Por Larry Álvarez
En un verano de California manejaba hacia la frontera con México. Iba en mi auto en misión de trabajo y antes de llegar a San Diego me detuve en una zona de descanso para refrescarme y poder ver la vista hacia el Océano Pacifico.
Fui al sanitario, hice de mis necesidades y me dirigí a un mapa de la zona.
Una señora cuarentona estaba algo perdida. Era su primera vez de paseo por los Estados Unidos y me preguntó cuánto faltaba para llegar a Tijuana. Le dije que como una hora. Me dijo que su carro se había descompuesto y que necesitaba ir a la frontera a cobrar un seguro de una pensión de su ex marido que había fallecido.
Le dije que yo con gusto la llevaría ya que ese era mi destino. Le dije que cerrara muy bien su auto y que al regresar trajera a un mecánico. Me pidió que si yo podría ayudarle. Le hable a una agencia para que levantara el auto, pretendiendo que era mío y lo remolcaron a un poblado a unas cinco millas de distancia.
Al llegar, el mecánico dijo que ya era algo tarde para arreglar el problema con la bomba de la gasolina y del agua que habían sido averiadas.
La señora optó en dejar el carro ahí y me pidió que si la llevaba directamente a la oficina de gobierno, que cerraban a las 5:00 pm y ya eran las 3:15 pm. Le dije que sí, que no había problema ya que mi asignación de trabajo no era sino hasta al día siguiente.
Cruzamos la frontera y nos dirigimos a la oficina de gobierno, se bajó del auto y prácticamente me despedí de ella. Pero me dijo que no conocía nadie en Tijuana y que si la podía esperar. Le dije que sí. Esperé afuera y en menos de 30 minutos ya salía contenta de haber realizado su trámite.
Vi mi reloj y ya eran casi las 5:30 pm. Le pregunte qué era lo que quería hacer y me dijo que necesitaba un lugar donde quedarse. Yo le dije que yo me iba a quedar en un hotel, pagado por la empresa en que trabajaba, me pregunto si era inconveniente que se quedara quedarse en el mismo hotel. Le dije que no.
Cuando llegamos, el hotel era de lujo, y al parecer no contaba ella ni con tarjeta de crédito ni con el suficiente efectivo para pagar la estancia. No me lo dijo, pero intuí. Le dije que esperara en el vestíbulo del hotel. Me fui a registrar. Pedí que llevaran mis maletas y las pocas cosas que traía la señora a mi habitación.
Ella no me dijo nada, salvo que me dijo que no sabía qué hacer. Le dije que no se preocupara y que pronto resolveríamos el problema. Entramos a la habitación, dos camas, vista al hipódromo de Tijuana. Ella tímida, tono la cama más lejana de la ventana, yo puse mis cosas en la otra cama. Me metí a bañar a refrescarme y asearme un poco, ella después hizo lo mismo.
Ya pegadas las 6:15 pm, ya me daba hambre y la invite a comer. Salimos a la calle y caminamos unas cuadras y entramos a un lugar a comer.
Conversamos, me platico de su ex marido, que fue feliz con él pero que le fue infiel y ella lo descubrió el adulterio después de haber muerto. Y fue cuando supo la razón del porque el ya no les satisfizo en la cama, porque encontró alguien mejor que ella.
La señora no se veía mal, tenía unos pechos muy redondos, no grandes pero se les notaba bien. Su trasero pequeño pero bien formado. Atractiva. Maquillaje ligero, blusa no escotada y un pantalón suelto, cómodo para el viaje.
Salimos como a las 8:00 pm ya bien comidos y encima unas copas de vino. Al salir ella vio a un vendedor ambulante que vendía verduras. Fue a él y pidió unos pepinos y zanahorias. Me extraño ya que no tenía la mejor idea como se los iba a comer en tan poco tiempo. No los podría pasar a USA.
No le dije nada. Escogió de varios tamaños, pero al agarrarlos me miraba de arriba hacia abajo.
Me puse un poco nervioso. Caminamos y pasamos frente a una tienda de velas.
Que ya estaba a punto de cerrar. Compro unas velas largas y gruesas.
Estas cosas que compré son mis pasatiempos y mis consoladores en mi soledad. Me dijo
Al llegar al hotel, subimos a la habitación. Acomodó los pepinos en la mesa de centro, me pidió que si podía darse un baño le dije que sí y mientras tanto ya traía de nuevo sed y abrí la cantina de la habitación. Busque dos copas y saque vino y otras botellas y refrescos por si deseaba ella tomar algo.
Puse algo de música en la radio y prendí la televisión. Salió envuelta en toalla y busco sus cosas.
Se sentó en la cama, saco de su maleta una loción y empezó a untársela a los pepinos y la zanahoria. Prendió las velas, muy aromatizantes
No dije nada.
Me acosté en mi cama y me puse a leer el periódico y a revisar mis cámaras para mi trabajo del día siguiente. Ella se acostó junto con pepinos y zanahorias. Me dijo Buenas noches.
Me recosté y como a la hora ya medio dormido escuchaba entre las sabanas un gemido de dolor y placer. Me levanté y me acerqué a ella y le pregunté si estaba bien, ella volteo y me recibió con una sonrisa. Destapo las sábanas y un tremendo pepino estaba dentro de su vagina.
Ese era su consolador en las noches de soledad. Me pidió que se lo metiera y sacara. Cuando la vi tan caliente se me empezó a poner duro mi pene. Ella lo notó. Lo tocó y me dijo, no; necesito algo más duro.
Me dio una zanahoria y me dijo me ayudas a metérmelo en el culo.
Entonces empecé a trabajar con mi técnica de masaje y relajamiento. La empine a medio cuerpo en la cama. Empecé a darle masaje desde el cuello y la espalda con su misma loción. Su piel esa suave que no me tocó otra opción que empezar a besarla desde la punta del cuello hasta el orificio de su culo donde con mi dedo pulgar empecé a dilatarlo. Mi otra mano ayudaba a empujar y sacar el pepino como si fuera una verga gigante.
Mi lengua entró en acción para dilatarlo. Sostuvo ella el pepino en su vagina, me pidió que preparara la zanahoria, ella se puso boca arriba y me pidió que me acercara a ella. Me agarró mi verga, me la saco del calzoncillo y empezó a lamerla, no succionaba, simplemente lamía para darme placer y ponerme a tono para lo que seguía.
Terminó de lamerme mi pene y se colocó en cuatro y me pidió que la zanahoria se la empezara a meter en su culo. Así lo hice gimió de dolor y placer.
Así papito, así, dale, dale ,dale dale dale así de rico. Ahora ya sabes que porque te decía que necesitaba algo más duro. Tu verga esta rica pero no tan gruesa como mis vegetales. Dale más, empuja, métela, métela, métela…hasta el fondo.
Con mi otra mano alcance a meterle cuatro dedos en su vagina que escurría a chorros y fue cuando entonces sintió que ya se venía por segunda vez.
AH AH AH AH Ah AH AH AH AH AH AH Ah AH AH Ah AH AH AH
Terminando satisfecha. Deje por un rato la zanahoria en su culo.
Le lamí y bese su cuerpo y me tome sus jugos que seguían saliendo de su vagina.
"Ahora me toca a ti cariño", me dijo….
Le saque la zanahoria de su culo, me recostó encima de la cama y se subió arriba de mi metiéndose la verga en su vagina. Cabalgaba sabroso. Después se bajó y se acercó a mí y se acomodó en una 69 empezó a mordisquear a los lados de mis huevos. Lamió mis huevos, se los tragaba uno por uno, y una de sus manos agarro mi verga y empezó a sobarla. Su lengua y sus labios lamían y besaba la punta de mi pene. Y poco a poco empezó a chuparla, entro en ritmo que me fue excitándome que tomó su tiempo para empezar a saborear las primeras gotas que salían calientitas hasta que empezó a succionar ricamente hasta que llegó el momento de la explosión. Ah ahahahahahahahahahahahah ahhahahhahha.
La punta de mi verga sentía que me quemaba, se tragó primeros chorros, el resto cayó en su cara y pecho, ahahahahahahahahah hahahahahhahahhahahahhahahahah hahahahhahahahahhahhaha.
Ella recostó su cabeza con mi verga en su boca saboreando las últimas gotas de placer en una mañana de verano del año 1984. Nos quedamos así bien dormidos toda la noche. Al día siguiente me despertó con una mamada y me vine en su boca.
Me gustaría repetir la experiencia, ¿te animas? Contáctame a: relatos.eros.9@facebook.com
Continuará
Lo duro me tocó a mí.
Regresé de
mi trabajo alrededor del mediodía. Llegué con prisa porque tenía que salirme de
la habitación que mi empresa había alquilado en el hotel donde me había quedado
en compañía de una señora madura a quien se le descompuso su carro en
California y con gusto le ofrecí ayudarla a que viniera a la ciudad de Tijuana,
México a realizar unas diligencias gubernamentales.
El día
anterior se tuvo que quedar en mi habitación porque ya no traía dinero
suficiente y antes de ir a descansar habíamos salido a comer y después ella
compró unos pepinos y zanahorias, a quienes llamo sus elementos consoladores
para no sentirse sola en los momentos más difíciles cuando le llegaba la
calentura y necesitaba el placer de sentir algo grande dentro de su vagina.
Después que
cada quien se acostó en su cama, la escuché gimiendo de placer. La descubrí con
un gran pepino metido en su vagina. Ella me ofreció a que le ayudara con una de
las zanahorias para insertársela en su culo y así lo hice y terminamos los dos
dándonos placer.
Inclusive
ella esa misma mañana me mamó la verga bien rico en agradecimiento de la noche
que tuvo que fue inolvidable para ella y por supuesto para mí.
Cuando
llegué a la habitación le dije que nos teníamos que ir. Era viernes. Y ella con
una sonrisa me dijo que había podido hablar con el mecánico y que hasta el día
siguiente, que iba a ser sábado el carro estaría listo. Además dijo que sus
familiares en California le habían remitido dinero y que había pagado un día
más de estancia en el hotel. Por lo que no había problema de irse rápidamente y
que ella inclusive me invitaba a quedarme una tarde y noche más, si es que yo
no tenía inconveniente.
Le dije que
no tenía prisa de irme ya que tenía que regresar al trabajo hasta el lunes.
Ella saltó de gusto, me dio un beso y me dijo que me pusiera cómodo.
"Te voy
hacer el amor a mi estilo", dijo.
Me quitó los
zapatos, los calcetines, y saco una bandeja llena de agua tibia y empezó a
lavarme los pies. Sentí tan rico. El agua estaba tan tibia que me sentí
relajado. Había preparado unas copas de vino y ya había ordenado una botana
para matar el hambre. Tomamos las copas e ingerimos las carnes frías y
panecillos que estaba en la cocina de la habitación.
Terminó de
lavar mis pies, Fue el baño y abrió la ducha. Regresó y empezó a besarme y a
quitarme la ropa. Me llevó hasta la regadera ya encuerado.
"Te voy
a dar un masaje que te va a gustar", dijo.
Me dijo que
me metiera a la ducha, Lo hice, ella se quitó la ropa y se metió conmigo.
Empezó a tallarme con jabón la espalda, el pecho, las piernas y mucho énfasis
en mi verga, mis testículos y más en mi ano. Esta vez me di cuenta lo que una
mujer siente cuando se le da un masaje. Una de mis especialidades en la
intimidad.
Así
estuvimos un buen rato. Ella me sobaba la verga con mucha ternura, la cual
obviamente experimento una erección que a ella le llamó la atención, pero me
dijo que yo sabía lo que ella quería: "algo más duro".
Yo le
contesté que no podía competir con los pepinos y zanahoria y además si no veía
o sentía muy dura era por mi diabetes que ya empezaba a experimentar los
primeros síntomas de disfunción eréctil. Eso fue unos tres años antes del
descubrimiento de la Viagra.
Ella me dijo
que más al rato iba yo a saber por qué le gustaba algo más duro. Me dejé llevar
por su interés de darme placer. Algo que no estaba tan acostumbrado.
Terminó de
bañarme. Después la enjaboné y pude mamarle sus senos, darle un masaje
aprovechando el agua caliente a presión. Logré chuparle su vagina, picándole
con mi barba que la excitó mucho y logro tener un ligero orgasmo, el cual lo
gozó y pude tomarme sus deliciosos jugos.
Salimos de
la ducha, me dijo que me recostara en la cama y que ella era la que le tocaba
darme el placer. Era su pago por lo generoso y amable que me había comportado
con ella.
Me secó todo
mi cuerpo. Me dijo que cerrara mis ojos. Y que me tendiera boca arriba. Cerró
las cortinas, las luces de la habitación, las dejó muy tenues y puso una música
romántica de fondo.
Empezó a untarme
la loción en el pecho, en mi verga, en mis huevos, en mis piernas, en mis dedos
de los pies, los cuales lamió uno por uno. Lo mismo hizo con mis brazos y mis
piernas. Volvió a agarrar mis huevos y mi verga.
Los cuales
lamió por un buen tiempo. Pero no succionaba. Yo ya estaba a punto de hervir.
Pero fue hábil al no dejarme venir.
Mientras lamía,
jugueteaba bastante con su dedo y lengua alrededor de mi culo. Sentí que me
untaba vaselina dentro y fuera del orificio. No puse resistencia. Flojito y
cooperando. Su lengua exploraba el agujero de mi culo, paso un buen tiempo en
él. Era la primera vez que alguien jugaba en esa parte de mi cuerpo.
Después, me
pidió que me pusiera en cuatro. Yo estaba tan caliente que no me di cuenta de cómo
llegamos a tal punto.
Mis rodillas
en el piso, y mis manos sobre la cama.
Me dio un
masaje en la espalda, y una mamada en el culo. Luego sentí su dedo pulgar que
se introducía en mi cola muy suavemente que me dio mucho escalofrío. Una
sensación como si los puntos claves de mi sistema nervioso estuvieran ahí, que
me hicieron temblar de placer y claro con un poco de dolor.
"Ah Ah
AH AH AH AH AH AH, que rico se siente", le dije....
"Aguanta
corazón. Que ahorita viene lo bueno. Vas a saber porque me gusta algo más
duro"...dijo.
Cuando menos
le pensé empecé a sentir en mi culo que algo muy delgado entraba en él. Dolió
un poco al principio.
"No te
preocupes, tu culito ya está dilatado", me dijo. No soy agresiva. Muchos
hombres, gays y lesbianas lo son. Yo no. Soy muy tierna con quienes me hacen el
amor", dijo.
No supe que
era. Estuve a punto de decirle que le parara, que preferiría mejor yo meterle
la verga en su culo, pero el dolor de placer fue mucho mejor que me cayó la
boca.
Logré
agarrar su mano y toqué sus dedos y supe lo que era. Una zanahoria delgada
untada con vaselina.
Entraba y
salía, entraba y salía, entraba y salía.
"Ah ah
ah ah ah ah ah ah, dale más mamacita, dale más, dale más, métemela hasta
adentro, más, más, más, más, más, más, más, más....", le decía a gritos.
"Más,
más, más, más, más mamacita, dale más,".
Le presión
de ella con la zanahoria dentro de mi culo y el frote de mi verga sobre la
orilla de la cama hizo que empezara a soltar liquido pre seminal. Ella me
volteó hacia arriba con mis piernas en sus hombros, Metió su boca en mi verga y
empezó a saborear las gotas de mi leche. Y con sus dos manos siguió empujando
la zanahoria en mi culo.
La sensación
era única para mí. Nunca me habían hecho el amor de esa forma. Era una mujer,
madura, prácticamente cogiéndome por primera vez en mi vida.
Luego ella
se montó en mí. Se metió la verga en su vagina y estuvo cabalgando por un buen
rato, y logró un fuerte orgasmo y explotamos al mismo tiempo.
AHAHAHAHAHAHA
HAHAHAHAHAHAH
Ahora si
supe lo que me quiso decir por qué le gustaba algo más duro, ya que ahora me
tocó lo más duro a mí.
Nos quedamos
dormidos, ella con mi verga dentro y yo con la zanahoria en mi culo. Pasaron
las horas y después ella se paró, me sacó la vela del culo, me limpio muy bien
y me lamió tiernamente el culo.
Al día
siguiente nos bañamos no echamos el de despedida y regresamos a USA para
levantar su carro. Repetimos la experiencia varias veces. Supe que se mudó a
México y no he sabido de ella desde hace 20 años.
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