Wednesday, April 17, 2019

Resentimiento





Por redes sociales, vi a un hombre de 42 años, llamado Nick. No tardé nada de tiempo en ponerme en contacto con él para conocerle mejor. A medida que iba pasando el tiempo, e íbamos hablando, supe que era una persona de la que me enamoraría en cuanto le viese, pero eso era imposible porque se estaba divorciando de su mujer y quería que fuera de la forma más amistosa posible. 
Siempre he sido muy desconfiada y tímida a la hora de conocer a la gente físicamente, pero no pude resistirme a esas conversaciones nocturnas interminables que teníamos, a ese trato que me daba, a su voz varonil, su forma de pensar...
Finalmente me decidí a quedar con él y vino a recogerme cuando salió de una reunión que tenía ese día. Iba con una camisa azul y unos pantalones color beige, con su pelo rubio por el hombro y su sonrisa perfecta. Estuvimos tomando unas copas, hablando de todo, cuando nos mirábamos dejaba de existir la gente que nos rodeaba... Nos dieron casi las 3 de la mañana, y yo lo único que quería era dormir con él.
Nos montamos en el coche y me preguntó que qué me apetecía hacer, y le dije que esa noche estaba sola en casa y me quería ir con él. Me acarició la cara y me besó como nunca nadie me había besado. La cosa fue subiendo de tono y nos fuimos a su hotel. 
Cuando llegamos a la habitación, me asomé a la terraza y me fumé un cigarrillo mientras me abrazó desde atrás. Me terminé el cigarrillo y nos metimos dentro, le pedí que pusiera música y me acerqué a él para volverle a besar. Mientras nos besábamos, nos quitábamos la ropa el uno al otro y yo deseosa de sentirle dentro de mí, jadeaba en su boca. Me tumbó en la cama, desnuda, sin dejar de besarme. Comenzó a lamerme el cuello, los pechos, el vientre, hasta que abrió mis piernas lentamente y empezó a lamer mi coño, provocando que me pusiera la mano en la boca para no gritar. Succionaba mi clítoris con la lengua e introducía sus dedos en mí, haciéndome sentir una diosa. Cuando me tenía lo suficientemente cachonda, se paró a mirarme y me dijo que estaba preciosa. Acercó mi boca a la suya mientras me abría las piernas y empezó a follarme lentamente. Yo solo quería más. Empezó a penetrarme con fuerza y empecé a gemir en su oído y lamer su cuello. Se quitó de encima y se tumbó en la cama. Era mi turno. Le hice una mamada y me senté encima a cabalgarle con intención de correrme encima suya. Tocaba mi culo, mis tetas, me miraba con amor. Me corrí y él se corrió después, en mi culo.
Cuando habíamos terminado, nos abrazamos y me dormí encima de su pecho. 
Al día siguiente me llevó a casa temprano, porque él tenía que viajar. Me despedí de él y algo me decía que nunca más me volverían a hacer el amor de esa forma. Pasaron días y seguimos hablando, hasta que un buen día desapareció durante 3 meses. Cabe recalcar que yo no tenía su número de teléfono para evitar problemas con su esposa. Me llené de resentimiento porque me sentí como un objeto, me habían usado para una noche. 
Volvió a aparecer pidiéndome perdón, diciéndome que era una chica de la que se enamoraría y por su situación, no podía... pero nunca le perdoné. 
Han pasado 2 meses desde que me pediste perdón y sigo pensando que pudiste haberme dicho que no eras feliz. No merezco ser tratada así por ti. Se que no querías lastimarme, pero mira lo que me has hecho ahora... tengo que ver que ella tiene la otra mitad de mi... ella ni siquiera es la mitad de lo que soy yo, esa perra nunca lo será. Nunca, nunca. Nunca.
Mentiste... y todo es... porque mentiste. 

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