Friday, January 10, 2020

La Historia del Video Olvidado




Por Sandra Rosalía


Esta historia, tuvo su origen a partir de una revisión exhaustiva, que llevé a cabo en los documentos del ordenador, en donde tropecé accidentalmente con un antiguo video, del cual, yo no recordaba acerca de su existencia. 
En este, para mi sorpresa, aparezco entre una imagen de muy pobre resolución, completamente desnuda (sólo con mis inseparables medias y liguero); tirada boca arriba, en una colcha, tendida sobre el piso de mi oficina; con las piernas girando de un lado a otro, y también de arriba a abajo, como aspas de molino de viento, mientras que encima de mi cuerpo, se observaba en el video, la manera como soy jineteada, por un antiguo amante de ese entonces. 
Durante el video, en medio de intensos lamentos y gritos de mi parte, se escuchaban entre susurros, palabras tales como “mi amor” ... “papacito...” “culéame así...fuerte, fuerte...mas...mas...te amo...te adoro”; mientras que, de parte del hombre, este jadeaba como un perro, a la vez que pronunciaba mi nombre entrecortadamente; metiendo y sacando su gruesa y larga tranca de una manera brutal. 
Después de reponerme de la sorpresa de lo encontrado accidentalmente en este video, paulatinamente regresaron a mi mente, los instantes eróticos vividos con este hombre; a la vez que, un fogonazo pasional, empezó a invadir todo mi cuerpo, al recordar lo sucedido, aquella tarde del video. 
Lo fascinante del caso, es que cuando lo encontré, entremezclado con otros documentos y fotos en los archivos de la computadora, no recordaba ni el video, ni mucho menos las palpitantes escenas en cuestión; ya que había transcurrido un tiempo considerable desde los eventos a la fecha, y mi memoria selectiva, los había borrado, junto con el recuerdo del hombre. 
En este film, de escasos 2 minutos y medio, entre, llantos y alaridos, y murmullos amorosos de mi parte, se observa en cierto instante, la manera como mi amante, se apoyó fuertemente sobre las puntas de sus dedos, como realizando lagartijas encima de mí, lo cual facilitó que su enorme verga, se fuera hasta el fondo, topando sus ingurgitados huevos, en contra de mi periné; recordando, en ese preciso instante, haberlo disfrutado como una desquiciada. 
Esa noche, después del sorpresivo encuentro del video, y estando completamente sola en mi hogar, me bañé ansiosa y muy excitada; y una vez saliendo, completamente desnuda, con la lap top encendida esperándome entre las sabanas, me dirigí de inmediato a la cama; cobijándome, y dispuesta a verlo de nuevo. Entre dulces zumbidos y repiqueteos de un pequeño vibrador acariciándome el clítoris, repetí el video, una y otra vez. De tal manera que: a la mitad de la tercera repetición, una feroz convulsión me asaltó; cimbrándome de pies a cabeza, y erizándome la piel y los pezones. Los gritos, emergiendo de lo profundo de mi garganta, rasgaban el silencio de la recamara, y de la apacible soledad rodeando el vecindario en donde se encuentra nuestro hogar matrimonial. 
Mientras tal sucedía, yo me sentía como una traicionera con mi esposo, quien, hasta ese momento, nada conocía del hallazgo por no encontrarse en casa; y un sentimiento de culpa atosigaba mi mente, a pesar de ser swingers los dos, y estar en conocimiento de nuestras mutuas incursiones amorosas sexuales, con otros seres humanos. En esos instantes, yo padecía de sentimientos de culpa, al estar recordando al amante del video; pero al mismo tiempo, este sentimiento, entremezclado, provocaba que los orgasmos, fueran mayormente explosivos. 
Sudando a chorros, yo imaginaba que mi esposo me descubría in fraganti, en pleno adulterio, con el individuo del video; e imaginaba que me observaba escondido, y que, de un instante a otro, brotaría enfurecido de entre la oscuridad de aquella noche invernal, a castigarme por el hecho, como cuando jugábamos al amo y la sumisa; y entre la escena del video, las intensas frotaciones, y esta idea imaginaria de ver a mi esposo realmente enfurecido, los orgasmos me devoraron terriblemente hermosos. 
Mientras esto sucedía, con cierta idea en mente, bajé como me fue posible a la cocina; trayendo conmigo, el pepino más grande que encontré dentro del refrigerador; y con este en mano, subí de nuevo, casi cayendo, debido al intenso temblor de piernas, y por la debilidad muscular debido a la inclemencia de las chorreadas; llegando finalmente, a la cama de nuevo, en donde aterricé sin control como un saco de papas botado por alguien invisible. 
Tirada, reinicie el video una vez más, y cada que escuchaba mis propios gritos, y observaba al animal que tan ferozmente me culeaba, la excitación se mantenía fuera de control. Mientras tanto, yo, me veía apresando al hombre con mis fuertes muslos, o bien, yo me observaba en el video, impulsando mis piernas, hasta atrás, tocando la pared posterior de mi oficina con mis dedos gordos; ofreciéndole todo el piso pélvico al hombre para que lo cogiera como mejor le viniera en gana. En un momento dado, introduje paulatinamente, el enorme y ancho pepino, dilatando esta fruta, mis paredes vaginales, entre una tremenda gritería de mi parte; provocándome continuas convulsiones placenteras, mientras que el vibrador, horadaba como un gusano, la entrada de mi culo, hasta penetrarlo con la ayuda de mis dedos. 
En eso, el nombre de este individuo, con quien apasionadamente aparezco en el video, y con quien tuve un sinfín de encuentros eróticos por varios años, retumbó en mi mente; a la vez que una enorme venida, me inundaba como un tsunami. Sin saber cómo, ni por qué, pronuncie su nombre en voz alta, y supe, que en donde quiera que este individuo se haya encontrado en ese momento, este pudo escucharme y sentirme. 
Las sabanas de la cama, se encontraban revueltas; debido a mis continuos brincos y pataleos, ya arrugadas y desparramadas, empapadas de sudor de hembra ardiente; rebotando entretanto, mis gritos en las paredes de la recamara; escuchando yo, durante un leve respiro, y a los lejos, a los alegres pajarillos cantando y dispuestos a refugiarse para pasar la noche en sus guaridas; y también, distinguí las voces de ciertos hombres trabajando afuera en la calle; y esto me llevo a imaginar: ¿Me habrán escuchado estos individuos? Por un lado, deseaba intensamente que lo hubieran hecho, pero por otra parte no. Me los imaginaba, atisbando por la ventana de mi recamara, tremendamente calientes; mientras se masturbaban como locos debido a la escena de mi cuerpo de hembra fogosa, expuesta y masturbándose de manera tan poco común; pero sin poder entrar a cogerme, de la manera como según mi imaginación, ellos lo estaban deseado. 
Durante uno de los cientos de apasionantes orgasmos que tuve esa tarde noche, en medio de las lágrimas surcándome el rostro de placer, tanto el pepino de enorme tamaño, que se encontraba clavado muy profundo en mi vagina, y el vibrador dentro del ano, fueron expulsados ambos violentamente de estos orificios, como verdaderos proyectiles; a la vez que yo, quedaba como muerta, parcialmente cubierta por las sabanas, respirando entrecortadamente, y jadeando; deseando que los hombres que imaginariamente me observaban por la ventana, vinieran y me cogieran sin cuartel. Todo ello, como producto de tan intenso recuerdo erótico a causa de este filme extraviado y olvidado, y ahora recuperado. 
Fue muy curioso, ser la protagonista de un extraño fenómeno que ocurrió a posteriori: Dos días después, del hallazgo del video, recibí un mensaje de esta persona en mi correo electrónico, de quien no escuchara ya nunca nada, hacía dos años a la fecha. Y entonces, de nuevo me pregunté al igual que aquella noche de loca pasión del video encontrado: ¿Habrá escuchado mi voz en otra dimensión, clamando su nombre al recordarlo llena de pasión? 
FIN.


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