Por Larry Álvarez
Tenía como 15
años cuando empecé a explorar mi sexualidad y después de esa edad, por por
espacio de tres años tuve varias aventuras con mujeres maduras del barrio angelino
estadounidense en dónde crecí . Casi todas eran solteronas, viudas, divorciadas
y alguna que otra casada insatisfecha.
Un miércoles
al regresar de la preparatoria, me di cuenta que la única de todas las damas
que me faltaba por hacerla sentir como mujer, estaba sola en su casa.
Lo sabía,
porque cada vez que llegaba a mi hogar, me daba cuenta que se asomaba por la
ventana. Por espacio de mucho tiempo no podía dejar de pensar en ella.
Sabía y me
imaginaba que a esta hora estaría en el sofá en paños menores o sin nada,
esperando que algún día yo tocara la puerta.
Las otras
vecinas habían sido las que me secuestraban para darles placer, ya sea a través
del sexo manual u oral o con un masaje sensual, que había aprendido a los 15
años de otra señora.
La idea de
poder estar con la mujer que me miraba desde su ventana llegar de la escuela
diariamente, me traía loco, pero no me atrevía a decirle nada porque pensaba
que sólo era un simple muchacho o un chicuelo y ella una mujer pegándole a los
50. Cuando la pude ver salir de su casa, alcance verle sus senos, los más
bellos que ojos hayan visto. Unas caderas que enloquecían a cualquier hombre.
De lejos se veía apetecible, sabrosa, me moría por besarla, por tocarla, por
abrazarla, por cogérmela. Pero no había tenido la oportunidad, hasta ahora.
Bueno mi
relato es así:
Después de
regresar de la escuela, me baño, me cambio de ropa, y me senté a leer un libro.
Suena el teléfono y es ella. Me pongo contento al escuchar su voz al otro lado
del auricular y le pregunto qué hace.
Ella me
contesta que está triste y me pide que vaya a su casa para que le ayude a
arreglar su cama que tenía salidos unos tornillos y que hacía mucho ruido.
Me dio la
espina que sólo era una excusa para que yo fuera a su casa. Y fui. Cuando toqué
la puerta, abrió y me recibió con un vestidito en tela muy suave, transparente
que se les veía unas pantaletas pequeñas. Traía una blusa a medio botonar, con
escote profundo.
Me platicó
lo que tenía su cama. Y si en efecto, tenía sueltos unos tornillos y después de
revisarla, se tiró en ella y se puso a llorar. No me gustó mucho el drama y
mejor le dije que iba a casa por un desarmador. Elle dijo que me esperara y que
me sentara un rato para platicar.
Me contó de
su vida matrimonial que su marido no la satisfizo totalmente y que por eso ya
no estaba con él, y me dijo que por muchos años había maldecido a los hombres
porque nada más se montaba en ella y se venían sin importarles lo que ella
necesitaba, dejándola a medias y que desde mucho tiempo no había tenido
relaciones. Que las vecinas, le habían contado de mí, y hasta ahora se animó a
que la visitara.
Hubo un
momento en nos miramos yo le acaricié el rostro y le dije que era muy bella que
no se apurara que pronto conocería a otro hombre que la comprendiera. Ella me
dijo que quería que fuera yo el que la consolara.
Se levantó y
prendió un cigarrillo estimulante y sirvió dos vasos de brandi. Fumamos por un
rato y tomamos las copas.
Me pidió que
si le podía darle un masaje en su espalda ya que se sentía agotada, le dije que
se volteara, lo hizo, y empecé a masajear sus hombros y cada vez que rozaba su
piel con mis manos sentía un cosquilleo en mi verga, por los efectos del cigarro
y las copas. Le pregunté que si no le importaba que se quitara la parte de
arriba que llevaba puesto para que la pudiera masajear mejor. Busqué loción
para el cuerpo. Su piel muy sensible a mis caricias.
Ella quedó
con sus pechos desnudos. Puede sentir con mis manos sus pezones erectos. Dirigí
mis manos a sus hombros y fui bajando por toda su espalda hasta donde comienzan
sus nalgas, ella parecía disfrutarlo y me atreví a tocar sus partes por los
lados, arriba de sus pantaletas, ella gimió como dándome permiso no pude
aguantar más y decidí arriesgarme.
Toqué de
nuevo su espalda, ya no como masaje más bien como caricias y volví a bajar
hasta sus nalgas las acaricié y las apreté. Ella emitió un gemido de placer.
Seguí
acariciando su espalda y sus senos por los lados ella, de un de repente se
volteó hacia mí y me dijo mirándome con una mirada llena de deseos: tómame
hazme tuya siempre he esperado este momento.
Yo atónito
no supe que decir y opté por darle un tierno beso en sus carnosos labios. Ella
me mordió los labios eso me puso a mil. La bese desenfrenadamente, introduje mi
lengua en su boca y nos besamos como locos luego baje a su cuello y seguí hasta
llegar a sus senos me detuve a lamerlos, los mamé, los mordí, los besé con
pasión, con desenfreno.
Seguí
bajando hasta llegar a su ombligo. Allí me detuve e introduje mi lengua. Ella
me pedía a gritos que bajara. Seguí con mi recorrido sin perderme un solo
espacio. Le quité sus pantaletas, y allí estaba frente a mí, su vagina,
completamente afeitadita, limpiecita, rosadita, se veía tan deliciosa, la besé
tiernamente y ella me gritó que por favor se la mamara, yo cumpliendo órdenes
empecé al lamerla primero por encima entrando mi lengua por su rajita y estimulando
su clítoris.
Ella me
decía: cométela papi es todo tuyo.
Yo le abrí
las piernas y chupé su clítoris, a lamerlo con mi lengua, y la introduje en su
rajita hasta que ella no pudo más y se corrió en mi boca.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhahahahahahahah
Se oían sus
gritos y yo no podía despegarme de allí Hasta dejar su rajita limpia, la
contraje contra mi boca, para que mi lengua quedara dentro.
Cuando ella
dejó de contonear sus caderas entonces saqué mi lengua y lamí su rajita hasta
que quedó limpia. Bebí sus jugos y se sintió satisfecha.
Ella quedó sin fuerzas por un minuto y cuando se repuso me dijo que ahora era mi turno para hacerme gozar y me besó introduciendo su lengua en mi boca.
Ella quedó sin fuerzas por un minuto y cuando se repuso me dijo que ahora era mi turno para hacerme gozar y me besó introduciendo su lengua en mi boca.
Bajó sus
manos hasta mi verga y sintió mis testículos llenos de leche y me susurró al
oído eres mío y me dijo: voy a mamar toda tu verga.
Haz de mi lo
quieras, le contesté.
Tomó mi
verga con su mano y empezó a lamerla. Ya para ese momento, empecé a escurrir
líquido pre seminal.
Me succionó
fuerte y sentí que un chorro salió disparado, cayendo dentro de su boca. Lo saboreó
y me besó para que supiera cómo sabía mi lechita.
Me recostó,
sacó un condón, me lo puso y metió mi verga dentro de su vagina. Cabalgó por un
tiempo y me pidió que no me viniera.
Aguanta
corazón.
Sostuve lo
que pude, Ella tuvo otro orgasmo y cuando estaba a punto de estallar, saltó de
la cama, que se cayó por la falta de tornillos buenos, me quitó el condón.
Limpió el talló y la cabeza de mi verga con su lengua y la agarró y se la metió
en la boca para recibir toda mi leche.
Exploté. Los
efectos del cigarrillo, el brandi y la calentura hicieron que estallara como si
salieran disparos de una pistola. Ardiendo.
Ahahahahahahahahhahahahahhahahhahahahahahhah
Retiró su
boca porque no alcanzaba a digerir toda la leche y dejó que el resto de ella le
bañara su cara, sus senos y su cuerpo. Parte cayó en mis piernas y en mi
ombligo. Ella se dedicó a colectar lo que me cayó con su lengua.
Una delicia.
Ahora que ya estoy en mis años de la tercera edad y me
gustaría repetir esa experiencia. Deje su comentario junto con su correo
electrónico.
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