Presentación por Larry Álvarez
Una mañana mi
amada se despierta de repente, se había quedado dormida en el sofá cama del
privado de mi oficina. Mientras yo llegaba se puso a leer mis relatos eróticos
y de ver fotografías y gráficas de posturas sexuales. Se quedó dormida leyendo
el libro de “68 posturas para hacer el amor” que describía todos los mecanismos e instrumentos para
llegar al placer, concluyendo que la postura 69 es para limpiar los elementos
empleados en la intimidad.
Mi amada después
de ese día, escribió lo siguiente:
Me quedé
dormida, completamente desnuda. Mi vagina húmeda, mis piernas y mi vello púbico
pegosteado del néctar escurrido después de haberme excitado al leer los
relatos, escritos por mi hombre, esos relatos eróticos, tan sublimes, tan
calientes, llenos de una imaginación extraordinaria, que me hicieron sentir
verdaderamente mujer. Realmente quisiera ser la morenita de su sueño plasmado
en uno de sus últimos relatos.
Me despierta
el sonido de un ruido. Me pongo de pie, me cubro con mi ropa. Investigo y no
percibo nada. Nadie en la puerta, nadie afuera. Camino al espejo del privado.
Me arreglo el pelo, me froto la cara, despertando. Mi rostro tienes rasgos de
placer, de una noche apasionada, sola, pero acompañada de mi hombre el cual me
ha hecho sentir en toda nuestra desvelada, toda una mujer. Si ese hombre
virtual, mi relator erótico, el que despierta mis fantasías, el que hace que me
escurra, el que al tocarme hace que me estremezca.
Cierro nuevamente
mis ojos y siento que se acerca a mi espalda. Pone sus manos sobre mis hombros.
Se me eriza el cuerpo. Siento sus labios sobre mi cuello, mi nuca, mis oídos.
Juega con mi cabello, rodea mis pechos, mi cintura, siento su aliento, su
respiración y me voltea abrazándome fuertemente y me da un beso profundo en mi
boca.
Mi cuerpo
tiembla de pies a cabeza. Se cuerpo ceñido al mío, no quiero que se me
despegue. Su besos me gustan, el no deja de besarme mientras sus manos buscan
mi intimidad, mi ropa cae al piso, quedo
completamente desnuda ante él. Sus manos se apoderan de mis glúteos, las
aprieta con suavidad, Me rodea por la cintura y me lleva hasta el sofá cama,
sentándose en la orilla donde sigue acariciando mi cuerpo, el cual tiembla al
estar ahí totalmente desnuda ante mi hombre.
Me recuesta
y sus manos masajean toda mi anatomía, separa mis piernas con sus brazos, se
arrodilla y besa mis labios inferiores, que no pude contenerme y recordando sus
relatos, y ahora sintiendo sus labios sobre los míos, llego a un riquísimo
orgasmo.
¡Ahahahahahahahahahahahahah!
Lame toda mi
intimidad, mis néctares están en sus labios, en su boca, en su paladar. Se
saborea, y me besa con una pasión compartiendo mi sabor conmigo. Me repongo, y
me dirijo a un tocadiscos compacto y selecciono una melodía para poder bailar
para él. Lo siento en la silla de su escritorio. Me muevo sensualmente al ritmo
de la música. El me observa, deleitándose de mi anatomía, de mi coreografía,
del movimiento de mis glúteos, el saltar de mis senos, que poco a poco se
acercan a su rostro, a sus piernas, y lo pongo de pie, y le voy quitando la
ropa.
Quedamos los
dos completamente desnudos, me hinco y ante mi asombro, tengo ante mí su
miembro erecto. Lo beso, lo lamo, lo chupo, lo mamo, lo hago mío. El gime de
placer, toma mi nuca y lo inserta en mi boca hasta la garganta. Siento que
eyacula ligeramente, su líquido pre seminal se derrama dentro de mí. Detengo el
movimiento de sus caderas al penetrarme oralmente. Saco su miembro lentamente
de mi boca, mi lengua lo va limpiando. Hago que se siente en su silla del
escritorio y me monto sobre él.
Penetra con
delicadeza mi vagina, el tamaño de su miembro se acopla poco a poco, al
abrirme, me muevo en un delicioso vaivén, cabalgo, lo tomo de su cuellos, el de
mi cintura, y los dos nos mecemos fuertemente hasta que siento sus lácteos
calientes, bombardeando mi interior, escurriendo por los lados de mis labios
vaginales y derramando por mis piernas, tengo otros orgasmo mientras nuestros
cuerpos se sacuden en espasmos exquisitos. Nos besamos, nos acariciamos, nos
sentimos, nos abrazamos.
Saco su
miembro de mi cueva del placer. Me arrodillo, pongo las palmas de mis manos en
el suelo y me aproximo hacia él, como una gatita en celo. Mi boca se llena de
saliva por el antojo de probar nuevamente su miembro, ya a centímetros, me
aviento hacia su pene para engullirlo, él pone su mano en mi frente para detenerme.
Me siento sobre mis piernas, pongo mis manos en las rodillas. Mi hombre pone la
punta de su mástil en mi lengua y frota ahí, su sabor me provoca escalofríos en
todo mi cuerpo. Me toma de la nuca y mete su instrumento en mi boca, doy un
gemido de satisfacción, mis labios rodean su intimidad, presionándolo con
fuerza, mi hombre sigue empujando más y más, hasta que llega a lo más profundo
que podía aguantar. Saco su pene de mi boca para chuparlo, lamerlo desde sus testículos
hasta la punta, lo ensalivo por todos lados.
Abro mi
boca, mi hombre lo inserta de nuevo, lo empuja y mientras lo disfruto, siento
los músculos de mi vagina palpitar, la excitación recorre mi cuerpo en una
velocidad vertiginosa, sigo con obstinación, mi hombre se queda quieto para que
yo pueda mamar con tranquilidad.
Luego me
enviste, me coge por la boca; aprieto mis labios, sus embestidas en mi boca
llegan a lo más profundo de mi garganta, sé que está disfrutando, porque puedo
ver su cara de felicidad, de plenitud al tenerme, al tenerlo. Me jala hacia
delante y hacia atrás desde la nuca, y su cadera hace lo mismo, eso provoca que
las envestidas sean más rápidas, más duras y profundas. Estamos sudando,
nuestros cuerpos reclaman ese orgasmo. Mi cuello reclama tregua, pero aguanto un
poco más, mi hombre tiembla, suelta un alarido como de toro enfurecido y siento
como toda su hombría liquida se descarga en mi lengua, en mi paladar, no deja
de envestirme y su siguiente disparo lo aloja en la garganta, su pene sigue
convulsionándose. No sé de donde me salen las fuerzas para aguantar, para
quedarme quieta y esperar a que termine de disfrutar este momento; las
convulsiones de su cuerpo hace que su miembro se aleje un poco de mi garganta
pero sin salir de mi boca, eso me deja respirar por la nariz, con dificultad
porque me gustaría más aire, me concentro en tragar el semen que tengo dentro
de la boca mientras un tanto se derrama por la comisura de mis labios hasta
llegar a la punta de mi barbilla. Inicia un mete y saque lento y menos profundo
mientras que con su mano derecha acaricia mi cabello que cuelga por mi espalda.
Saca su
miembro y un hilo de saliva combinada con su leche cuelga desde mi labio
inferior hasta la punta de su pene; yo al mirarlo rápidamente me meto de nuevo
su pene en la boca, para engullir ese líquido colgante sintiendo su hombría
dentro de mi garganta. Después dejo libre de mi boca su miembro y, con una mano
lo masturbo y con la otra masajeo sus huevos.
Ya no
aguanto más, le pido que me coja fuertemente, que me haga suya a su antojo. Sin
decir nada, me alza tomándome de mi brazo derecho, sé que mis suplicas han
surtido efecto, me coloca en el sofá cama, mirando hacia el techo, flexiono mis
piernas y mi hombre me las separa, agarra su miembro con la mano derecha, y se
recuesta encima de mí, yo inmediatamente lo abrazo por el cuello recibiéndolo
feliz; acomoda su pene en la entrada de mi vagina; al contacto con ese hermoso
miembro mi cuerpo se estremece de felicidad, mi hombre pone sus brazos a cada
lado de mi cuerpo y se deja caer directamente en mi intimidad. Mis ojos se
ponen húmedos y rojos, a punto de llorar, por la felicidad de sentir su pene
dentro de mí.
Se mantiene
en un mete y saque de gozo profundo, mis gemidos no se dejan esperar, mis senos
están aprisionados contra su pecho solo hacen más placentera esa cogida que
estoy recibiendo. Minutos después me voltea y me penetra desde atrás haciéndome
mover al compás de sus embestidas. Mi hombre sigue cogiéndome. Sus embestidas
son más rápidas, lo que ocasiona que mi orgasmo llegue en segundos, ¡Ahahahahahahah!
Mis ojos se
ponen en blanco al sentir una descarga eléctrica recorriendo todo mi cuerpo,
siento su miembro palpitar al llenarme de sus lácteos, dándome cinco envestidas
muy fuertes, cada una de ellas acompañada por su respectiva ración de leche, su
espuma sale por los lados de mi vagina, escurriendo por mis piernas y una buena
parte cubriendo mi trasero, Mi hombre da un alarido de satisfacción cayendo
encima de mí, sin sacar su instrumento.
Así estamos
por un tiempo, no sé cuánto, lo suficiente para recuperar el aliento mientras
recibo besos y caricias, pero el agotamiento me agarra y me quedo dormida
atrapada en los brazos de mi hombre.
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