Saturday, January 26, 2019

LGBT: Mi primer juguete


Con el fin de recordar mejor, este texto ha sido escrito mientras llevaba un plug en mi culo, una delicia.



Por Sirky

Recuerdo aquel día que me fui de la casa de un amigo con el sabor de su semen en mi boca como muestra de su enfado. Pensé que la próxima vez que nos viéramos seguiría enfadado, pero no fue así. Se comportó como si nada hubiese pasado, cosa que agradecí.

Cada vez teníamos mucha más confianza para hablar de fantasías sexuales, y se notaba que cada vez estábamos más salidos. Recuerdo especialmente un día de verano en el cual estuvimos hablando varias horas de sexo y buscando en internet todas las cosas que yo no conocía y que me quería enseñar. Yo le conté alguna de mis fantasías y mis experiencias sexuales, pero omití todo lo que tenía que ver con vestirse de chica o el hecho de que recientemente había descubierto lo divertido que era introducirse cosas por detrás. Con cada fantasía que me contaba se ponía más caliente, y yo en lo único que podía pensar era en que quería hacerle cumplir todas y cada una de ellas. Así se lo dije, y se le iluminó el rostro con una sonrisa diciendo algo así como "yo te ayudo a conseguirlo".

Aunque me había dejado intrigado, no se volvió a hablar más del tema. Seguimos quedando y haciendo vida normal, así que se me olvidó todo hasta la fecha de navidad. La tarde del último día de clase antes de las vacaciones vino a mi casa para decirme que se iba con sus padres de viaje esa misma tarde y que me había traído un regalo. Me dijo que si me aburría, que lo abriese, que me ayudaría. Creo que no aguanté la tentación más de dos horas. Abrí el regalo y me quedé de piedra: un dildo con forma de pene y una nota diciendo algo así "He buscado que fuera parecida a la mía para que no se notase rara en la boca ;)". Pese a esas palabras tengo que confesar que mi mente solamente podía pensar en que la sensación de ese dildo con forma de pene sería mucho más real que los pepinos y rotuladores que hasta entonces había usado para penetrarme el culito. Si no lo usé con ese propósito esa misma noche fue porque pensé que mi amigo me preguntaría por su regalo nada más volver de sus vacaciones, y yo no sería capaz de decirle que solamente lo había usado para practicar mis habilidades orales. Pese a tener mucha confianza con él sentía una terrible vergüenza de que supiera que me tocaba el culo.

Como puedes imaginar mi resistencia a la tentación sólo duró unos días. Cuanto más tiempo pasaba más ganas tenía de probarlo. Hasta que un día no pude más: juré no decirle nada a mi amigo nunca saqué el juguete de la caja y me tumbé boca arriba en la cama. Ahí tumbado sentí como mi corazón se aceleraba, metí dos dedos en mi boca y los chupé bien, como solía hacer, para humedecerlos. Metí uno poco a poco por mi culito, hasta que estuvo todo dentro. Disfruté de la sensación: el calor, la humedad, la presión del ano entorno a mi dedo... y fui metiendo el segundo dedo. Una vez que estuvieron los dos dentro empecé a moverlos un poco. Hasta aquí nada nuevo, aunque la misma emoción, nervios y morbo que el primer día.

Usé mi saliva para humedecer el dildo lo máximo posible y puse la punta contra mi ano. Con la mano derecha temblorosa, apreté un poquito el dildo hacia mí, pero nada. Cogí aire y volví a presionar un poco más, y por fin el principio de la punta entró. Los nervios me atacaron y la saqué enseguida. Respiré hondo y volví a presionar. Esta vez entró toda la punta y pude sentir como el borde del glande pasaba a través de mi esfínter. Saqué el dildo lo suficiente para volver a sentir esa sensación, y lo metí y saqué unas veces más para disfrutarlo. Me dio por tocarme el glande justo en el momento en el que el glande del dildo pasaba por mi esfínter, tratando de emular el placer que sentiría alguien si esa fuese una polla real. Al cabo de un rato me di cuenta de que nadie querría meter sólo la puntita, así que saqué el dildo por completo y lo volví a mojar con mi saliva.

Volví a coger aire y lo fui introduciendo en mi culito poco a poco. Pensé que no sería capaz, que dolería mucho, que no avanzaría, pero fue entrando dentro de mí, deslizándose poco a poco hasta llegar al final. Solté un leve gemido, y me avergoncé instantáneamente de haberlo hecho. El dildo estaba completamente dentro y podía sentir contra mi culo la forma redondeada de lo que simulaban ser los testículos. Como tenía miedo de sacarlo y no poder volver a meterlo, saqué poco a poco la mitad del dildo, tomé aire y volví a meterlo hasta el fondo. Repetí esto un par de veces, con lentitud, sintiendo cada milímetro de dildo dentro de mí. Después decidí hacer lo que había hecho antes: simular lo que sentiría la persona que me estuviera follando el culo. Así que cada vez que me introducía el dildo en el culito me tocaba el pene imitando el movimiento. Cada vez me lo sacaba más y lo volvía a meter más rápido, mi mano también acariciaba mi pene con más fuerza. Hasta que al final noté esa tensión en los testículos y el cosquilleo subiendo por mi pene... Tuve un segundo de indecisión: decidí seguir follándome el culito con el dildo durante la corrida. Hasta el último chorro de semen no paré de meter y sacar el dildo. Dos segundos después de haber acabado lo saqué rápidamente, y, mientras sentía mi culo tremendamente vacío, húmedo y caliente, recuerdo que sentí también muchísima vergüenza. Jamás le contaría a mi amigo lo que acababa de hacer.

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