Sunday, July 30, 2017

Al despertar


Presentación por Larry Álvarez

Una mañana mi amada se despierta de repente, se había quedado dormida en el sofá cama del privado de mi oficina. Mientras yo llegaba se puso a leer mis relatos eróticos y de ver fotografías y gráficas de posturas sexuales. Se quedó dormida leyendo el libro de “68 posturas para hacer el amor” que describía  todos los mecanismos e instrumentos para llegar al placer, concluyendo que la postura 69 es para limpiar los elementos empleados en la intimidad.

Mi amada después de ese día, escribió lo siguiente:

Me quedé dormida, completamente desnuda. Mi vagina húmeda, mis piernas y mi vello púbico pegosteado del néctar escurrido después de haberme excitado al leer los relatos, escritos por mi hombre, esos relatos eróticos, tan sublimes, tan calientes, llenos de una imaginación extraordinaria, que me hicieron sentir verdaderamente mujer. Realmente quisiera ser la morenita de su sueño plasmado en uno de sus últimos relatos.
Me despierta el sonido de un ruido. Me pongo de pie, me cubro con mi ropa. Investigo y no percibo nada. Nadie en la puerta, nadie afuera. Camino al espejo del privado. Me arreglo el pelo, me froto la cara, despertando. Mi rostro tienes rasgos de placer, de una noche apasionada, sola, pero acompañada de mi hombre el cual me ha hecho sentir en toda nuestra desvelada, toda una mujer. Si ese hombre virtual, mi relator erótico, el que despierta mis fantasías, el que hace que me escurra, el que al tocarme hace que me estremezca.
Cierro nuevamente mis ojos y siento que se acerca a mi espalda. Pone sus manos sobre mis hombros. Se me eriza el cuerpo. Siento sus labios sobre mi cuello, mi nuca, mis oídos. Juega con mi cabello, rodea mis pechos, mi cintura, siento su aliento, su respiración y me voltea abrazándome fuertemente y me da un beso profundo en mi boca.
Mi cuerpo tiembla de pies a cabeza. Se cuerpo ceñido al mío, no quiero que se me despegue. Su besos me gustan, el no deja de besarme mientras sus manos buscan mi intimidad, mi ropa  cae al piso, quedo completamente desnuda ante él. Sus manos se apoderan de mis glúteos, las aprieta con suavidad, Me rodea por la cintura y me lleva hasta el sofá cama, sentándose en la orilla donde sigue acariciando mi cuerpo, el cual tiembla al estar ahí totalmente desnuda ante mi hombre.
Me recuesta y sus manos masajean toda mi anatomía, separa mis piernas con sus brazos, se arrodilla y besa mis labios inferiores, que no pude contenerme y recordando sus relatos, y ahora sintiendo sus labios sobre los míos, llego a un riquísimo orgasmo.
¡Ahahahahahahahahahahahahah!

Lame toda mi intimidad, mis néctares están en sus labios, en su boca, en su paladar. Se saborea, y me besa con una pasión compartiendo mi sabor conmigo. Me repongo, y me dirijo a un tocadiscos compacto y selecciono una melodía para poder bailar para él. Lo siento en la silla de su escritorio. Me muevo sensualmente al ritmo de la música. El me observa, deleitándose de mi anatomía, de mi coreografía, del movimiento de mis glúteos, el saltar de mis senos, que poco a poco se acercan a su rostro, a sus piernas, y lo pongo de pie, y le voy quitando la ropa.
Quedamos los dos completamente desnudos, me hinco y ante mi asombro, tengo ante mí su miembro erecto. Lo beso, lo lamo, lo chupo, lo mamo, lo hago mío. El gime de placer, toma mi nuca y lo inserta en mi boca hasta la garganta. Siento que eyacula ligeramente, su líquido pre seminal se derrama dentro de mí. Detengo el movimiento de sus caderas al penetrarme oralmente. Saco su miembro lentamente de mi boca, mi lengua lo va limpiando. Hago que se siente en su silla del escritorio y me monto sobre él.
Penetra con delicadeza mi vagina, el tamaño de su miembro se acopla poco a poco, al abrirme, me muevo en un delicioso vaivén, cabalgo, lo tomo de su cuellos, el de mi cintura, y los dos nos mecemos fuertemente hasta que siento sus lácteos calientes, bombardeando mi interior, escurriendo por los lados de mis labios vaginales y derramando por mis piernas, tengo otros orgasmo mientras nuestros cuerpos se sacuden en espasmos exquisitos. Nos besamos, nos acariciamos, nos sentimos, nos abrazamos.
Saco su miembro de mi cueva del placer. Me arrodillo, pongo las palmas de mis manos en el suelo y me aproximo hacia él, como una gatita en celo. Mi boca se llena de saliva por el antojo de probar nuevamente su miembro, ya a centímetros, me aviento hacia su pene para engullirlo, él pone su mano en mi frente para detenerme. Me siento sobre mis piernas, pongo mis manos en las rodillas. Mi hombre pone la punta de su mástil en mi lengua y frota ahí, su sabor me provoca escalofríos en todo mi cuerpo. Me toma de la nuca y mete su instrumento en mi boca, doy un gemido de satisfacción, mis labios rodean su intimidad, presionándolo con fuerza, mi hombre sigue empujando más y más, hasta que llega a lo más profundo que podía aguantar. Saco su pene de mi boca para chuparlo, lamerlo desde sus testículos hasta la punta, lo ensalivo por todos lados.
Abro mi boca, mi hombre lo inserta de nuevo, lo empuja y mientras lo disfruto, siento los músculos de mi vagina palpitar, la excitación recorre mi cuerpo en una velocidad vertiginosa, sigo con obstinación, mi hombre se queda quieto para que yo pueda mamar con tranquilidad.
Luego me enviste, me coge por la boca; aprieto mis labios, sus embestidas en mi boca llegan a lo más profundo de mi garganta, sé que está disfrutando, porque puedo ver su cara de felicidad, de plenitud al tenerme, al tenerlo. Me jala hacia delante y hacia atrás desde la nuca, y su cadera hace lo mismo, eso provoca que las envestidas sean más rápidas, más duras y profundas. Estamos sudando, nuestros cuerpos reclaman ese orgasmo. Mi cuello reclama tregua, pero aguanto un poco más, mi hombre tiembla, suelta un alarido como de toro enfurecido y siento como toda su hombría liquida se descarga en mi lengua, en mi paladar, no deja de envestirme y su siguiente disparo lo aloja en la garganta, su pene sigue convulsionándose. No sé de donde me salen las fuerzas para aguantar, para quedarme quieta y esperar a que termine de disfrutar este momento; las convulsiones de su cuerpo hace que su miembro se aleje un poco de mi garganta pero sin salir de mi boca, eso me deja respirar por la nariz, con dificultad porque me gustaría más aire, me concentro en tragar el semen que tengo dentro de la boca mientras un tanto se derrama por la comisura de mis labios hasta llegar a la punta de mi barbilla. Inicia un mete y saque lento y menos profundo mientras que con su mano derecha acaricia mi cabello que cuelga por mi espalda.
Saca su miembro y un hilo de saliva combinada con su leche cuelga desde mi labio inferior hasta la punta de su pene; yo al mirarlo rápidamente me meto de nuevo su pene en la boca, para engullir ese líquido colgante sintiendo su hombría dentro de mi garganta. Después dejo libre de mi boca su miembro y, con una mano lo masturbo y con la otra masajeo sus huevos.
Ya no aguanto más, le pido que me coja fuertemente, que me haga suya a su antojo. Sin decir nada, me alza tomándome de mi brazo derecho, sé que mis suplicas han surtido efecto, me coloca en el sofá cama, mirando hacia el techo, flexiono mis piernas y mi hombre me las separa, agarra su miembro con la mano derecha, y se recuesta encima de mí, yo inmediatamente lo abrazo por el cuello recibiéndolo feliz; acomoda su pene en la entrada de mi vagina; al contacto con ese hermoso miembro mi cuerpo se estremece de felicidad, mi hombre pone sus brazos a cada lado de mi cuerpo y se deja caer directamente en mi intimidad. Mis ojos se ponen húmedos y rojos, a punto de llorar, por la felicidad de sentir su pene dentro de mí.
Se mantiene en un mete y saque de gozo profundo, mis gemidos no se dejan esperar, mis senos están aprisionados contra su pecho solo hacen más placentera esa cogida que estoy recibiendo. Minutos después me voltea y me penetra desde atrás haciéndome mover al compás de sus embestidas. Mi hombre sigue cogiéndome. Sus embestidas son más rápidas, lo que ocasiona que mi orgasmo llegue en segundos, ¡Ahahahahahahah!
Mis ojos se ponen en blanco al sentir una descarga eléctrica recorriendo todo mi cuerpo, siento su miembro palpitar al llenarme de sus lácteos, dándome cinco envestidas muy fuertes, cada una de ellas acompañada por su respectiva ración de leche, su espuma sale por los lados de mi vagina, escurriendo por mis piernas y una buena parte cubriendo mi trasero, Mi hombre da un alarido de satisfacción cayendo encima de mí, sin sacar su instrumento.

Así estamos por un tiempo, no sé cuánto, lo suficiente para recuperar el aliento mientras recibo besos y caricias, pero el agotamiento me agarra y me quedo dormida atrapada en los brazos de mi hombre. 

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