Por
Abjareina
Por
redes sociales, vi a un hombre de 42 años, llamado Nick. No tardé nada de
tiempo en ponerme en contacto con él para conocerle mejor. A medida que iba
pasando el tiempo, e íbamos hablando, supe que era una persona de la que me
enamoraría en cuanto le viese, pero eso era imposible porque se estaba
divorciando de su mujer y quería que fuera de la forma más amistosa
posible.
Siempre
he sido muy desconfiada y tímida a la hora de conocer a la gente físicamente,
pero no pude resistirme a esas conversaciones nocturnas interminables que teníamos,
a ese trato que me daba, a su voz varonil, su forma de pensar...
Finalmente
me decidí a quedar con él y vino a recogerme cuando salió de una reunión que
tenía ese día. Iba con una camisa azul y unos pantalones color beige, con su
pelo rubio por el hombro y su sonrisa perfecta. Estuvimos tomando unas copas,
hablando de todo, cuando nos mirábamos dejaba de existir la gente que nos
rodeaba... Nos dieron casi las 3 de la mañana, y yo lo único que quería era
dormir con él.
Nos
montamos en el coche y me preguntó que qué me apetecía hacer, y le dije que esa
noche estaba sola en casa y me quería ir con él. Me acarició la cara y me besó
como nunca nadie me había besado. La cosa fue subiendo de tono y nos fuimos a
su hotel.
Cuando
llegamos a la habitación, me asomé a la terraza y me fumé un cigarrillo
mientras me abrazó desde atrás. Me terminé el cigarrillo y nos metimos dentro,
le pedí que pusiera música y me acerqué a él para volverle a besar. Mientras
nos besábamos, nos quitábamos la ropa el uno al otro y yo deseosa de sentirle
dentro de mí, jadeaba en su boca. Me tumbó en la cama, desnuda, sin dejar de
besarme. Comenzó a lamerme el cuello, los pechos, el vientre, hasta que abrió
mis piernas lentamente y empezó a lamer mi coño, provocando que me pusiera la
mano en la boca para no gritar. Succionaba mi clítoris con la lengua e
introducía sus dedos en mí, haciéndome sentir una diosa. Cuando me tenía lo
suficientemente cachonda, se paró a mirarme y me dijo que estaba preciosa.
Acercó mi boca a la suya mientras me abría las piernas y empezó a follarme
lentamente. Yo solo quería más. Empezó a penetrarme con fuerza y empecé a gemir
en su oído y lamer su cuello. Se quitó de encima y se tumbó en la cama. Era mi
turno. Le hice una mamada y me senté encima a cabalgarle con intención de
correrme encima suya. Tocaba mi culo, mis tetas, me miraba con amor. Me corrí y
él se corrió después, en mi culo.
Cuando
habíamos terminado, nos abrazamos y me dormí encima de su pecho.
Al
día siguiente me llevó a casa temprano, porque él tenía que viajar. Me despedí
de él y algo me decía que nunca más me volverían a hacer el amor de esa forma.
Pasaron días y seguimos hablando, hasta que un buen día desapareció durante 3
meses. Cabe recalcar que yo no tenía su número de teléfono para evitar
problemas con su esposa. Me llené de resentimiento porque me sentí como un
objeto, me habían usado para una noche.
Volvió
a aparecer pidiéndome perdón, diciéndome que era una chica de la que se
enamoraría y por su situación, no podía... pero nunca le perdoné.
Han
pasado 2 meses desde que me pediste perdón y sigo pensando que pudiste haberme
dicho que no eras feliz. No merezco ser tratada así por ti. Se que no querías
lastimarme, pero mira lo que me has hecho ahora... tengo que ver que ella tiene
la otra mitad de mi... ella ni siquiera es la mitad de lo que soy yo, esa perra
nunca lo será. Nunca, nunca. Nunca.
Mentiste...
y todo es... porque mentiste.
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