Sunday, June 16, 2019

LGBT: De llamarme Diana me convierto ahora en Alondra

Este relato fue ideado y editado por un servidor, Larry G. Álvarez, a partir de conocer al protagonista de la historia. Nuestras vivencias y nuestros intereses de encontrar placer nos llevan a escribir esta historia. Los acontecimientos descritos son en su mayor parte reales como fantasiosos. 

Encuentros Magazine los presenta para el deleite de los lectores bajo la autoría del protagonista y no del editor.


Por Diana

Relato esta historia, como Diana, mi nombre de chica, mi nombre de varón, bueno eso no importa, ya que desde hace tiempo me he considerado mujer. Tengo preferencia de la ropa femenina, cada una que me pongo me queda perfectamente ceñida a mi cuerpo.
Como varón, soy casado, ella no sabe de mi preferencia y, cada vez que mi esposa sale de casa, aprovecho para usar ropita a escondidas de quienes nos les gustaría verme vestida de nenita. Así he estado, antes de conocer a mi hombre, tuve dos encuentros con hombres, a los dos les hice el sexo oral, y con el ultimo disfrute del sabor de su leche. El primero no pudo acabar en mi boca porque casi nos cachan en la movida.
Tengo un cuerpo normal, soy delgada, lampiña y un culito pequeño pero rico. Tengo siempre muchas ganas de estar con un hombre y que me haga sentir como toda una mujer, pero todo gira en mi mente, es una fantasía que quiero hacer realidad.
Hasta que llegó el día en que vi un anuncio clasificado. Un hombre ya en la tercera edad, discapacitado, ofrecía sus servicios experimentados en iniciar a chicas como yo. Le escribí y casi a los minutos, me contesta.
Me entero de que se llama Larry, calvo, canoso, bigotes, pero con una voz muy sensual, varonil.  Larry un hombre unos 30 años mayor que yo. Cuando lo conocí, me gustó mucho como me hablaba, como me aconsejaba en conseguir mi meta y me dio confianza así que acordamos un encuentro.
Larry, no vive cerca, radica a unas hora y media, pero tuve que ingeniármelas para poder ir a verlo. No sabía si ir vestida de Diana,  estaba muy nerviosa pues era mi primera vez y comencé a dudar en ir o no, pero me armé de confianza y saliendo de la casa, aprovechando que mi esposa iba a estar aumente por varias horas me dirigí a su casa.
Cuando llegué le avisé que estaba abajo a lo que él me dijo que pasara que dijera en la recepción que iba con él, una vez entre y subí por el elevador,  llego a su departamento, toco a la puerta y ahí estaba el, un hombre de 66 años, no muy alto, morenito, con barba y panzón -eso me encanta- y de buen ver.
El me invito a pasar y fuimos directo a la sala y charlamos un rato, después me dijo que pasara a su recamara, que tenía una sorpresa para mí. Me llevó a su cuarto y me dio una maleta. Al abrir la maleta, me encuentro con un juego de ropa íntima y de lencería femenina, de color negro, rosa, rojo, muy llamativo y sexual. Me dijo que me pusiera lo que quisiera, ya que quería verme para luego hacer conmigo lo que quisiera.
Antes de salirse del cuarto me abrazo dándome la bienvenida. Larry es impotente, su verga no puede ponerse dura, solamente con estimulación y la pastilla que logra tener erección. A mí no me importaba eso, solamente buscaba su experiencia en iniciarme. Sin embargo la curiosidad me indico que le dijera que antes de vestirme como Diana, quería ver su paquete para darle una mamada a lo que a.
Me hinque frente a él, se desabrochó el pantalón y saco su verga, no muy grande de unos 10 centímetros flácida,  y delgadita. Yo no sabía que hacer pues era la tercera vez que tenía una verga enfrente de mí, y la primera que mamaria con esas condiciones, me dijo que si tomaba la píldora, iba a surtir efecto en una media hora. Le dije que quería probarla sin ninguna medicina, que sería un desafío poder poner la dura y que creciera en mi boca.
Así que sin pensarlo me la metí a la boca y trate de imitar a las chicas que había visto en tantos videos. Fue una sensación increíble un sabor exquisito, no podía parar de mamarla.
Tras unos minutos de estarla mamando me dijo que parara, que me cambiara y que me esperaba en la sala. Me desvestí, saqué de la maleta la ropa y me puse un bracier y una tanga negra, un vestido rosa muy ajustado, tacones muy altos y una peluca castaña larga que me llegaba hasta las caderas.


Cuando salí del cuarto él me esperaba sentado en la sala y lo primero que hizo es decirme que me veía muy bien que era toda una putita cosa que me excitó y me puse algo roja, me invito a sentarme en él, lo cual hice inmediatamente. Siguió diciéndome que me veía muy bien que era justo lo que esperaba y empezó a besarme y acariciar mi cuerpo por todas partes, las piernas, mis nalgas y mis pechos y yo a acariciar su verga por encima del pantalón, después de juguetear un rato hizo que me hincara y saca su verga, al verla y sentirla algo durita, continúe lo que había dejado de hacer para cambiarme la ropa y ser Diana.
Seguí besando y acariciando su verga.  Me metía sus huevos en la boca, muy llenos de leche, pensé que ya estaba añejada por no haber alguien en los últimos días o meses que se los había tomado.  Todo su pene me encantaba, estaba muy excitada de tener una verga en esas condiciones y sentirla como crecía en mi boca. Después de mamársela por un buen rato me puso en cuatro en el sillón, levantó el vestido y empezó a acariciar mi culo, hizo el hilo de la tanga a un lado y empezó a limpiar mi culo, dilatarlo con sus dedos, y a besarlo. Fue una sensación maravillosa ahí me di cuenta de que estaba destinada a eso a ser la putita de mi Larry.
Tras jugar con mi culo me dice que vayamos a su cuarto, ya en su habitación, me acostó boca arriba, sacó lubricante, utilizo sus juguetes, ambos de seis pulgadas, uno de ellos de buen grosor que lo utiliza como un arnés al cual le puso un condón, puso mis pies en sus hombros y comenzó a penetrarme con el arnés, al inicio fue algo doloroso pero poco a poco fue desapareciendo y empecé a sentirse delicioso, poco a poco la empezó a meter más hasta que la insertó toda, sentía su cuerpo junto al mío, y así empezó a subir de intensidad y cogerme más y más duro sentía como sus huevos que chocaban contra mi cuerpo, se movía delicioso, tras estar cogiéndome por un buen rato en esa posición me volteo y me puso boca abajo él se puso encima de mí y empezó a romperme otra vez, esa posición me encantó porque podía sentir todo su peso encima de mí, y darme cachetadas y no paraba de decirme que era su puta, eso me encantaba, me sentía usada.
Después me levantó y me llevó a la sala, él se sentó en un sofá,  y yo encima de él cabalgando, metiéndome su arnés, riquísimo me encantaba y más cuando me nalgueaba y me cacheteaba, sentí que me corría, y de repente escupí semen por todos lados. Me puse nerviosa ya que pensé que le hubiera molestado venirme de esa forma. Yo no paraba de gritar y pedir más, tras un rato sacó su arnés, me hizo que me hincara frente a él y me hizo quitarle el arnés para mamarle la verga hasta que pude probar por fin lo que tenía guardado para mí, la leche masculina con sabor delicioso, exquisito. Me lleno la boca de leche y luego me dio una ducha dorada por todo mi cuerpo.
Después de esa cogida y mamada, Larry dejo de llamarme Diana, me bautiza como Alondra cada vez que estuviera con él, nombre de puta y amante. Así fue cuando Alondra nació, en cuerpo de hombre, pero toda una mujer para ser amada, cogida solamente por mi hombre. Cuando estoy con Larry, soy como un becerrito que busca su mamila flácida pero sabrosa para succionar su leche, para que escurra por la comisura de mis labios superiores y anales.

Como Diana, mi hombre, Larry me ha promovido para vivir de putita. Salgo a bares de gay, a buscar quien me coja, gracias a Larry soy adicta al sexo, a las vergas, mi vida gira alrededor de las vergas y de mi culo que siempre está abierto para quien quera cogerme. Soy Diana solamente a cuanto hombre se me presenta en mi vida.
Larry ha sabido moldearme, vestirme, dirigir mis ademanes femeninos, mi vaivén de caderas, caminar con zapatillas. El me hizo la mujer que soy ahora. Utilizo una vagina de un material especial para que el hombre que se acueste conmigo, tenga la sensación de estar cogiéndome vaginalmente y después mi culo está a su disposición para que haga el todo lo que quiera.

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