Todas las mañanas
al despertar
con el arma
en la mano, me
levanto a
calentar mi café.
Mientras el
agua hierve
me asomo a
la ventana con la
esperanza de que llegues a mi puerta.
Te espero
con mi café ardiente,
cargado de
deseo,
de sentir
en mí tu cuerpo,
y tus
labios ardientes en mi intimidad.
Mis ansias están
encendidas,
para saborearte
total y plena,
recorrer tu
cuerpo con mis palpitantes caricias,
para hacer
hervir tú sangre.
Deseo
tenerte todas las mañanas
para
saborearte junto con mi café.
Deseo que recorras
con tu lengua los lugares
que mi líquido
espeso y ardiente mana.
Y cuando el
deseo se enfríe,
volveré al
día siguiente
a esperar
por ti, con mi taza de café
para
calentar nuestros cuerpos
hasta enloquecer
bebiendo
nuestro
néctares con sabor a café.
Larry G. Álvarez
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