NOTA DEL EDITOR: Para evitar la censura del Blogger, las ilustraciones de esta historia serán publicadas en ENCUENTROS MAGAZINE del Vol. 4 # 5. Pida su ejemplar gratuito a: encuentros.relatoseros@gmail.com
Por tsver00@gmail.com
Soy una TV de closet, que se atreve a
hacer travesuras de vez en cuando, con un morbo inconmensurable y que cuando se
transforma puede ser una fiera sexual.
Esa mañana desperté especialmente
caliente, había tenido sueños húmedos toda la noche, sentía el deseo en todo mi
ser, mi clítoris estaba tieso y mi hoyito se abría y cerraba con ganas de
recibir una buena verga…necesitaba calmar ese ardor. Estiré mi mano hasta el
velador y saqué un juguete grueso y cabezón…un dildo delicioso que permanece
guardado cuidadosamente en una cajita con una etiqueta que dice: úsese en caso
de emergencia…y esta era una verdadera emergencia. Lo dejé sobre la almohada
para lamerlo y chuparlo mientras mis manos recorrían cada rincón de mi cuerpo,
acariciando mis pechitos, estrujando mi pezones y mi pene que reventaba de
excitación, abrí las nalgas para hurgar mi agujerito que era un verdadero
horno, introduje mis dedos dilatando el esfínter que agradecido palpitaba con
cada penetración de ellos.
Mi mente volaba entre imágenes eróticas,
trataba con desesperación de engullir cada milímetro del consolador, tanto que
me dolían las mandíbulas, deposite una cantidad generosa de gel en el ano
preparándolo para el éxtasis, conduje el dildo hacia mi hueco zampándolo de un
golpe hasta las bolas, una descarga eléctrica recorrió mi humanidad, bombeando
primero suavemente para ir aumentando gradualmente el vaivén, sintiendo como el
glande recorría mi interior llevándome a las nubes (mis gemidos de placer se
deben haber escuchado en todo el edificio)…el gran fínale era
inevitable…cascadas de lechita se derramaron por el pecho, la cara, las
sábanas…traté de tomar cuanto pude llevándolo a mis labios para saborear ese líquido
caliente y suave.
Sin sacarme el consolador del culo me fui
a la ducha para asearme, hice funcionar el agua caliente a toda su presión,
acercando el trasero al muro pegué la ventosa del dildo a los azulejos. Así
ensartado me dejé llevar, masajeando mis nalgas, pechos y piernas con un jabón
cremoso, a la vez mis caderas bailaban de un lado a otro, sintiendo como un
macho imaginario me culeaba bajo el líquido elemento.
Luego y sin haber acabado esta segunda
vez…se me ocurrió la gran idea…iba a ir al cine, ya que estos primeros
auxilios, que la verdad habían sido solo eso (… continuaba caliente),
necesitaba una intervención más profunda.
Por lo tanto y como el caso lo ameritaba,
depilé mi cuerpo cuidadosamente, dejando solo un pequeño triangulito sobre mi
pene-clítoris, aplique una crema suavizante, especialmente en nalgas, pechos y
caderas.
Aseadita y fresca, me dediqué a buscar el
ajuar que iba a vestir, un brassier negro que forma mis tetitas, que dicho sea
de paso, son naturales, pequeñitas, producto tal vez de la involuntaria ingesta
de hormonas al consumir pollo ya que con estas los hacen crecer un poco más y
ser convenientemente comerciales. Un portaligas del mismo color, medias de seda
y un hilo dental que deja a mano la parte más exquisita de mi cuerpo, unas
caderas anchas y nalgas gordas paraditas y suaves. Una blusa vaporosa y una
falda floreada de ruedo amplio. Sobre esto para poder salir del depa me puse un
buzo térmico, que me hacía ver como un macho viril y deportista…preparado para
su entrenamiento…y que entrenamiento.
Dirigí mis pasos hasta el centro de la
ciudad buscando algún cine que exhibiera películas triple equis, paseándome
entre la gente quienes ni se les pasaba por la mente que ese deportista que
ágilmente se movía entre ellos ocultaba una putita con ganas de recibir metros
de verga.
Muy pronto encontré uno que anunciaba un
programa doble de adultos y que obviamente, no presentaba fotos…pagué mi
entrada y un acomodador amablemente me guio hasta dejarme acomodada en el
centro de la sala.
Una vez que mi vista se acostumbró a la
penumbra pude percibir, que no estaba muy concurrido, pero al girar me di
cuenta de que en la parte posterior muchas personas se movían de un lado a
otro, más o menos como a seis butacas se podía distinguir claramente un
cincuentón que recibía un mamada de alguien que estaba entre sus piernas. Unas
filas más otros dos tipos jóvenes se besaban y se metían mano como locos. Estas
escenas me pusieron a mil, me puse de pie y me dirigí al servicio higiénico,
esperé que no hubiese nadie a la vista y me colé en el baño de mujeres, este
para mí suerte estaba desocupado, ingresé a una cabina, asegurando la puerta me
saqué el buzo deportivo y lo guarde en la mochila que traía para el efecto, me
acomode una peluca de pelo rojizo y me hice un pequeño maquillaje, aplicándome
un poco de perfume para marcar más mi feminidad.
Transformada ya completamente en una fémme
fatal, entré nuevamente a la sala, moviendo mis caderas y dejando en el aire el
perfume anímale que llevaba en mi piel, mis pasos me llevaron por un pasillo
hasta un segundo nivel con pocas butacas, como un balcón, en donde la mayoría
de los espectadores se encontraban con su lanza en ristre corriéndose la paja,
mientras en la pantalla una rubia con un culo descomunal recibía una doble
penetración de unos negros con unas trancas que dejarían perplejo a un burro.
No me senté, sino que me apoyé en una
baranda para observar el panorama desde esa perspectiva. Estaba entretenida aún
con las escenas que desde ese lugar se podían captar, cuando siento una
respiración agitada en mi oído y una voz grave que me dice quedamente:
- Que culo más rico …a la vez aprieta mis
nalgas entre sus manos.
Era un hombre de unos 40, bien vestido, más
bien bajo pero de complexión gruesa, olía bien…lleve mis manos para poder tocar
su bulto, para lo que no tuve ningún obstáculo ya que era uno de los que se
estaba franeleando en las butacas, y mi sorpresa fue tremenda, ya que la
herramienta que cargaba, tiesa y caliente como un tizón, no correspondía a ese
cuerpo , mediría sobre los veinte centímetros, con un glande normalito pero que
iba engrosando hacia la base.
Comencé a sobarlo suavemente, ayudado por
el líquido pre-seminal que brotaba de su meato, mientras sus manos bajo mi
falda acariciaban mi trasero, por fin iba a tener una verga para calmar mi
calentura. Pronto sus dedos descubrieron mi vagina-ano, la que aun dilatada por
los ejercicios matinales y lubricada con gel, cuando me preparé en el baño
momentos antes, recibió con agrado la caricia de dos de sus dedos que sin
ningún reparo me los ensartó completos, para luego mover en mi interior
causándome un placer infinito.
- Por favor, me dijo, suéltame la verga…No
quiero acabar todavía, quiero darte la culeada de tu vida.
Dicho esto, me pasó un condón el que muy
solicita instalé con mis labios, dándome cuenta de que realmente el trozo de
carne que me iba a tragar era de antología. Hecho esto me giré curvando mi
cintura, para ayudar a la penetración, levanto la falda y con el colaless a
medio muslo apuntó su ariete contra mi hoyito, que ansioso esperaba la visita
de ese monstruo, su glande se abrió paso en mi esfínter sin problema, entrando
la mitad, mientras se pegaba a mi espalda y estrujaba mis pezones entre sus
dedos.
Mi vagina-ano estaba soportando sin dolor
las embestidas de mi macho que solo la encajaba hasta la mitad, comenzando un
mete y saca fabuloso, entrando un poquito más profundo cada vez …de pronto y
debido al entusiasmo del momento, perdimos el equilibrio, cayendo sentados en
una de las butacas. De más está decir, que me envainé la verga hasta los cocos,
ya que en ningún momento me soltó.
Apreté los dientes y soporté el dolor
estoicamente…no se vale gritar en un sitio público.
Ya pasada la primera impresión,
aprovechando la comodidad de la posición comencé a mover mis caderas como una
loca, sentí que la pija que tenía dentro crecía más, signo inequívoco de que se
venía un bombardeo de semen. Con ambos brazos me apretó contra su cuerpo, al
momento que sentía que oleadas de lechita llenaban mi interior. En tanto mi
clítoris al cual no le había brindado atención, escupía semen en todas direcciones.
Al abrir mis ojos, que permanecían así por
largo rato, pude darme cuenta de que los chicos de alrededor ya no miraban la
pantalla, sino que todos estaban pendientes de nosotros y se pajeaban como
aplaudiendo el espectáculo. Uno de ellos un joven de unos veinte y algo,
apuntaba su cañón contra mi cara…. pero eso se los voy a contar en mi siguiente
entrega, o en forma privada si tenemos contacto directamente a mi email.
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