Este relato fue ideado y editado por un servidor, Larry G.
Álvarez, a partir de conocer al protagonista de la historia. Nuestras vivencias
y nuestros intereses de encontrar placer nos llevan a escribir esta historia.
Los acontecimientos descritos son en su mayor parte reales como
fantasiosos.
Encuentros Magazine los presenta para el deleite de los lectores
bajo la autoría del protagonista y no del editor.
Por Aurora
Debido al tremendo éxito de ser cogida no
solamente por uno, sino por varios hombres en los cubículos del sex shop en el centro
de la ciudad donde vivo en EUA. Me sentía completa, pero con el paso del
tiempo, sentía que me faltaba algo. Ser querida, amada, como mi amiga Alondra
me dijo y que lo logró por su padrote, llamado Larry.
Pasaron los días, y cada vez que mi trabajo
me lo permitía, me maquillaba para dirigirme a las cabinas o cubículos. Aunque siempre
andaba con Alondra, en ocasiones a las dos nos cogían no uno, sino varios, pero
no siempre corría o corríamos con suerte. Cuando eso pasaba, me dejaba coger
por Alondra. Eso me ponía muy frustrada, no por Alondra, sino por la
competencia de muchas como nosotras que competían por los hombres que llegaban
al sitio.
Después de que Alondra me cogió, ella se
arreglo y al salir del cubículo, en uno
de los pasillos menos transitados estaba parado en el umbral de la cabina un
señor algo mayor ya con la verga de fuera que al pasar yo por ahí retrocedió y
Alondra lo invitó a pasar. Ella me dijo, Caterin deja que este señor me coja,
dame chancita “¿Por qué no?, me dije para
eso estábamos las dos ese día” pensé, Alondra estaba para interactuar con quien
sintiera atracción hacia ella, al parecer el señor quería comerse a la primera putita
que abría la puerta de la cabina y en esta ocasión fue Alondra.
Entraron los dos, yo me salí, y me quedé
afuera esperando algún cliente. Desde ahí fue donde empezó el aburrimiento, caminé
varias veces por los pasillos sin hallar más entretenimiento más que visual
pues me atrae mucho la figura femenina por lo cual las chicas que pasaban con
minivestidos o falditas igualmente alegraban mi vista pero no era lo que
pretendía ahí como Caterin. Hubo un momento en el que preferí quedarme sentada
en un sillón individual exterior viendo pasar a chicas y chicos en busca de
diversión que de vez en vez sólo volteaban a verme pero sin mostrar interés.
Llego un punto que estaba totalmente sola y
me quedé bien dormida en el sillón aquel. Desperté después de un rato, y ya no había
nadie, pensé que habían cerrado el lugar, por lo que consideré muy pertinente
irme ya de ahí. Me levanté para caminar hacia la puerta cuando me interceptó un
señor a medio pasillo, era alto, bigote canoso, algo calvo, ojos amarillos, muy
agradable, me saludó y me sonrió y me tomó de la cintura, “hola, ¿Cómo estás?”
a lo cual respondí “bien y tu”… sentí que me conocía pero yo ni en cuenta de
quién era el individuo aquel. Me encaminó sin soltarme hacia una cabina, mi
plan ya no era encontrarme con nadie, pero era la última interacción y a ver
que salía…qué bueno que me quedé.
El tipo comenzó a acariciarme con hábiles
manos las piernas y el rostro, me besaba y me elogiaba “que hermosa estas”,
“mira nada más que rica te ves”, elogios breves pero muy halagadores que me
hacían excitarme de nuevo y más porque el tipo acariciaba con firmeza mis
piernas lo cual adoro en verdad. Sentí que estaba revisando la mercancía, o sea
yo. Pero también me sentí halagada, querida, deseada. Puso mi mano encima de su
pantalón para sobarle el miembro y también hizo lo mismo sobre mi calzoncito, me
agarraba con firmeza las nalgas y seguía besándome, pero me encantaba que no
dejaba de voltear a ver mi rostro y sonreía.
Me dijo que si no le gustaría que nos
fuéramos a un lugar mas cómodo, como su departamento. Que me pagaría $100 dólares
por pasar la noche con él. Era la primera vez que alguien me ofrecía dinero por
tener sexo. La oferta fue muy tentadora, a lo cual acepté inmediatamente. Sin
preguntarle su nombre y ni el me pregunto el mío, tome mis cosas y nos fuimos
en su carro hacia su departamento.
Llegamos a un edificio, donde al entrar se
registra uno con el guardia de seguridad. Mi nuevo amigo sexual, vive en el quinto
piso. Al salir del elevador, me toma de la cintura y casi me carga, como si
fuera una novia hacia el lecho de una luna de miel. Fue ahí, donde me sentí
mucho más como mujer.
Al entrar a su departamento, luz tenue,
música romántica de fondo, una botella de vino, frio, con dos copas, velas
aromáticas. El ambiente propicio para una noche de lujuria, de amor, de
entrega. Nunca había sentido eso.
Ponte cómoda, me dice. Dejo mis cosas en el
sillón de la sala, le pido utilizar el baño, para preparar mi trasero,
maquillarme, perfumarme, alistarme para este encuentro, que prometía ser
memorable.
Al salir del baño, ya arreglada como una
Aurora, bien puta para mi nuevo hombre, quien me esperaba en la puerta, como
todo un caballero con las dos copas en una mano y en la otra la botella de
vino.
Cariño, me dijo, brindemos por este
encuentro,
Me entrega una copa y me sirve vino, el se
sirve también. Chocamos las copas y brindamos. SALUD.
Me toma de la cintura y me da un beso en la
boca, el cual le correspondo y nos fundimos entregándonos, sin tocarnos, sin
meter mano, sino simplemente besarnos. Eso para mi me dejó concertada, rendida
a su antojo, me puse flojita y cooperando.
Y me dice….
Relájate un momento y piensa que estoy
detrás de ti. Sientes una sensación de escalofrío por la energía que emana mi
cuerpo.
Volteas hacia mí y me miras fijamente como tratando de leer mi mente. Y yo te desnudo simplemente con la mirada.
Volteas hacia mí y me miras fijamente como tratando de leer mi mente. Y yo te desnudo simplemente con la mirada.
Nunca o nadie me había hablado así. Me sentí
como una niña con juguete nuevo y, estaba dispuesta a probar el caramelo de esa
conquista, la cual me había encontrado en el sex shop, sin ningún plan de estar
con alguien así.
Bailamos por un momento que se me hizo
eterno y me creí que era una princesa de un cuento de hadas, entre los brazos
de su príncipe. Sus manos empiezan a desvestirme lentamente. Yo le empiezo a
desabotonar la camisa y nuestras pieles se pegan una con la otra. Primera
vez que alguien me hace desvestirme, sin buscar mi trasero, sin hacerme a un
lado la tanga, sin obligarme a empinar, sin sentirme como una vaca usada por un
toro, que solamente quiere montarse encima para descargar su furia en mí.
Cierra tus ojos, -me dice-, lentamente vamos
a explorar nuestros cuerpos. Mis manos caminan por tu espalda y en tus
piernas, por tu cuello, por tus glúteos. Lindura, vamos a la ducha y nos bañaremos
juntos. Siente el agua recorrer tu cuerpo, como una gran catarata, te empinas y
entre los dos lavamos tu clítoris trasero para tenerte lista y limpia para mí.
Por primera vez tomarás con tus manos, mi miembro, que debido a mi edad, no está
viril, pero tú te encargaras de que funcione en ti, como te mereces, para
hacerte sentir mujer.
Al terminar el baño nos fuimos a la
recamara, me seca mi cuerpo, prepara una porción de aceite aromatizante, me da un
masaje para relajar los músculos de mi cuello. Me voltea con la espalda a su
pecho. Mis manos lograr acariciar su pene. Descubro el fuego que lleva dentro.
Lo siento ardiente, no grueso, no parado. Sus manos acarician mis glúteos. Sus dedos
buscan mi clítoris, lo encuentra y siento que sus dedos están húmedos de su
saliva, luego de un lubricante, luego de vaselina, y logra que me empine, abre
mis nalgas con sus manos y con el dedo pulgar, me da un masaje, dentro de mi
culo. Una ricura.
Con una mano, empieza a ordeñarme, siento
que mi pene se erecta, y aunque no siento que me voy a venir tan rápido,
empiezo a soltar liquido preseminal, el cual lo unta en sus dedos y me lo da a
probar. Después frota suavemente mi
cuerpo, desde arriba hasta la punta de los dedos de los pies. Luego, eso me
provoca que mis besos y caricias inundan su cuello, su espalda, su pecho, su
ombligo, sus piernas, sus pantorrillas, sus tobillos y los dedos de sus pies,
lamiéndolos uno por uno.
Me voltea boca arriba, para partir desde la punta del pie hacia arriba, masajeando mis rodillas, mis piernas, llega a mi torso, sin senos naturales, que parece no importarle, pero si provoca erección en mis pezones. Extiendo mis brazos, soy toda suya. Toma plumaje de un cajón de la cómoda y recorre mi cuerpo con ella, y con los ojos cerrados me dejo llevar por la sensación que las plumas provocan al recorrer mi cuerpo.
Me voltea boca arriba, para partir desde la punta del pie hacia arriba, masajeando mis rodillas, mis piernas, llega a mi torso, sin senos naturales, que parece no importarle, pero si provoca erección en mis pezones. Extiendo mis brazos, soy toda suya. Toma plumaje de un cajón de la cómoda y recorre mi cuerpo con ella, y con los ojos cerrados me dejo llevar por la sensación que las plumas provocan al recorrer mi cuerpo.
Introduce un medio dedo dentro de mi culo. Con
mucha delicadeza, soba suavemente su interior. Aumenta la velocidad pero no enloquecidamente.
Nuevamente me masturba y respondo positivamente. Tomo su masculinidad con mi mano
y le masturbo mientras sus dedos exploran mi clítoris trasero. Su masturbación
y sus dedos entrando y saliendo de mi culo logran que tenga un orgasmo con
varias descargas. Fue la primera vez que un hombre logra que como trasvesti,
me venga, sin recibir leche en mi boca o en mi culo.
Quedo bien cansada, hasta dormida. Que vergüenza,
este hombre vino a buscar a quien coger, a quien se la mamara, y terminé yo
siendo la beneficiada.
Mi hombre, se levanta. Va al sanitario a
darse una ducha. Yo escucho el caer el agua, y escucho que habla solo,
maldiciendo su infortunio de no disponer de una buena condición sexual, como la
de sus buenos tiempos. Mi hombre regresa a la habitación, totalmente
desnudo. Abro mis ojos y puedo ver su verga flácida, sin asomo de una
deseada erección. Mira tristemente su miembro alicaído.
No sé qué hacer en estos casos. Yo acostumbrada
a ver y mamar vergas gruesas, largas, lechudas. Tenía ante mis ojos una verga flácida,
sin signos de vida, pero si había tenido una de las experiencias más formidables
de mi vida.
El, toma la iniciativa y saca de un cajón de
la cómoda pastillas de viagra, y juguetes, una verga de hule, de buen tamaño y
un arnés negro de seis pulgadas. Va a la cocina y trae un vaso con agua y se toma
una pastilla de viagra y me dice que si funcionara le ayudaria a destapar la
olla de presión que traía dentro para descargar toda la leche que traía acumulada.
Me dijo que la viagra toma efecto en una
media o una hora, así que mientras, le puso un condón al arnés negro, puso mis
pies en sus hombros y comenzó a penetrarme. Al inicio fue algo doloroso pero
poco a poco fue desapareciendo y empecé a sentir delicioso, poco a poco lo
empezó a meter más hasta que lo insertó todo, sentía su cuerpo junto al mío, y
así empezó a subir de intensidad y cogerme más y más duro sentía como sus
huevos chocaban contra mi cuerpo, se movía delicioso, tras estar cogiéndome por
un buen rato en esa posición me volteó boca abajo, él se puso encima de mí y
empezó a romperme otra vez, esa posición me encantó porque podía sentir todo su
peso encima de mí, y darme cachetadas y no paraba de decirme que era su puta,
eso me encantaba, me sentía usada, amada, querida, cogida.
Después me levantó y me llevó a la sala, él
se sentó en un sofá, y yo encima de él cabalgando,
metiéndome su arnés, riquísimo me encantaba y más cuando me nalgueaba y me
cacheteaba, sentí que me corría, y de repente escupí semen por todos lados. Me
puse nerviosa ya que pensé que le hubiera molestado venirme de esa forma. Yo no
paraba de gritar y pedir más. Tras un rato, me hizo que me hincara frente a él para
mamarle la verga , la cual había adquirido una erección suave, gracias
a la fricción que tuvo al tener su verga metida dentro del arnés y los efectos
de la viagra.
Me puse como un becerrito mamando su
mamila. Comencé lamiendo la base del tallo de su pene y lo lamí hacia arriba
lentamente. Giro mi cabeza de lado y simulo morderle suavemente colocando mis
dientes en su carne. Mi mano izquierda está tocando sus huevos, quizás
arañándolos ligeramente.
Me pide que busque debajo y detrás de sus
huevos esa área tan sensible justo antes del ano, o incluso meter un dedo en su
agujero para tocar el Punto G masculino llamado perineo, que al estimularlo puede causar una erección.
Continúo con los balanceos hacia arriba con mi lengua, desde la base del mástil al borde del capullo, no me detengo, continúo mi larga y húmeda lamida sobre la punta de su verga, insistiendo en el agujero de la puntita, succionándolo como un popote. Estrujo el tallo y miro como brota líquido pre seminal.
Empieza a gemir y meto su verga en mi boca. La chupo haciendo movimientos variados hasta que ya no puede soportar más siento que va a derramarse.
Recibo disparos de leche a borbotones en mi garganta. Es asombroso cuanta leche sale mezclada con orina. La saboreo y me la tomo y alguna se derrama en la comisuras de mis labios.
Continúo con los balanceos hacia arriba con mi lengua, desde la base del mástil al borde del capullo, no me detengo, continúo mi larga y húmeda lamida sobre la punta de su verga, insistiendo en el agujero de la puntita, succionándolo como un popote. Estrujo el tallo y miro como brota líquido pre seminal.
Empieza a gemir y meto su verga en mi boca. La chupo haciendo movimientos variados hasta que ya no puede soportar más siento que va a derramarse.
Recibo disparos de leche a borbotones en mi garganta. Es asombroso cuanta leche sale mezclada con orina. La saboreo y me la tomo y alguna se derrama en la comisuras de mis labios.
Siento en mi boca una verga erecta, la
viagra y mi mamada surtieron efecto. Agarro su verga entre mis manos y la dirigo
hacia mi culo, jugueteo. Logro encarar su cabeza en mi clítoris trasero. Yo no
pudo aguantar más, me siento sobre ella y la meto de golpe en mi culo.
La sensación fue buenísima, aún no me había
dado tiempo a recuperarme y ya estaba otra vez sintiendo placer, lo miraba a
través del espejo, y parecía excitarse más y, mientras mantenía mi verga dentro
de ella, alcanzo a acariciar sus pechos, rozando sus pezones, pellizcándolos
suavemente. No deje que sacara su verga. Cabalgo sobre ella, hasta sentir que
tiene un nuevo orgasmo.
Los dos ya estábamos cansados. Logro sacar su verga de mi culo. Nos acostamos y como una verdadera puta, limpio con mi boca y con su lengua su verga hasta que queda bien pulida, hasta que nos quedamos dormidos bien satisfechos.
Los dos ya estábamos cansados. Logro sacar su verga de mi culo. Nos acostamos y como una verdadera puta, limpio con mi boca y con su lengua su verga hasta que queda bien pulida, hasta que nos quedamos dormidos bien satisfechos.
A la mañana siguiente, me desperté, y encontré
una nota en el buró de la cama con un billete de $100 dólares. La nota dice asi,
Caterin, gracias por la noche, tuve que
salir temprano, disculpa por no despedirme de ti con un mañanero. Tu amiga
Alondra vendrá por ti. Así como tú, ella estuvo conmigo bajo su nombre de Diana
y después que fue mia al iniciarla, la bauticé como Alondra. Ella arregló todo
para que me conocieras.
Si quieres seguir viéndome y hasta trabajar
para mí, te bautizo un nombre de puta: AURORA.
Yo soy Larry.
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