Por
Petineycoqui
La
tormenta estaba en su cenit. Las olas sacudían la proa y la popa del barco,
mientras la lluvia inundaba la cubierta del barco. Nuria, intentaba mantener
todo lo que se encontraba en el camarote en su sitio mientras en la cubierta,
sus amigos intentaban sacar con cubos el agua que entraba al barco. Una fuerte
ola, sacudió el barco. Cuando Nuria, asustada salió a ver que sucedía. Nadie se
encontraba allí, asustada Nuria comenzó a gritar, cuando una gigantesca ola, la
golpeó con brutalidad. Nuria cayó al agua.
Allí,
apenas flotando ante la tormenta, Nuria comenzó a ver una luz submarina de
colores verdosos, que fulgurante, captaba su atención. Preocupada e inquieta,
la joven comenzó a nadar hacia la luz de las profundidades. Según descendía, la
luz daba a ver unas antiguas ruinas, marcadas con símbolos extraños y entorno a
las cuales circulaban una serie de extrañas criaturas. De repente algo rozó a Nuria.
a sus espaldas, uno de estos seres deformes la agarró por el cuello y la giró. De
la boca del ser, salió una enorme y viscosa lengua que entro en la boca de Nuria
hasta la garganta, haciendo que la joven comenzase a tener dificultades para
respirar. El ser, retrajo su lengua, dejando ansiosa a la boca de Nuria, sin
embargo, la joven ahora podía respirar bajo el agua.
Acompañada
por esta criatura, la joven descendió hasta la fuente de la luz. Allí, reunidos
con sus congéneres, los seres rasgaron las vestimentas de Nuria, dejando libres
sus pechos y vagina. Mientras Nuria yacía desnuda, del pozo que se hallaba bajo
ella, unos tentáculos negros salían y se enroscaban por sus piernas. Totalmente
inmovilizada por el ser superior, Nuria se abrió ante los placeres del
universo, sintiendo como uno de los tentáculos se introducía en su vagina. cada
una de las ventosas que entraba en su cavidad le llenaba de placer, mientras
sus ojos se entrecerraban al estar recibiendo la bendición de aquella olvidada
deidad arcana. De repente, un segundo tentáculo penetró por su ano, sin
embargo, este no se detenía. La cabeza de Nuria se agitaba mientras gritaba
sordamente en el agua. Un tentáculo enredó su pelo castaño y tiró de su cabeza
hacia atrás, abriéndole la boca. El tentáculo anal seguía avanzando por sus esfínteres
hasta el estómago y prosiguió saliendo por su garganta hasta asomar por la boca
de Nuria. Por otra parte, el vientre de Nuria se inflaba al recibir las
embestidas del tentáculo vaginal. Las ventosas se pegaban a su clítoris y la hacían
convulsionar entre orgasmos continuos. Según crecía el placer, la luz verdosa
se intensificaba a la par que Nuria se elevaba en la fosa marina. A su
alrededor los seres nadaban y emitían sonidos, mientras se enroscaban formando
grotescas figuras sexuales.
Otros
dos tentáculos salieron del pozo enroscándose alrededor de los pechos de Nuria
y con un increíble dolor se incrustaron en las pequeñas aperturas de sus
pezones. Horrorizada y excitada la muchacha soltaba burbujas de aire.
De
repente, los ojos de Nuria se tornaron negros y la joven comenzó a viajar a través
de mundos y lejanas dimensiones, mientras una serie de viscosa sustancia negra
brotaba de las ventosas de cada tentáculo. La cara de Nuria se veía manchada
por estos jugos y estos mantenían el hinchazón en su vientre. Sus pechos
incrementaban su tamaño y su ano, dilatado abría espacio a un retirado tentáculo,
mientras la joven caía en el foso marino y los monstruosos lacayos recogían su
inconsciente cuerpo.
A
la mañana siguiente, Nuria apareció desnuda en una playa, con una ligera
membrana recubriendo su piel. La joven se despertó y fue atendida por los
viandantes.
Durante
los siguientes 3 meses, la joven comenzó a mostrar los síntomas de un embarazo,
sin embargo este era acelerado e incluía acciones extrañas como engullir
pescado crudo o esputos vaginales de un viscoso moco negro. Finalmente, en el
90 días exactamente después de la inundación, al caer la noche unas extrañas
luces verdosas, iluminaron el cielo. El vientre de Nuria empezó a tener formas
extrañas y como poseída la joven comenzó a seguir las luces hasta un apartado peñón
de obsidiana negra que se alzaba frente al mar.
Al
llegar, el cielo tormentoso acompaño a la joven, con una brisa de viento que se
llevó volando sus ropajes. En el centro del peñón, los monstruosos seres,
cubiertos con túnicas negras recibieron a la joven, llevándola hasta un altar
donde Nuria se posó, sintiendo en su vientre la fuerza de un ser deseando
salir. Lentamente, unas garras asomaron de la vagina y se fueron arrastrando,
mostrando a un monstruoso ser con un cuerpo viscoso y una cabeza pulpacea,
cuyas extremidades presentaban un exoesqueleto crustáceo. Nuria, recostada
gemía de placer mientras a su alrededor se formaba un charco del viscoso líquido.
Una vez salido el ser del cuerpo de Nuria, este la tomó en la posición del
misionero y la penetró con un pene vertebrado que comenzó a desgarrar la vagina
de Nuria mientras esta gemía de placer. Con los tentáculos que recubrían su
boca, comenzó a succionar los pezones de Nuria, extrayendo la sustancia negra
que aquella noche divina había depositado. Habiendo succionado los pechos, la
criatura saco su miembro de Nuria y con total frialdad la arrojó al mar,
mientras, la recién madre cayó gimiendo aun de placer. Según se hundía en el
mar, una criatura de gigantescas dimensiones la tomó entre sus manos y la
engulló mientras los últimos gemidos de placer de Nuria se perdían en el océano.
Lejos
de aquel lugar, en el santuario donde la fecundación hubo tenido lugar, en una
de las ruinas apareció un grabado en el que se mostraba a Nuria desnuda, siendo
alabada por los monstruosos seres marinos.