Jugaba
con mis piernas separadas, frotándome por encima de las pantaletas; a la vez
que un hombre, quien se encontraba sentado en la hilera de asientos de
enfrente, observaba excitado la exhibición; el cual, para poder hacerlo mejor,
se vio obligado a torcer su cuello, sobándose a la vez, el bulto parado dentro
de su pantalón.
Mientras
el filme pornográfico transcurría, yo sentada en una butaca junto a mi esposo,
en cierto momento, este subió mi blusa hasta el cuello; botando las firmes
tetas fuera del sostén. Los ojos del desconocido relampagueaban en la
oscuridad, y lamia sus labios similarmente a un perro hambriento. Después de
unos minutos, el hombre se hincó completamente, sobre la butaca; observándome
directamente, y a corta distancia.
Tras
una breve espera, separé el sexi calzoncito que yo llevaba puesto esa noche,
con uno de mis dedos; y directamente acaricié con otro, el clítoris, e inicié
la introducción de uno, luego dos dedos, los cuales entraban y salían de mi
húmeda vagina. Mientras me retorcía de placer, lanzaba grititos; y estos, se
entremezclaban con los de la mujer del filme, quien era violentamente cogida
por varios individuos; y a pesar de ello, tanto mi esposo, como el hombre
hincado al frente, fueron capaces de escucharme perfectamente.
Víctima
del placer, mi cabeza con el pelo alborotado, se dejó caer sobre la butaca; y
en eso, descubrí a otro hombre, observándome detenidamente en la hilera detrás.
Este individuo, se encontraba con su miembro de fuera, masturbándose, e
inmediatamente incliné de nuevo el cuerpo hacia enfrente, por si acaso este,
tuviese la intención de eyacular encima de mi persona, sin yo desearlo.
A
ninguno de los dos hombres, les di acceso a tocarme, y el que se encontraba en
un principio, en la fila de asientos posterior a la nuestra, se trasladó hacia
la parte de enfrente, en una butaca junto al otro observador; con el fin de
gozar mejor la escena. Ambos se masturbaban frenéticamente, ya con su miembro
de fuera.
Mi
esposo, fue bajándome lentamente las pantaletas, y una vez con estas en sus
manos, las husmeó, y en un acto sin precedentes, las dio a oler a los otros dos
hombres frente a nosotros; y uno de ellos, lamía la parte de la entrepierna, en
donde se aloja el periné y el ano, mientras mi esposo las sostenía. Fue
increíble como excitante, observar la reacción de los tres hombres, ni más ni
menos, cuales perros excitados.
Otros
hombres se acercaron por la hilera de atrás, pero era poco lo que podían hacer,
ya que yo, me encontraba bien resguardada en la butaca pegada a la pared, y mi
esposo en la siguiente, solamente pudiendo permanecer viendo; mientras yo
masturbaba con cada una de mis manos, a los dos observadores iniciales; y mi
esposo, lo realizaba el mismo.
Al
oído, les susurré a los tres, que eyacularan sobre mi rostro, a lo cual
accedieron enormemente excitados; y acercándome aún más a los dos observadores,
recargados sobre el respaldo, e hincados sobre sus butacas, y yo sentada en la
mía, quedé con el rostro, a la altura de sus pitos erectos.
El
primero en arrojarme la leche, fue mi esposo de pie a un lado; cubriendo parte
de una de las mejillas, y posteriormente los otros dos, cubriendo parte de la
boca cerrada, incluyendo la nariz, y también sobre mis ojos cerrados, hasta
llegar a parte del pelo; ¡las gotas de engrudo, escurrían!
Al
final, limpié mi rostro, con varias toallitas húmedas; con el auxilio de los
propios mirones, quedando ante solicitud expresa de ellos, en volver a vernos
determinado día, con el fin de repetir este excitante juego; pensando yo, que de
acuerdo con las circunstancias que se presentaran en la próxima cita, quizá
hasta pudiera darme unos buenos sentones en una y otra verga de mis queridos
observadores.
Ya
para abandonar el lugar, subí alegremente mis bragas, e invité sonriendo y
meneando las nalgas, a quien deseara acariciarme; sintiendo manos y dedos,
tocando todo, con la minifalda arremangada hasta la cintura, mientras otros,
tocaban ansiosos mis tetas, a la vez que buscábamos la salida. Los hombres con
los cuales había jugado, flanqueaban mi retirada junto con mi marido; vigilando
estos, que los demás, no intentaran propasarse más allá de lo que yo les había
indicado.
Fui
acompañada por un grupo de 8 individuos, hasta fuera del cine; intentando
algunos, proporcionarme su celular, y otros, a pedir el nuestro, mientras yo,
solamente les sonreía, y les decía: “para la próxima”. Otro de ellos, quien
gratamente me sorprendió al observarlo detenidamente, me invitó sin dudarlo al
hotel; quedando posiblemente para la próxima ocasión. Este individuo, era
atractivo y alto, y posteriormente, supe por alguien del cine, que se trataba
de un piloto aviador comercial. Ambos nos observamos fijamente, y de mi parte,
sentí un raro como desconocido resplandor; y después, este hombre me
informo, que él también había experimentado algo muy intenso, cuando chocaran
nuestros ojos por primera vez.
En
la siguiente visita que tuvimos a la sala de proyección porno, nos encontramos
de nuevo, este hombre y yo; y sin mayor preámbulo, nos fusionamos en un agarre
apasionado de besos y caricias sentados en las butacas; como dos amantes ya
conocidos, los cuales habían dejado de verse después de largo tiempo, y
volviéndose a reencontrar. Ansiosamente, este introdujo audazmente una de sus
manos hacia mis nalgas, levantando yo el cuerpo para permitirle mejor la
maniobra, mientras que, con la otra, sobaba una de mis tetas, besándome
efusivo. Fue algo tremendamente ardiente, que pocas ocasiones ocurre; saliendo
los tres: mi esposo, este hombre y yo, presurosamente del cine hacia el hotel;
abandonado, sin ser la intención, a los otros hombres con los que estuve la
primera vez.
Estos,
nos siguieron por un largo trecho, pero, en definitiva, yo iba decidida a
disfrutar aquel regalo de la vida. El joven piloto, casi volaba sin alas,
ansioso por tenerme entre sus brazos, y así, los dejamos a todos atrás.
Después
de todo el increíble juego previo, tanto de besos, sexo oral mutuo, besos y
chupadas en el ano de el para mí, Recuerdo lo fuerte que me la metió,
sosteniendo mis bellos muslos sobre sus hombros. La velocidad e intensidad
imprimida en sus embates, recordaban a los de un conejo, bombeando a la hembra.
Su ansiedad era tal, que derramo su semen dentro, y sin cesar la velocidad,
continuo sin permitir a su erección, perder su fuerza y poder. Yo escandalizaba
a mas no poder.
Luego,
me acometió durísimo de perrito, mientras mis nalgas rebotaban violentamente.
El sudor de los dos, era abundante, y en esa posición, se colocó en cuclillas,
y la zambutió por mi ano; entre la escandalosa gritería de mi parte. Sus
bombazos, extraían la leche de mi vagina, anteriormente derramada por el mismo;
y esta escurría, pegoteándonos a los dos.
Nunca
me dio reposo, y girándome de frente, con mis piernas sobre sus hombros,
doblándome el hombre de manera increíble, mi culo quedó expuesto ante su verga
punzante; dejándola ir toda de nuevo por el ano, explotando dentro, posterior a
una extraordinaria cogida, besándome a la vez, casi sin dejarme respirar.
Permanecimos
abrazados un buen rato, después de su doblete; besándonos de vez en cuando,
hasta que su pene fláccido, abandonó mi recto. Fui por agua tibia, y lave
cuidadosa y cariñosamente su miembro; para posteriormente, ya limpio, mamarlo
tiernamente. Tuvo una erección parcial, pero le hice ver que: No era la
intención el tener sexo de nuevo, sino de darle mi amor a mi rey de ese
instante, y que este lo diera a su reina y puta.
Antes
de perder de vista a nuestros seguidores del cine, les prometí regresar con
ellos más tarde, luego de salir de con mi nuevo amante del hotel; pero tal, no
fue posible: este no me lo permitió, ni después de aquel maravilloso instante,
ni posteriormente durante un buen tiempo.
FIN.
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