre, era de meterla y al poco empezar a correrse. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Me corro, putito, ¡ooohhh! Me corro, me corro, y dando las últimas estocadas, me dejó enterrada la polla en el fondo del culito descargando su semen para poco a poco, irse recuperando. 
Cuando se compuso el viejo lobo, le dijo al maricón, ahora todo tuyo. No lo dudó el maricón, ni siquiera me preguntó nada. Me sacó la polla de la boca, y haciéndome girar, puso mi culito a disposición de su polla.
¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité cuando me metió aquella verga en el culo. El maricón tenía un poco más grande la polla que el viejo lobo.
Ahora era el viejo lobo el que me sujetaba la cabeza mientras me daba por el culo el maricón.
¡Ufff! que culito más rico tienes putito, me decía mientras me follaba.
Mientras tanto el viejo lobo, terminó de sacarme la camisa y chaqueta de punto que tenía a la altura de los hombros, el muy cabrón me la sacó por la cabeza sin desabrochar, ni ostias. Volvió a agarrarme la cabeza, y ahora me hizo chupar la polla flácida que le colgaba. Límpiamela bien putito, y no dejes ningún resto de lechita.
Estando así, de pronto noté como ambos se paraban y empezaban hablar con otra persona. Pasa pasa, le decían.     Joder, estáis pasándolo de puta madre, decía el que terminaba de llegar. Hoy veo que tenéis una rica, tierna y jovencita putita, decía, mientras me miraba como me follaban ambos por mis dos agujeritos.
Si quieres puedes ocupar mi sitio, le dijo el viejo lobo al recién llegado, que no era otro que el vigilante que nos habíamos saludado antes. No se hizo de rogar, se colocó delante de mi cara, y con la polla ya de fuera, me la empezó a meter en la boca. ¡Bufff! Que rico, ¡ooohhh que boquita tiene! 
Dios, aquello me estaba haciendo que mi polla empezase a gotear semen en todas direcciones. Y es que el maricón, no paraba de culearme, y con cada embestida, me bamboleaba sin parar, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Empezó a gemir el maricón mientras me clavaba más a fondo su polla en mi culito, empezando a soltar leche en lo más profundo del culo. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh putito te voy a preñar! ¡ooohhh que gusto! Soltó el maricón.
Cuando salió su polla de mi culito, el vigilante, no lo pensó dos veces. Me hizo levantar y cogiendo mi cara con sus manos, empezó a besarme como si aquello fuera el fin del mundo, ¡ooohhh que cosita rica! ¡ooohhh mi putita! Te voy a romper ese culito tan rico que tienes, mi amor.
Les pidió a los otros dos que no se fueran. El viejo quedó en la entrada vigilando, mientras el maricón se quedó ayudando al vigilante. El muy cabrón, mientras el vigilante me morreaba y sobaba por todas partes, empezó a sacarme los zapatos, para seguir con los pantalones y slip. Así estaréis más cómodos dijo el maricón.
Joder, ahora estaba desnudo por completo en la entrada a un comercio, siendo follado por tres personas, en plena noche, mmm, aquello era de lo más excitante, me tenían super caliente, nervioso y a la vez excitadísimo. Aquellos tres esa noche tenían a un jovencito en plena calle, desnudo por completo, y dispuesto para realizar de todo lo que se les antojase con él.
Cuando se cansó de magrearme el vigilante, me hizo girar y haciéndome inclinar, me sujetó por las caderas y de una estocada, me clavó aquella polla en mi culo.
¡Ahhh aaahhh! Que estrechito y calentito tienes el culito, ¡aaahhh mi amor que bien te entra! Te han llenado bien el culito de leche mi amor.
¡Ufff!, Resoplaba yo al notar como me estaba entrando aquel falo en mi culito, ¡ooohhh ohhh! Que placer sentía en esos momentos, mmm, aquello era maravilloso.
El vigilante que me estaba follando, era mucho más alto que yo y cada vez que me metía la polla en el culito, me levantaba en el aire. La verdad es que no le costaba mucho, ya que yo pesaba 58 kilos y con el corpachón que él era, no suponía gran cosa para él.
¡Ay mi amor! Me decía mientras me levantaba en el aire sujetándome con sus brazos y clavando su polla en el fondo de mi culito, mientras era ayudado a sujetarme por el maricón, que ya me había follado.
El maricón, aún tenía la polla de fuera y la tenía pegada a mi cara; me estaba embadurnando toda la cara, con los restos de semen que aún tenía, cada vez que el vigilante, me enterraba aquel mástil en mi culito.
Pero que joyita tenemos hoy, ¡dios que culito! Casi gritaba el vigilante, cada vez que me daba por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Suspiraba yo cada vez que sentía aquella polla llegar al fondo de mi culo. Además, cada vez me tenía que sujetar más fuerte al maricón, ya que el vigilante, prácticamente me tenía en el aire.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Que rica follada me estaba dando aquel semental, mmm, me estaba rompiendo el culito aquel vigilante y me estaba haciendo gozar de lo lindo.
Calla mi amor, no grites tanto que nos pueden escuchar, ¡ooohhh ohhh! Me decía entre suspiros, mientras me iba taladrando más mi culito con aquella rica vergota, mmm, ¡aaahhh! Pero que rico se siente tu culito, putita mía.
¡Ohhh! ¡ooohhh mi nenita! Esta noche vas a ir bien repletita de leche, ¡ooohhh! Te voy a dejar bien abierto y follado este culito, mi amor.
Ya me tenía totalmente en el aire, cuando teniendo toda su polla en lo más profundo de mi culo, empezaba a correrse. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Me voy, ya me voy, ¡ooohhh me corro! Me corro putita, suspiraba el vigilante soltando toda su lechita en el fondo de mi culo.
Dios, mi polla además de no parar de gotear semen y tenerla toda mojada, la tenía media flácida, y los huevos me colgaban más que nunca Y es que aquella enculada que me daba el vigilante, me hizo bajar la erección que hasta entonces tenía, mmm, que sensación más placentera estaba sintiendo esa noche.
Cuando me bajó y pude poner los pies en el suelo, me sacó la polla del culo, la tenía toda mojada del semen que ya tenía dentro de mi culito, me fue girando, y con las manos ahora en mis hombros, me empujaba para que me agachara y le chupara la polla que todavía se veía triunfante y tiesa. Límpiamela bien mi amor, con esa boquita tan rica que tienes.
Abrí la boca y sujetándome con mis manos en sus caderas, fui engullendo aquel majestuoso pene. Así así, mi amor, ¡aaahhh! Que rico chupas mi amor, déjala bien limpita amorcito.
Mientras tanto el maricón que estuvo ayudando a sujetarme, ahora me acariciaba el culo y espalda con una mano, mientras con la otra pellizcaba mis tetillas, que estaban como el acero de duras.
Hazle una paja, le dijo el vigilante al maricón, mientras termina de chuparme la polla, que se lo merece, por tan rica follada que nos ha dado.
El maricón sin esperar más agarró mi polla, que aún estaba algo flácida y empezando a menearla suavemente con una mano, con la otra me iba metiendo un par de dedos en el culo; chupa putito, chupa. Te hemos dejado el culito bien abierto, mariconcito, y ¡dios!, lo tienes bien embarrado de leche, maricón, esta noche quedas preñado maricón. No paraba de hablar el maricón, mientras me metía los dos dedos en el culo, y con la otra me pajeaba. El vigilante, me tenía agarrada la cara con sus manos y decía: así así, chupa mi amor. Hasta que empecé a correrme en la mano del maricón, ¡ooohhh ohhh! Gemí mientras soltaba todo el semen que me quedaba en los huevos.
Cuando me incorporé, el vigilante me agarró la cara y me estampó un beso en la boca, mientras me decía, estás buenísima nenita, tienes un culito muy rico y que bien folla, tienes que dejar que te coja alguna vez más, mi amor. 
Después de reponerme y soltarme del vigilante, empecé a recoger mi ropa que estaba tirada en el suelo, y es que los cabrones, terminaron por dejarme en pelota picada. Cuando me agaché a recoger el slip, el vigilante, lo agarró con su mano, y metiéndome un dedo en el agujerito, dijo: ay nenita, que culito más rico tienes, mira, joder, lo tienes abiertito, y va escurriendo lechita, mi amor, que linda almejita tienes, mientras iba entrando su dedo en mi agujerito. Me puse el eslip y me volvía a agachar para recoger el pantalón, terminando de ponerlo, y mientras me calzaba los zapatos, mi iba poniendo la camisa y chaqueta, que estaban envueltos como si fueran un churro.
Una vez compuesto, salimos de allí. El viejo lobo, ya se había marchado hacía un ratito. Y el maricón se fue en dirección a la calle San Andrés, y yo y el vigilante, nos fuimos en dirección a los Cantones.
Mientras íbamos caminando me iba hablando, que cuando me vio con el viejo lobo, ya se había dado cuenta y que supuso que me llevaría allí, ya que nos vio venir por la calle Durán Loriga, y como ya conocía al viejo, y ya había compartido algunas veces su presa, pues se acercó ya que le había gustado, y lo había dejado con la polla bien tiesa. Al parecer conocía a los dos, al viejo lobo y el maricón; a este ya se lo había follado más veces, y que siempre solían compartir si la otra persona quería.
Espero que te haya gustado el polvo que hemos echado esta noche, me dijo a modo de despedida, mientras el seguía su ronda, y yo me encaminaba para mi casa, zona de la estación de ferrocarril.
Hoy iba bien follado, el culito bien abierto, relajadito, y todavía escurriéndome la leche por él. Pero, sobre todo, lo que iba, era bien satisfecho, sonriente y feliz. Llevaba una sonrisa en la cara, que iba de oreja a oreja.
Los demás encuentros con este Lobo en caza de culitos a los que follar, siempre fueron similares, y siempre después de ser follado por él, tuve que seguir en busca de otra polla que me siguiera enculando, unas veces encontraba otra polla, para que me diera por el culo, y otras veces me he ido para casa con ganas de ser follado, el culo calentito, y la polla a punto de reventar. En esos momentos, me podía dar por el culo cualquiera. No me importaba si era guapo o feo, si viejo o joven, si la polla era grande, descomunal, o normalita, en esos momentos, solamente quería ser enculado, garchado, follado, o como quieran llamarlo. En esos momentos, mi culito, quería carne y leche, mucha leche, para ser saciada su calentura, y quedar bien relajadito, y así poder dormir a gustito.
No sabía cómo relatar estas folladas, ya que solían ser de aquí te pillo, aquí te follo, y con esta persona, siempre eran más o menos igual. Por eso he contado las que considero fueron las mejores, y quedara bien reflejado como me solía follar este viejo lobo. Me gustaba sobre todo donde me follaba, eso era lo más excitante, y era lo que me gustaba.


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